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La satisfacción reinaba ayer en el yacimiento arqueológico Prado Vargas en el norte de la provincia de Burgos. Finalizaba la cuarta campaña de excavación en la cueva de la localidad de Cornejo, en la Merindad de Sotoscueva, y lo hacía con éxito. Desde el pasado ... 1 de agosto un equipo de quince investigadores de la Universidad de Burgos (UBU), el Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana (CENIEH) y el Museo de la Evolución Humana han trabajado en el nivel 4 de este yacimiento descubriendo dos mil restos de hace más de 45.000 años, entre los que no han faltado huesos y dientes de ciervo, rebeco, corzo, caballo, tejón y otros animales, así como medio millar de piezas de herramientas, destacando varias puntas, raederas, denticulados y muescas, realizadas tanto en sílex como en cuarcita recogidas en los alrededores de la cavidad.
Pero la gran sorpresa de la campaña se produjo el 7 de agosto con el descubrimiento de un diente de leche humano perteneciente a la especie Homo Neandertalensis. El diente, bautizado con el nombre de Vera –en honor a la nieta de Beni, el dueño del prado donde se encuentra el yacimiento–, se corresponde con un molar temporal inferior que se le cayó a un niño o una niña de unos ocho años. Este diente es el primer resto de esta especie localizado en Ojo Guareña y verifica la ocupación de este territorio desde hace al menos 45.000 años.
Los neandertales, los auténticos europeos, se extinguieron hace 27.000 años sin que sepa por qué. Se caracterizaron por ser la especie que generalizó el uso del fuego. En Prado Vargas, una parte importante del material aparece quemado, a lo que hay que unir el descubrimiento esta campaña de los restos de la primera estructura de combustión, un hogar de 25 centímetros de diámetro que evidencia el control del fuego por parte de los neandertales que ocuparon esa zona hace más de 45.000 años. Otro hito de la especie es haber sido la inventora de la expresión artística. La datación reciente de unas enigmáticas pinturas rupestres garabateadas en tres cuevas españolas muestra que se ejecutaron hace unos 65.000 años, más de 20.000 años antes de la llegada del sapiens. Rodrigo Alonso confirma que no sería raro encontrar en Prado Vargas algún elemento artístico, como colgantes perforados.
«Supone una gran satisfacción el hallazgo de restos humanos, si bien desde que iniciamos la excavación quedó documentado que estábamos ante un campamento neandertal, por los hallazgos tanto de animales como de herramientas en las sucesivas campañas», explica Rodrigo Alonso, uno de los codirectores del yacimiento. «Pero el hallazgo de restos humanos –continúa Alonso– siempre es importante para profundizar en el conocimiento de los pobladores y supone un espaldarazo en lo que se refiere a consolidar las investigaciones en este entorno, donde contamos desde el principio con el apoyo de los ayuntamientos y de los habitantes del entorno».
Cueva Prado Vargas se localiza el desfiladero configurado por el río Trema a su paso por Cornejo, localidad perteneciente al Ayuntamiento de la Merindad de Sotoscueva, en el norte de Burgos. La historia de sus hallazgos arrancó en 1968 con el descubrimiento de un cráneo de oso de las cavernas. Este descubrimiento motivó que el científico Trino Torres llevara en 1986 una campaña de excavación donde ya verificó la existencia de una ocupación neandertal en esta cueva.
Desde 2016 un joven equipo codirigido por Marta Navazo Ruiz (Universidad de Burgos), Rodrigo Alonso Alcalde (Museo de la Evolución Humana) y Alfonso Benito Calvo (Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana) retomó las excavaciones ampliándolas hasta excavar más de 40 metros cuadrados, lo que ha permitido recuperar más de 4.000 restos entre huesos, dientes, carbones y herramientas de piedra del mencionado nivel 4.
«Profundizar en las excavaciones en la cueva Prado Vargas servirá también para estudiar la conexión de las poblaciones neandertales de la meseta con las de sus coetáneas en el Cornisa Cantábrica, al tratarse Ojo Guareña de un lugar estratégico entre ambos territorios», explica Alonso, quien descarta que el yacimiento sea útil en lo que se refiere a estudiar la relación de neandertales con el homo sapiens, puesto que el yacimiento en estudio corresponde a asentamientos anteriores a la llegada de la especie más moderna procedente de África. (El encuentro en Europa entre ambas especies tuvo que producirse diez mil años después).
En cuanto al estado de los huesos hallados, los investigadores señalan que los mismos aparecen muy fragmentados, destacando la presencia de radios, húmeros, metatarsos y tibias. Esto se debe a que los grupos neandertales transportaron al interior de la cavidad las extremidades de los animales que cazaron para aprovechar su carne y fracturar las cañas de los huesos largos para poder obtener y consumir su médula. Del resto del esqueleto se han descubierto varias vértebras, un par de fragmentos de cráneos, costillas, así como la roseta de un asta de ciervo y una cuerna de cabra.
Por lo que a las herramientas de piedra se refiere, se han recuperado medio millar de piezas de las que destacan puntas, raederas, denticulados y muescas, tanto en sílex como en cuarcita recogidas en los alrededores de la cavidad. Una de las características de este yacimiento es la presencia destacada de retocadores de hueso. Estos instrumentos son fragmentos de las extremidades de animales, de unos diez centímetros de longitud media, utilizados para golpear los bordes de las lascas y modificar sus filos para reavivarlos o para configurar herramientas.
De cara a futuras campañas, Rodrigo Alonso pide al menos más de lo mismo, es decir, seguir hallando restos bien conservados, ya que «el estudio de sus filos y formas permite establecer para qué se usaron»; pero sin descartar el hallazgo de más restos anatómicos como el de 'Vera'. Para ello, entre los objetivos del equipo director está la ampliación hacia la entrada de la zona de excavación de la cueva.
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