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«Sé que sé muchas cosas del vino, que estoy muy segura, y que conozco la calidad de mi trabajo». Así es Almudena Alberca (Madrid, 1978), una joven arrolladora, que comunica con el exceso de gestos de su cara y de sus manos; que sonríe ... sin saber cuánto y que abre, casi extiende por completo, sus ojos miel para completar cualquier explicación. Convence. Y ha demostrado que también vence cuando se enfrenta a algo por lo que merece la pena luchar.
Almudena Alberca es la primera mujer en España que tiene un Máster of Wine (MW). Solo 380 personas en el mundo, de treinta países, lo poseen. En España, únicamente tres, entre ellos su tutor Pedro Ballesteros. Es el mayor reconocimiento que existe actualmente en el mundo del vino y que le ha costado seis años de esfuerzo del que «quizá ahora sea consciente, pero en aquel momento no», explica como quitándole importancia a la dedicación que le ha restado tiempo de otras muchas cosas hasta que en 2016 logró hacerse con el título. «Soy más consciente ahora –asegura– porque yo disfrutaba mucho cuando lo estaba haciendo. Todo el proceso de aprendizaje ha sido muy activo».
De procedencia zamorana (sus progenitores son oriundos de dos pueblos de la comarca de Sayago), nació en Madrid pero a los pocos años su padre logró una plaza de cartero en Salamanca y la familia se trasladó a vivir allí. Es la pequeña de dos hermanos que ha crecido en una casa en la que siempre había forasteros. Su madre alquilaba habitaciones a los estudiantes extranjeros y eso ha marcado también su crecimiento personal.
Estudió Ingeniería Agrícola en Zamora, en la rama de Alimentación y fue durante las prácticas del verano en una bodega zamorana donde empezó a echar raíces el germen del vino. «Allí me brotaron los polifenoles», bromea recordando su primera vendimia en la cooperativa El Soto, en Villanueva de Campeán, un municipio incluido en la DOTierra del Vino de Zamora.
A Almudena Alberca le sigue «sorprendiendo» escuchar el apelativo de ser «la primera y la única» mujer en España que ha logrado un Máster of Wine. No obstante, lo quita hierro. «Yo pienso que si eso puede ayudar a otras personas, o a hacer que algo se mueva, o que alguien se mueva, pues fantástico, pero no me considero nada más». Insiste en que «se ha distorsionado» un poco todo esto del «feminismo» y aunque le parece «bien» que mañana se conmemore el día internacional de la mujer trabajadora su única reivindicación es «que todos tengamos las mismas oportunidades». Si ese escenario se logra, se podrá «vivir en equilibrio».
Tanto el sector de la enología como el de la gastronomía están muy masculinizados aunque para explicarlo,Almudena recurre a un argumento bastante sencillo. «Antes no era una opción para las mujeres. Hace treinta años, nuestras madres querían ser enfermeras o maestras. Cuando yo estudié Ingeniería eran más chicos que chicas pero yo ya pude elegir». Y ahora, las cosas siguen cambiando.
Dice que lidera un equipo en el que hay tantas mujeres como hombres aunque matiza que en la bodega de Rueda hay más de las primeras, mientras que en la de Ribera «son más clásicos» y la mayoría son hombres. Aún así, «las mujeres van poco a poco cogiendo más responsabilidad y mejores puestos de trabajo» y si eso no ha ocurrido antes, explica, es porque «ellos llevan más años trabajando que nosotras y a eso hay que sumar que llega también un momento en el que ellas tienen que elegir». Lo dice en general, porque siempre hay excepciones, pero se refiere al momento de la maternidad y el cuidado de la familia.
«Nosotras tenemos un vínculo sentimental más elevado y por eso la que más renuncia es la madre».En su caso personal, no descarta prestar atención también a esta faceta de la vida porque hasta ahora no lo ha hecho demasiado. Aún así, tiene muy claro que «me gusta tanto mi trabajo que yo no lo quiero dejar», advierte.
Almudena huye de cualquier tipo de enfrentamientos de género y extiende a todos los sectores su convicción de que «no tiene que haber límites para nadie. Cada uno tiene que intentar llegar donde quiera llegar». Invita a hombres y a mujeres a «luchar por ello» aunque reconoce que «hay veces en las que no se puede hacer siempre lo que uno quiere. Hay limitaciones». Aún así, y a pesar de ello, está convencida de que «siempre puedes luchar por lo que quieres», sentencia.
Fue a partir de ese verano cuando decidió estudiar Enología en Palencia. «Siempre encuentro algo que me engancha», argumenta, y esa excesiva curiosidad le ha impulsado a someterse constantemente a un proceso de formación que ella misma ha ido seleccionando. Superó su segunda carrera y también posee el nivel 3 de otro título de gran prestigio dentro del mundo del vino y las bebidas espirituosas como es el WSET, que otorga el Wines and Spirits Trust también de Londres.
«El vino tiene también una parte de 'life style' y eso me encanta. Me gusta mucho el contacto con la naturaleza y además que es un sector muy dinámico». Como ella. No para. Es «activa, determinada, firme, perfeccionista, entusiasta, trabajadora, sensible, humana y.. más racional que emocional», se define ella misma. Por eso no le cuesta reconocer: «Las decisiones las tomo yo», sentencia, cuando se trata de establecer los criterios para elaborar los vinos que saldrán de las seis bodegas que pertenecen al Grupo Bodegas Palacio 1894, de la que es directora técnica. Elaboran en Rioja, Toro, Ribera del Duero, Rueda y suman dos proyectos en marcha en Galicia.
