Juego de Tronos 6x10: La venganza lleva nombre de mujer
La sexta temporada ha sido la de las mujeres, la del empujón a las tramas, la de las confirmaciones de teorías... y el último episodio cumple con todas esas premisas
M. E. García
Martes, 28 de junio 2016, 10:21
Se acabó por este año y faltan 11 largos meses (eso sí es un invierno) para que 'Juego de Tronos' regrese a HBO, pero siendo sinceros eso no es impedimento para que se siga hablando de la historia... y mucho. 'Winds of Winter' (Vientos del Invierno) es el título literal para el capítulo en el que la llegada de un cuervo blanco desde Antigua a Invernalia anuncia el comienzo oficial de ese invierno que la casa Stark se pasa la eternidad anunciando.
(Spoilers) Ese personaje finalmente no apareció por ninguna parte. Mal. Sin embargo, 'Vientos del Invierno' es un maravilloso capítulo de setenta minutos de duración (el más largo hasta la fecha) en el que varios personajes consiguen aquello que llevaban mucho, mucho tiempo ansiando (y muchos espectadores también). En la mayoría de los casos: la venganza.
De norte a sur la primera parada es El Muro. Allí Benjen deja a Meera y a Bran. Él no puede pasar, les explica, porque no es solo una construcción de hielo enorme sino porque encierra magia, magia antigua que es lo que realmente hace que los muertos no puedan pasar. El tema es: ¿por cuánto tiempo? Los caminantes se acercan y aunque no los vemos en este episodio están muy presentes en los diálogos de los habitantes de El Norte.
Bran se encuentra muy concienciado con su nuevo papel. Ahora que es el Cuervo de Tres Ojos debe cumplir su cometido, 'enchufarse' a los arcianos para escrutar el presente, el pasado y el futuro de Poniente. Y es entonces cuando, por fin, se confirma: R+L=J. Jon no es hijo de Ned sino de Lyanna. Es el elegido, el Azor Ahai, el hielo que contrarresta al fuego, pero no es el rey del Norte por mucho que ahora los señores le aclamen como ya lo hicieran con Robb.
Es cierto que en ningún momento escuchamos mencionar a Lyanna que el padre sea Rhaegar pero, en reddit una usuaria ya ha publicado su propia teoría. Además, la hermana de Ned le pide que proteja al niño: ¿Por qué iba a hacerlo si no fuera porque corre peligro? ¿Y por qué iba a correr peligro si no fuera porque es un Targaryen? El hijo de Lyanna y otro noble no supondría ningún peligro para Robert que ya sabemos la obsesión que tiene con los Targaryen. Intenta matar a Daenerys por todos los medios aunque le acabe saliendo el tiro por la culata.
En Invernalia Sansa pide perdón a Jon por no haberle contado lo que sabía sobre El Valle. Los dos hermanos se acercan y prometen confiar el uno en el otro, pero la presencia de Meñique no puede augurar nada bueno. Meñique proyecta en Sansa los deseos que le carcomían con su madre y que no solo tienen que ver con el sexo sino también, y mucho, con el poder. Sansa lo sabe y le conoce. Problemas van a tener, eso seguro, está por ver como son capaces de solventarlos, sobre todo esta nueva Sansa. Aumentará la tensión entre los dos 'hermanos', seguro que intenta que se enfrenten por el señorío de Invernalia. Lo más seguro es que una vez que Jon descubra la verdad sobre su origen el tema no tendrá mayor recorrido y menos aún si Bran regresa a casa.
¿Y qué decir de Lyanna Mormont? Pues que se ha ganado a pulso un lugar en todo corazoncito fan definitivamente y eso que no aparece en pantalla más de diez minutos en total. Un acierto el 'casting' de la niña y la decisión de dotarla de más sentido común, dureza y credibilidad que a los mayores.
Muchos temían por Melisandre (me incluyo) pero parece que, de momento, se libra de ser ejecutada. Jon la destierra de El Norte con la amenaza de que si vuelve acabará colgada por el asesinato de Shireen. Ella se marcha hacia el sur. ¿Hasta dónde llegará? ¿Desembarco? ¿Dorne? ¿Se encontrará con Deanerys y sus dragones, atará cabos y la llevará hasta Jon? Parece que la Sacerdotisa Roja tiene un papel que jugar, como ella misma recuerda a Jon.
Desembarco del Rey es uno de los lugares 'top' de este capítulo (el otro es Meereen). En la capital se encuentra todo preparado para el juicio a Loras y a Cersei. Y sabíamos que Cersei escondía un as en la manga. Hubo hasta quién lo adivinó: esas visiones de fuego valyrio de Bran no tenían por qué ser el pasado si no el futuro. Y acertaron a pesar de que las imágenes se mezclaban de manera tramposa con las de Aerys.
