En plena pandemia se atrevió a emprender en el medio rural. En uno de los pueblos más bonitos y de mayor riqueza patrimonial de Castilla y León, pero también de los más pequeños. La localidad de Haza, situada en la Ribera del Duero burgalesa, cuenta ... con una treintena de habitantes censados, aunque tan solo ocho de ellos residen en sus casas durante todo el año. Allí, Patricia López se atrevió, en julio del año 2020, a reabrir La Casa de Haza, un establecimiento que llevaba más de una década cerrado y que cuenta con bar, restaurante, terraza y cuatro habitaciones. Recuerda que, gracias a las gestiones del alcalde, Antonio Muñoz, con los anteriores propietarios, se logró llegar a un acuerdo para dar este importante paso con el fin de potenciar el municipio como reclamo turístico y patrimonial. “No lo pensé mucho y me tiré a la piscina”, confiesa Patricia al rememorar cómo se atrevió a emprender en un pueblo tan pequeño. Una apuesta que muchos podrían calificar como arriesgada, pero que está a punto de cumplir dos años. “Me gustan los pueblos, defiendo el mundo rural y su futuro. Empecé ilusionada y lo sigo estando”, desvela. En cualquier caso, confiesa que ha pasado un invierno “muy duro”, cree que marcado “por la pandemia y que todavía había miedo, pero espero que el siguiente sea mejor”. Sin embargo, llegado el buen tiempo le sucede todo lo contrario. “Me llega todo de golpe, la verdad es que el verano lo tengo hecho”.
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En la vertiente gastronómica, La Casa de Haza cuenta con restaurante y bar, además de una terraza amplia que ocupa la plaza del pueblo. Entre sus especialidades destacan el tradicional pollo de corral, el cocido todos los domingos, o el lechazo asado. Además, hay una carta donde se sirven paellas, raciones, carnes y pescados. “Va todo por reserva, eso es importante. Lo hacemos así porque no es un sitio de paso. Es verdad que si viene un despistado no se va sin comer, porque cómo en un restaurante se va a ir alguien sin comer, eso no se puede permitir”. Además, el establecimiento también cuenta con servicio de alojamiento, con cuatro habitaciones con baño completo.
“La propuesta ha conseguido dar un impulso al pueblo a nivel turístico”, recalca Patricia. Y es que, debido a su belleza patrimonial, Haza cuenta con un gran número de turistas que con la apertura del establecimiento han encontrado una oportunidad de pernoctar o quedarse a comer en el pueblo, para visitar con más calma el torreón o presenciar los bonitos atardeceres desde el mirador con vistas a los campos de la Ribera del Duero, desde donde se escucha el peculiar canto de la alondra ricotí. “Antes venían visitantes, daban una vuelta y enseguida se iban. Ahora con el bar, la gente se sienta, come, cena… Hay mucho más ambiente y vida”.
Haza está situada en lo alto de un cerro sobre la vega fértil del Riaza y muestra una villa fortificada, declarada Bien de Interés Cultural desde 2010, que se sitúa a 910 metros sobre el nivel del mar y desempeñó un papel fundamental en la Edad Media. En la actualidad, su núcleo urbano mantiene, apenas sin modificaciones, el trazado medieval original, lo que le dota de originalidad e interés para los amantes de la historia. El acceso se realiza atravesando la muralla, quedando a la derecha la imponente Torre del Homenaje convertida en Museo Vivo, a la que se adosan el castillo y la muralla que protege el caserío. La muralla se mantiene en numerosos tramos y, a través del muro asoman las ventanas de las viviendas adosadas, además de la iglesia de San Miguel Arcángel integrada en la línea defensiva.
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