Nieves Caballero
Viernes, 1 de abril 2022, 17:50
Con una capacidad para 7.500 botellas, el restaurante Ambivium ha estrenado bodega. Un espacio único que permite transitar por el mundo del vino a través de una colección de referencias únicas que se han sumado a la carta durante este primer lustro de ... vida. Concebida para formar parte de la propia experiencia de Ambivium, la bodega esconde tesoros enológicos de los productores más prestigiosos del mundo. De esta manera, el restaurante cierra el círculo de una experiencia completa en torno al vino y al menú degustación.
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Este templo atesora elaboraciones únicas que el equipo de sumillería ha ido seleccionando a lo largo y ancho de la geografía vitivinícola mundial. El espacio ha sido diseñado para que cada botella sea conservada en condiciones óptimas de temperatura, luz y humedad y pueda ser admirada por todo aquel que cruce sus puertas. Ahora, en sus más de 100 metros cuadrados de extensión, se refleja la importancia de una carta de vinos que, día a día, continúa creciendo.
«Con la apertura de la nueva bodega de Ambivium conseguimos cerrar el círculo de una experiencia inmersiva total en torno al vino y a su cultura. En este espacio recogemos y compartimos una parte del alma de todos esos productores que han conseguido emocionarnos a través de botellas irrepetibles, e incluso disfrutaremos de algunas elaboraciones que solo podremos probar aquí», ha destacado Pedro Ruiz, director general de Alma Carraovejas.
La planta baja de la bodega acerca el universo de Alma Carraovejas a través de una representación cronológica de cada uno de sus proyectos vitivinícolas. Como es lógico, este viaje comienza por el origen del proyecto, Pago de Carraovejas (Peñafiel, Valladolid), con una muestra singular de todas sus referencias, primeras añadas y botellas únicas. El recorrido continúa por la segoviana Ossian; por la burgalesa Milsetentayseis de Fuentenebro; las gallegas Viña Meín y Emilio Rojo en Ribeiro; Aiurri en la Rioja Alavesa; así como los vinos de la importadora SV Wines, y el último proyecto en incorporarse, Bodega Marañones, situada en la Sierra de Gredos, en San Martín de Valdeiglesias (Madrid).
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Separada por una escalera de caracol, la primera planta alberga una selección de botellas de todo el mundo, auténticos iconos que permiten viajar por las principales regiones vitivinícola. Además, se rinde un especial tributo a ocho zonas concretas: Ribera del Duero, Rioja, Jerez, Burdeos, California, Piamonte, Borgoña y Alemania. Champagne cuenta con su propio espacio destacado y, buceando entre los tesoros de este lugar, se puede encontrar una recopilación inimitable de sakes, así como una de las principales colecciones de vinos de Jerez.
Ambivium recurrió al artista Julio Galán para que plasmara alguna de las regiones vitivinícolas más representativas del mundo a través de una serie exclusiva de esculturas que acompañan al visitante durante el recorrido. Una colección en la que también se representa Alma a través de diferentes obras.
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La construcción y el diseño ha estado liderada por la directora de Proyectos de Alma, Elena Arranz, junto a Escribano Design y los diseñadores Creaciones El Pollo. La Bodega rinde homenaje a su entorno y toma un emblema de Peñafiel para formar parte de su mobiliario. Se trata de una mesa elaborada con madera del pino macareno, un pino histórico y centenario cargado de simbología y que fue derribado durante una tormenta en diciembre del 2019.
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