El alcalde entrega la distinción a Dora Vicente y Ángel Jiménez. CARLOS ESPESO

Valladolid rinde homenaje a título póstumo a Jiménez Lozano

Su viuda y uno de sus hijos recogen la Medalla de Oro de la ciudad para un escritor que «construyó su vida con palabras desde Valladolid y la lanzó al mundo»

Sábado, 17 de diciembre 2022, 15:05

En la entrega de la Medalla de Oro de Valladolid a título póstumo a José Jiménez Lozano, el director de Relaciones Institucionales de El Norte ha recordado cómo Miguel Delibes solía sugerirle que se viniera a vivir desde Alcazarén a la capital, a lo que ... el escritor abulense respondía: «Por ahora, no interesa». «Le gustaba estar lejos, pero cerca, del mundanal ruido», ha evocado Carlos Aganzo, quien ha desvelado cómo lo primero que le gustaba decir cada vez que llegaba a la capital del Pisuerga era: «¿Qué se cuece por Valladolid?»

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El alcalde, Óscar Puente, ha presidido el acto de entrega de la Medalla de Oro de Valladolid a José Jiménez Lozano que se ha celebrado en el Salón de Recepciones de la Casa Consistorial. Su viuda, Dora Vicente, y su hijo Ángel han sido los encargados de recoger la distinción otorgada al Premio Cervantes de Literatura.

Al evocar la figura del escritor fallecido el 9 de marzo de 2020, pocos días antes del confinamiento por la covid, Puente ha señalado cómo la grandeza de su obra literaria y humanística no le impidió ser «un persona sencilla y discreta en su vida privada», para lo que ha echado mano de un párrafo de su obra Elegías menores. «Yo querría que se leyesen y se amasen mis libros, pero que se olvidase el nombre de quien los escribió. Y no es que no me importe el afecto o el aprecio de los demás: me importa del todo y es lo que me ayuda a vivir; pero ¡tengo tanto miedo al 'yo', a la vanidad, al orgullo, a la estupidez, a la condición de 'autor', a la gloria!».

Jiménez Lozano, que dejó una obra «caracterizada por su riqueza, complejidad y originalidad, sin parangón en nuestro ámbito», ya había sido reconocido por la capital vallisoletana en 2010, cuando se dio su nombre al Instituto de Enseñanza Secundaria de la calle Felipe Ruiz Martín, en el barrio de Parquesol. En 2017, a iniciativa del Arzopispado de Valladolid, el papa Francisco le agració con la cruz Pro Ecclesia et Pontifice por su trayectoria periodística, su papel en la gestación de Las Edades del Hombre y su ejemplaridad como persona y como cristiano.

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Caracterizado con el «ensimismamiento del sabio distraído», Aganzo ha señalado que Jiménez Lozano «construyó su vida con palabras en Valladolid y la lanzó al mundo» de una manera que el propio escritor abulense resumía así: poniendo «una palabra detrás de otra» y haciendo «las cosas medianamiente bien y sin aspavientos».

Nacido en Langa, en la Moraña abulense, el 13 de mayo de 1930, José Jiménez Lozano estudió Derecho en la Universidad de Valladolid y Filosofía y Letras en Salamanca y Madrid. En 1956 se matriculó en la Escuela Oficial de Periodismo y poco después inició su colaboración en El Norte de Castilla, con una columna que llevaba por título Ciudad de Dios, en el tiempo en el que El Norte estaba dirigido por Miguel Delibes. Aquí compartió tarea con periodistas como Manuel Leguineche, César Alonso de los Ríos, José Luis Martín Descalzo o Javier Pérez Pellón. En el decano de la prensa nacional cubrió como corresponsal el Concilio Vaticano II y escribió editoriales sobre política internacional y en defensa de la libertad de expresión.

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Desde 1978 ocupó el cargo de subdirector del periódico, con Miguel Delibes al mando, y más tarde asumió la dirección del diario hasta su jubilación en 1995. Delibes, ha recordado Puente, le dedicó su novela 'Cinco horas con Mario', un personaje en parte inspirado en Jiménez Lozano.

La obra literaria de Jiménez Lozano consta de veintisiete novelas, trece libros de cuentos, diez poemarios y siete volúmenes de diarios y cartas, veinticinco ensayos y once libros en los que recogen sus artículos periodísticos. En sus textos abordó temas fundamentales de la historia de España, como la Inquisición, la convivencia entre judíos, moros y cristianos o la guerra civil española y la posguerra. Y relacionó acontecimientos relevantes que tuvieron lugar en España con otros acaecidos en diversos lugares de Europa, tales como la Revolución francesa, los procesos de secularización o la aparición de los totalitarismos y sus consecuencias en el siglo XX.

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Junto a sus amigos el sacerdote José Velicia y el arquitecto Pablo Puente, ideó las exposiciones Las Edades del Hombre, que se celebran desde 1988 para poner en valor el arte sacro de Castilla y León, mientras que su extensa trayectoria literaria y periodística le reportó numerosos reconocimientos, como en 1988 el Premio Castilla y León de las Letras, un año después el Premio de la Crítica, en 1992 el Premio Nacional de las Letras Españolas y en 1994 el Premio Luca de Tena de Periodismo.

En 1996 fue distinguido con el Premio Provincia de Valladolid a la Trayectoria Literaria, en 1999 con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, en 2000 se le otorgó el Premio Nacional de Periodismo 'Miguel Delibes' y en 2002 fue galardonado con el Miguel de Cervantes. En 2006 se le entregó el Premio Cossío por su trayectoria profesional y el Ayuntamiento de Ávila le designó Hijo Adoptivo de esa ciudad en 2012.

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Discípulo de San Juan de la Cruz y de Santa Teresa ('la Teresa', abulense como él), pero también de Ortega Gasset, Aganzo ha rematado la semblanza de Jiménez Lozano con unas palabras que el propio autor dedicaba a su paisano Jacinto Herrero: «Todo lo bueno que digamos de él es poco».

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