nuria rozas
Sábado, 17 de septiembre 2016, 10:27
Nunca los hemos visto en persona, pero parece que les conocemos de toda la vida. Los presentadores de televisión se cuelan en nuestros hogares, sofás... Y hasta en la cocina. Y cuando se van los echamos de menos. ¿Quién no recuerda a Antonio Hidalgo, el muchachillo de la orquesta de 'Sabor a ti', que se convirtió en el compañero inseparable de las tardes de Ana Rosa Quintana? Ahora, una década después alejado de las cadenas nacionales, desvela qué fue de él.
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- Consiguió pasar de ser el cantante de la orquesta de Sabor a ti a presentador. ¿Cómo lo hizo?
- ¡Casualidades extrañas de la vida! Me contrataron de cantante, y un día el copresentador no pudo llegar a tiempo porque tuvo un problema con el vuelo, me lo propusieron a mí y dije que sí. Ahora pienso: ¡Qué morro le eché! Ja, ja.
- Y le salió bien la jugada.
- Sí, pero porque no le tenía miedo al fracaso. En la vida cuanto menos importancia le das a las cosas mejor, cuando te agobias y le pones mucho empeño peor.
- ¿Por qué abandonó Antena 3 en plena cresta de la ola?
- Todo el mundo cambia de empresa y no pasa nada. Unas veces te toca estar en un lado y otras en otro. Simplemente me vine a trabajar a Murcia hace nueve años, me adapté muy bien a la región y tengo una vida absolutamente plena y feliz. Lo de estar más o menos reconocido por la calle nunca me ha preocupado.
- Usted iba para abogado.
- Mis padres pensaban en esa época que su hijo tenía que ir a la universidad y estudiar una carrera de provecho como medicina, derecho... Lo de 'quiero ser artista' les sonaba a pasar hambre. ¡Y tenían razón! Es una profesión muy bonita pero muy insegura. Yo di vueltas por la Facultad de Derecho y al final mi padre me dijo: Has jubilado a tres catedráticos, esto no es lo tuyo. Y como ya me ganaba un dinerito bastante majo cantando me dediqué a eso. Y mi madre me ha reconocido que se alegra, porque le he dado buenos momentos en la tele. Ahora mi hijo está estudiando Periodismo, y eso que yo le dije que ni se le ocurriese. Pero al final que disfrute y que haga lo que quiera. Igual que yo.
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La mujer de su vida
- Es como El Gran Wyoming: presentador de día y cantante de noche.
- A los dos nos pasó lo mismo. Tuvimos primero un grupo, antes de presentar, y luego lo hemos recuperado. ¡Yo a los catorce años iba por los locales de ensayo con la guitarra y hace tres años volví a hacer conciertos con Los Happys! Mi mujer me dice que de nuevo mi ocio se ha vuelto a convertir en mi trabajo. ¡Llevo seis noches seguidas tocando!
- Le va a echar de casa...
- ¡Eso es! Lo has acertado. Ese es el problema. Mi mujer me pregunta que si esto va a ser así para siempre. Y yo le digo que defina así y para siempre. (Risas)
- Decía hace años que los pilares de su vida eran su mujer, su hijo y el perro. ¿Siguen siéndolo?
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- Mi hijo, por supuesto. Pero mi vida sentimental ha dado tantas vueltas que te comentaré que el perro se fue con la anterior. (Carcajadas) Pero me he vuelto a casar con una murciana. Y he encontrado, aunque me lo hayas oído decir muchas veces, a la mujer de mi vida. ¡Pero de verdad!
- Le hemos visto siempre con muchas mujeres y muy guapas.
- Sí, sí. Yo a mi mujer le digo siempre: eres la séptima, cariño. Ja, ja. Y ella siempre me dice que a ver si paro ahí. Tiene mucho sentido del humor. He tenido muchas relaciones, guardo un buen recuerdo de ellas y me hablo con todas, que no es algo fácil. Siempre me han tachado de inmaduro, pero de buena persona.
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