¿Y qué vinos quiere hacer?, le preguntamos en una sala de la bodega Viña Mayor (Ribera del Duero) forrada de diplomas que acreditan grandes reconocimientos. «El éxito está en hacer los vinos que la gente puede beber; que sean cercanos, honestos, entendibles. Mi momento personal es así y quizá por eso son los vinos que quiero hacer», resume.
Almudena está convencida de que los «vinos son para disfrutar» y es consciente de que «cada uno de ellos es diferente». Ahora está inmersa en un proceso de creación en Rueda para elaborar un vino 100% sauvignon «con alcohol muy bajito» porque cree que puede ser bien recibido en el mercado. No pretende inventar nada sino «ser fiel al viñedo» y a la tierra que le da esa uva, por eso, insiste, los vinos que quiere hacer son «honestos».
Lo explica así, intentando «simplificar» un concepto técnico más complicado que a veces aleja del mundo del vino al posible consumidor. «Mi labor es hacerlo sencillo. Cuanto más se sabe de algo, más capacidad hay que tener para simplificarlo, insiste. Ella ha peleado hasta lograr la mejor formación y eso le ha dotado de una seguridad en su trabajo que maneja a la perfección. «Un Máster of Wine es un especialista del sector que habla para la gente del sector; lo que se llama un 'B to B'», explica. Seis años de estudio y una inversión de entre 15.000 y 20.000 euros fueron necesarios para que en 2016 aprobara finalmente (se presentó tres veces) los tres exámenes de cata; en 2017 los cinco de teoría y, en 2018 aprobó el 'Resert', una especie de tesis doctoral final que cierra el ciclo.
Son cuatro días de una intensidad impresionante. «Supone más esfuerzo que ir al gimnasio», ironiza Almudena antes de explicar que durante ese tiempo se celebran los ocho exámenes; uno por la mañana y otro por la tarde. Así durante los cuatro días.
Hasta lograrlo, tuvo que educar gran parte de sus sentidos, especialmente el olfato gracias a la gran cantidad de catas a ciegas que tuvo que realizar. «No tengo ni idea de cuántas», reconoce. Ni tampoco de los kilómetros que ha recorrido en ese tiempo para aprenderse los vinos del mundo. «Quedaba con mis compañeros y compartíamos los gastos para comprar vinos de todo el mundo». Ahora tiene «un mapa de vinos« en su cabeza, bromea, y es capaz de identificar y saber por qué un vino de una determinada zona es así. «Tienes que entenderlos», sentencia.
Es una persona de culo inquieto. Allí donde ve algo que le puede interesar, acude sin pensárselo a ver qué puede hacer. Esa curiosidad y esa inquietud le ha llevado a vivir en Salamanca, donde creció, a Zamora y a Palencia, donde estudió, o a Soria y Valladolid donde ha trabajado y trabaja. Nació en Madrid pero ella dice que es ¡de Castilla y León! Es de las pocas personas que cantan su procedencia en términos autonómicos, una especie en extinción...
En todo ese proceso ha sido fundamental también la figura de su tutor, Pedro Ballesteros, el primer Máster of Wine de España. «Es una persona muy generosa –le define–. Me ayudaba a salir de los agujeros más oscuros y me deslumbra su humildad y su empatía». Sigue manteniendo contacto con él a pesar de que trabaja en Bruselas, en la sede de las instituciones europeas avanzando en la creación de las ciudades verdes. «Tiene un gran conocimiento científico», valora, y eso también se lo ha importado.
Desde que empezó a trabajar en prácticas en aquella bodega cooperativa zamorana, Almudena Alberca ha organizado sus viajes en torno al mundo del vino. Aquel verano fue una semana a Londres y después a Nueva Zelanda, pero después vinieron otra serie de países de los que unos le marcaron más que otros. «Recuerdo el viaje a Sicilia. Me impactó, aunque no tanto como el de Georgia».
En este último país se sintió casi presionada por el exceso de recomendaciones para conocer uno de los lugares en los que dicen que se hallan las ánforas más antiguas del mundo. No obstante, lo que despertó la curiosidad de esta enóloga fueron los contrastes que descubrió en el país. El resultado fue «un mayor impacto cultural que enológico».
De aquella etapa conserva aún muchos amigos y otros que ha ido sumando por el camino. «Sí, la mayoría de mis grupos de Washap son de gente del vino», reconoce, pero insiste en que los «amigos de verdad, los que se cuentan con los dedos de una mano, no pertenecen al sector». Ha descubierto que para recuperar el tiempo pasado con ellos lo mejor es aprovechar los actos en los que tiene que estary por eso se los lleva como acompañantes. «Es la forma de pasar más tiempo juntos», asegura convencida de estar disfrutando plenamente del dulce momento que le regala su vida profesional.
Y cree que podrá seguir haciéndolo durante mucho tiempo porque «el futuro próximo es muy bonito», advierte. «Es un momento de mucha ilusión en el que estoy viendo los resultados de una inversión». Sí, le preocupa el cambio climático y los efectos que pueda tener sobre el viñedo («quizá la introducción de nuevas variedades», dice), pero «lo podremos afrontar», adelanta.
Lo dice muy segura, como es ella: segura, racional y...«también emocional, ¡no te vayas a pensar!», remarca con sus característicos ojos miel mientras contagia esa risa que ha patentado ya como marca personal.
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