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En San Felices de los Gallegos, el pueblo salmantino en el que entierra sus raíces Inma, la conocen como 'la caminera' y es que ya se sabe, si uno tiene un abuelo que trabajaba como peón caminero, el resto es sencillo. Su vida laboral ha ... estado ligada durante 17 al marketing, pero como la opción de quejarse a diario por un trabajo que no te llena no combina con su estilo, abrió el primer restaurante vinoteca de Alcalá de Henares y tras formarse en enología, «decido que debía tener una viña».
Esa viña centenaria la traslada de nuevo a los orígenes, «la plantó la abuela de mis primas y ha sido una suerte, ha estado 100 años esperándome así».
De este modo, es como se inicia en la producción, «cierro un círculo», recuperando una viña bastarda, alquilando y plantando otras.
De esa viña en la que se pueden encontrar todo tipo de variedades blancas y tintas (doña blanca, palomino, garnacha, tempranillo, Juan García o blanco rucio) salió el año pasado su primer vino, un clarete al que bautizó como 'Just Arrive', «que quiere decir recién llegada y es un guiño a la zona». Ella misma comenta que ese vino «no tiene ningún misterio» y, en su segunda campaña como viticultora, la de 2020, ha embotellado una referencia blanca, «casi naranja con la calidad de los vinos de la zona pues hay que tener en cuenta que aquí no saben lo que son los productos comerciales, pero si tratar las viñas y el terreno». Ese vino se llama Teso la Horca, un vino blanco vinificado en tinaja de barro con sus pieles y con seis meses de crianza en bota de madera de olororo.
Este giro vital, forma parte de «un proceso evolutivo de la persona, la tierra ha venido a mantenerme viva, a cuidarme, estoy muy satisfecha y honrada porque hay momentos de tu vida en los que te planteas cosas y ha sido ir eligiendo carreteras secundarias que me han llevado al destino al que quería ir».
Este modelo de negocio está cargado de detalles humanos, «el año 2020 ha sido diferente por la covid, pero en 2019 se presentaron 25 voluntarios para ayudarme a vendimiar».
No todas las viñas son recuperables y, de hecho, tendrá que arrancar la viña de algún amigo para volver a plantar, «pero creo que hay una cosa a la que nadie se resiste y es la pasión, la gente tiene necesidad de un vínculo con estas herencias y yo estoy agradecida».
Reconoce que el año 2020 ha sido duro y que no apareció por esta villa hasta que sus vecinos también podían salir a las huertas a pesar de ser agricultora.
Con un verano «bastante seco, se adelantó la madurez» pero aún así, no deja de confiar en las posibilidades de su producto que está amparado por la marca Vino de la Tierra de Castilla y León.
En su mente, además de plantar bruñal, está hacer un guiño a la provincia de Zamora con las uvas recogidas en una viña en Fermoselle pues de allí eran originarios sus abuelos. «Quiero hacer un juego con los Arribes y las Arribes» y es que el artículo cambia dependiendo del lado desde el que se pronuncie, el zamorano o el salmantino.
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