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Han saltado las alarmas. 'El Juego del Calamar' ha llegado a los colegios.
Los niños emulan sus macabras dinámicas en los recreos y los padres se echan las manos a la cabeza con lo que sus vástagos extraen de una serie de Netflix que se ... ha convertido en el mayor bombazo en lo que llevamos de año en materia televisiva.
Para más inri, el hilo conductor de la producción son distintos juegos infantiles. Si la sociedad confunde conceptos como los llamados dibujos animados para adultos, el hecho de que en 'El Juego del Calamar' se lleven al extremo divertimentos tan populares como el escondite inglés, las canicas o una mezcla entre la rayuela y la galleta (en cuya versión asiática se basa este juego) no ayuda a muchos a decidir si los niños pueden verlo o no. Porque en la serie esos entretenimientos infantiles se encuentran adaptados al lado más cruel y avaricioso del ser humano. Para quien pierde, significa su fin. Por si no queda claro: es extremadamente violenta.
Una de las primeras en dar la voz de alarma en Twitter fue '@PiruletadeMenta', maestra en un colegio de Murcia que explicó cómo había niños jugando a 'Un, dos tres, pollito inglés' pero con la frase 'Luz verde, luz roja' y simulando los disparos para acabar con los perdedores.
David Cortejoso, psicólogo experto en nuevas tecnologías, no apunta tanto hacia la violencia descarnada de la serie sino que cree que el mayor problema está en lo que transmite: «Todo vale por dinero; es la solución a todos los problemas y la violencia está totalmente justificada». Y añade: «'El Juego del Calamar' muestra lo peor del ser humano, unos valores que los menores no pueden gestionar». Cortejoso tiene claro que «no es una serie para menores» (está clasificada como +16) aunque admite que «es muy difícil establecer una edad concreta» en la que se está preparado para asimilarla.
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borja crespo
Borja Crespo
El psicólogo asegura que los adolescentes y los preadolescentes saben perfectamente diferenciar la realidad de la ficción, así como lo que está bien de lo que está mal. Así que pone el foco en que el problema pasa por la forma en la que se destaca que la violencia es un medio para conseguir un fin, en este caso para hacerse con millones de wones. Asegura que el tema del juego de los colegios «es una moda» y que pasará. «Cuando éramos pequeños jugábamos a volar porque estaba Superman».
Cuando los padres saben ya que su hijo ha accedido a ese tipo de contenido lo que deben hacer es hablar con el menor, explica: «Hay que analizar esos valores y razonar que no encajan en la familia, el dinero no lo es todo y la violencia no es una solución». Apuesta por dejar hablar a los niños: «Que opinen sobre lo que han visto, que se expresen, que digan lo que piensan sobre la serie y lo que plantea». Lo compara con los videojuegos: «Es como el que juega a uno que habla de droga o de prostitución: el menor sabe que es ficción pero puede normalizarlo y trasladar esos valores a la vida real».
El problema de que los niños estén viendo 'El Juego del Calamar' no es exclusivo de España. De hecho, el primer país que advirtió este problema fue Bélgica. Ya han sido varios los centros educativos que han emitido escritos entre los padres para advertir de la práctica y están poniendo coto a los juegos. Es el caso del colegio de Educación Infantil y Primaria 'Teresa de Calcuta' en San Sebastián de los Reyes. En Cataluña, el Consell de l'Audiovisual ha pedido a los padres de los escolares «una menor exposición a estos contenidos» que considera inadecuados y en Madrid la consejera de Cultura, Marta Rivera de la Cruz, instó a evitar que los chavales vieran la serie: «No es para niños de 12 años», dijo.
Por otra parte, David Cortejoso invita ha aprovechar la jugada y sacar algo positivo. «En los colegios se puede hacer un trabajo de pedagogía usando 'El Juego del Calamar'». El psicólogo apuesta por aprovechar las circunstancias para realizar alguna actividad con la producción de Netflix como hilo conductor. «Se debe hablar como en las familias, se puede organizar un debate con un grupo a favor y otro en contra, por ejemplo, o cualquier otro trabajo que consideren los profesores». Es bastante probable que un niño de quinto o sexto de Primaria haya visto la serie incluso en familia «y no se le haya dado mayor importancia», remata. Los dispositivos móviles son los culpables de que los menores hayan accedidos al 'Juego del Calamar' pero no será el primer contenido inadecuado que alcanzan ni será el último.
Lo que deja claro la plataforma web es la clasificación por edades -siempre hay que estar atentos a este etiquetado- y su baremo son los 16 años por violencia, escenas de suicidio, sexo, etcétera.
Cabe recordar que Netflix -al igual que otras plataformas- permite el control parental con la creación de un perfil, dentro de la cuenta principal, destinado a un menor. De esa manera, los padres o tutores pueden controlar lo que ven sus hijos.
Este género televisivo y cinematográfico -denominado 'battle royale'- no es nuevo. Los juegos llevados al extremo en el que la finalidad es sobrevivir -muchas veces ni siquiera hay dinero de por medio- son bastante habituales en el manga japonés. 'Gantz', 'As the Gods Will', 'Alice in Borderland' o la propia 'Battle Royale', que da nombre al género, son buenos exponentes.
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