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El interés por la vuelta al mundo no se agota en la celebración de su efeméride. Lo probó ayer el público que abarrotó la sala de la Casa de Colón que acogió una sesión del Aula de Cultura. El Norte de Castilla congregó a ... Cristóbal Colón de Carvajal, descendiente del célebre descubridor, y María Saavedra, directora de la cátedra Elcano del CEU, para hablar de «la mayor y más épica gesta naval de la historia», según la profesora.
El acto fue posible gracias a la colaboración del museo y la Fundación de Cultura, y al patrocinio de La Caixa y la Fundación Vocento. Por el camino, los asistentes descubrieron datos no demasiado conocidos, como que Juan Sebastián Elcano pasó tres años decisivos de su vida en Valladolid, donde tuvo una hija.
La conferencia fue un trabajo en equipo en el que los dos ponentes explicaron al alimón los detalles principales de la exposición, bajo la guía del periodista Carlos Aganzo, que condujo el acto y fue ordenando las intervenciones.
La magnitud de la gesta se puso de manifiesto a medida que se desgranaban la inmensidad de dificultades y problemas que los expedicionarios tuvieron que afrontar. El mayor de ellos era que navegaban un poco a ciegas, con una idea aproximada de lo que buscaban, pero sin indicaciones precisas sobre la ruta a recorrer.
Aunque el viaje estaba auspiciado por el rey de España, Carlos I, Magallanes, el jefe de la expedición, y una parte importante de la tripulación eran portugueses, lo que provocó numerosos conflictos de convivencia. No ayudó la decisión del rey de establecer una codirección en la que la jefatura de Magallanes se supeditaba al control de Juan de Cartagena. «Cualquier marino sabe que un mando dividido es un grave error», explicó Colón de Carvajal. Y especialmente en medio de tantas incertidumbres.
Enseguida el líder de la expedición decidió relegar a Cartagena, lo que agravó las tensiones entre los marinos y fue la causa de varios motines que buscaban retomar el inicial reparto de poder. Uno de los más relevantes, el motín de Patagonia, se saldó con dos ejecutados y con el abandono en una isla del codirector de la expedición y de un clérigo próximo a él.
Los dos ponentes fueron desgranando las distintas peripecias, las dificultades en el mar, los problemas con la comida y las enfermedades, y un sinfín de retos que la expedición hubo de afrontar. Cuando en Filipinas deciden que cada uno de los dos barcos supervivientes vaya por una ruta distinta, Elcano ya era consciente de que, de culminar la trayectoria por África, habrían logrado dar la vuelta al mundo, como así ocurrió.
Sorprendentemente, sin embargo, y pese a la trascendencia de la gesta, apenas es estudiada en las Universidades. La profesora del CEU reconoció que, antes de crear la cátedra Elcano, apenas se dedicaban unos minutos dentro de una asignatura a este viaje. «Sin duda es la mayor gesta naval, y la más épica, de la historia. Que no se nos olvide nunca», reclamó Saavedra, quien reivindica a Juan Sebastián Elcano como «un personaje que enamora».
A este respecto, contó que, nada más llegar a Sanlúcar de Barrameda escribió una carta al rey dando cuenta de que la expedición había logrado dar la vuelta al globo terráqueo. Pero inmediatamente reclamó al rey que mediara para intentar salvar a 13 hombres que habían sido apresados por los portugueses. «Era lacónico, amante de la familia y se preocupaba por sus hombres», asegura Saavedra, quien cree que fueron las circunstancias las que le llevaron a descubrir el líder que llevaba dentro.
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