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«Este es un lugar de memoria, diseñado para sobrecoger y perdurar, una auténtica joya bibliográfica concebida para reunir, estudiar y conservar obras anteriores a 1835». Hasta diez siglos recorre el tesoro bibliográfico que custodia la Universidad de Valladolid en su Biblioteca Histórica de Santa Cruz, un río de tinta, pergaminos, legajos y libros entre estanterías de madera de nogal y suelo ajedrezado. Estos fondos abarcan desde el 'Beato de Valcavado' de 970 hasta los libros publicados con anterioridad a 1835. Antonio Largo, rector de la Universidad de Valladolid (UVa), anunció la reapertura de este espacio tras un año de obras en el que ha permanecido cerrado e insistió en que «el conjunto bibliográfico conforma un tesoro que necesita una atención que ha derivado en estas obras para mantener un patrimonio del que somos depositarios».
La intervención -en la que se ha invertido medio millón de euros- ha dotado al recinto de un nuevo sistema de protección contra incendios «más eficaz y seguro», se ha renovado la iluminación con luminarias de tecnología led y, además de la restauración de la bóveda y su pintado, se han colocado once cámaras de vigilancia para incrementar la seguridad. También se ha restaurado el mueble de la librería barroca, realizado por Alonso del Manzano en 1705, formado por dos cuerpos y varias calles divididas por columnas salomónicas y los escudos de la familia Mendoza, fundador del Colegio de Santa Cruz en 1483, y los Figueroa, familia materna del cardenal.
La obra se ha ejecutado sin vaciar la sala, encapsulando los bienes con elementos ignífugos, detalló Ernesto Vázquez, director de la Biblioteca Histórica de Santa Cruz, donde se custodian 529 volúmenes manuscritos entre los que destacan además del Beato, las 'Orationes' de Cicerón, un ejemplar del 'Becerro de las Behetrías' y los 'Papeles del Colegio de Santa Cruz'. También encuentran refugio entre sus muros 528 ejemplares incunables y raros como el 'Manuale Confessorum de Níder', impreso en Colonia (1467-2472) o la obra de Bernardo Justiniano (Venecia, 1476). Además, la librería del Colegio guarda 12.878 volúmenes a los que se suman otros 12.000 del depósito, todos ellos impresos en materia de derecho, teología y aportaciones científicas recogidas en las principales tipografías europeas de los siglos XV al XVIII. Otros 4.400 folletos son legajos de los siglos XVIII al XIX en los que se recoge la vida institucional, memorias, discursos y catálogos. De ellos, 502 son documentos impresos en Valladolid entre los siglos XVI y XIX.
Manuscritos, incunables y raros, impresos y legajos de la propia Universidad recopilados a lo largo de su andadura histórica, otros procedentes de bibliotecas de los jesuitas tras ser expulsados, ejemplares llegados por los decretos desamortizadores y de la supresión de las órdenes religiosas en el trienio liberal (1820-1823), y donaciones de instituciones y particulares nutren este patrimonio poco conocido y reunido hasta 1835, fecha que pone punto final a lo que se considera la manufactura más artesanal de la edición. Diez siglos de cultura en torno a la palabra escrita en monasterios y en la cuna de las primeras imprentas.
La joya más antigua de la Biblioteca Histórica de Santa Cruz es el 'Beato de Valcavado', un manuscrito del año 970 cuyo título es 'Comentarios al apocalipsis de San Juan', del que se conservan una treintena de ejemplares en todo el mundo. De azarosa existencia, antes de recalar en Santa Cruz permaneció en el colegio San Ambrosio de Valladolid y, tras la expulsión de los jesuitas en 1767 pasó a la Universidad. Integran el manuscrito 87 miniaturas a color y su escritura en letra visigótica se atribuye a un monje llamado Oveco, que lo escribió e iluminó entre junio y septiembre del año 970 en el monasterio de Nuestra Señora de Valcavado (en el norte de Palencia), hoy desaparecido. Este ejemplar lo conserva la Universidad en una urna blindada, y en la sala se han exhibido dos facsímiles. En el mismo recinto, la exposición 'Libros malheridos' da cabida a dos docenas de ejemplares que han sobrevivido al paso del tiempo con daños de diverso alcance provocados por el humo, la humedad, cortes y arranques de páginas, el manejo deficiente, los censores.... aún así han llegado hasta nosotros y conforman en la Biblioteca Histórica un espacio cargado de simbolismo con miles de ejemplares que escoltan al retrato ecuestre del cardenal Mendoza, obra de Manuel Peti (1658-1736).
Aunque los fondos están en su mayoría digitalizados, se permite el acceso a investigadores que disponen de un espacio auxiliar dedicado a la historia del libro, la imprenta, impresores, grabado y encuadernación. La Biblioteca Histórica de Santa Cruz está abierta a visitas siempre y cuando se concierten con antelación en grupos de entre 15 y 20 personas, una restricción orientada a la preservación de los fondos, señaló Ernesto Vázquez. Unas joyas en pergamino y papel que han logrado sobrevivir al paso del tiempo, la censura, expolios, incendios, guerras y avatares diversos gracias a propietarios e instituciones involucrados en el empeño en preservarlos. Así han llegado hasta nosotros. «La colección que aquí se guarda ha pasado por todo tipo de vicisitudes históricas y nuestro deber -afirma el rector- es preservarla».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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