Loras es juzgado, claudica delante de todos, confiesa sus pecados y se convierte en un gorrión pero por poco tiempo. Mientras, Cersei, bebe vino en la Fortaleza Roja y mira como el Septo vuela por los aires. Antes, el montaje nos regala unos planos en los que se puede ver como se viste la reina madre. El vestido, muy parecido a una armadura (+1000 a vestuario) y el proceso que sigue, casi ceremonial, recuerda a los soldados antes de la batalla: poético, delicado y cruel.
Y es esa la reina: cruel y vengativa, inteligente y fría. Alcanzar lo que desea no le sale gratis. No tiene en cuenta los sentimientos de la persona a la que más quiere. Al fin y al cabo Tommen solo es un adolescente que ama a Margaery y quiere tener a su madre contenta. No puede soportar la pérdida de su mujer y que sea su madre quién haya orquestado todo y se tira por la ventana. Así se cumple la profecía del Valonqar, al menos parcialmente. Falta por cumplirse la que habla de su propia muerte.
Cersei se venga así, tanto de los gorriones, como de los Tyrell. Se carga de un plumazo a Margaery, (nos quedamos sin saber si su plan hubiera tenido éxito), a Loras y a Mance. También a su tío Kevan y a la mitad de los nobles de la capital. Su gran fallo es no poder acabar con Olenna. La Reina de las Espinas viva es un gran peligro. La nueva monarca debería saber esto mejor que nadie. A ella la subestimaron y por eso gana, si quiere seguir en su posición no debe olvidarse de nadie.
Por supuesto, Cersei cuenta con la inestimable ayuda de lo que queda de La Montaña y de Qyburn, el nuevo maestre sin cadena que asesina con ayuda de los pajaritos de Varys a Pycelle, el odioso, al más puro estilo de 'El Padrino'. La Montaña recibe su premio y la reina otra venganza cuando le entrega a la septa Unella. Un momento en el que Cersei se recrea especialmente.
Jaime llega de Los Gemelos y divisa, de lejos, el humo y los escombros en Desembarco del Rey. Su cara al llegar al gran salón y ver a su hermana sentada en el Trono de Hierro lo dice todo sobre el rumbo que va a tomar su relación. El Matarreyes, el apodo de Jaime en Los Siete Reinos se lo ganó al asesinar a Aerys por la espalda, precisamente, por su empeño de quemar la capital con fuego valyrio. ¿Será él el valonqar y no Tyrion? Esa posibilidad adquiere cada vez más peso.
Además, este cambio en el Trono de Hierro refuerza la posición de Danerys. Es lógico. Ella es ahora la reina más legítima que puede tener Poniente (con permiso de Jon) y si posa su real culo sobre el Trono de Hierro será quitándoselo a una reina decadente, rubia, pero decadente, que ha conseguido su posición gracias a la extinción de los Baratheon: casa de machotes que han acabado fatal (Lo propongo como nuevo lema de la casa).
Otro de los factores que influye en la Madre de Dragones es el hecho de que Jon sea su sobrino ya que sería él y no ella el heredero legítimo al Trono de Hierro. Está por ver si se enfrentarán o si unirán fuerzas. Pase lo que pase deberán luchar juntos contra los muertos. Eso es seguro. Igual de seguro es que ella es el fuego y él el hielo de esta canción.
Lord Walder Frey, el personaje que más asquito da de los que quedan vivos tras la muerte de Ramsay, celebra junto a Jaime su victoria en Aguasdulces. La fortaleza de los Tully ha vuelto a sus manos y su yerno a las mazmorras. Se burla de los Stark y la Boda Roja, se encuentra muy contento porque ha ganado sin haber luchado y Jaime le recuerda que los Lannister no les necesitan si van a tener que acudir en su ayuda cada dos por tres.
Y aquí llega uno de los momentos más memorables del capítulo (que encierra unos cuantos) Arya, con detalle ultramacabro incluido, se ha cargado a los Frey (o al menos a los principales). Para el final, deja al odioso patriarca al que raja la garganta, no sin antes servirle un pastel muy especial e informarle puntualmente de que es Arya Stark. Le falta un «Tú mataste a mi familia, prepárate a morir» o, en su defecto, citarle la Biblia como en Pulp Fiction.
A la pequeña de los Stark le ha cundido lo aprendido en Braavos. Lo que no llego a comprender es por qué no mata, ya de paso, a Jaime Lannister. Puede que él no esté en su lista, pero es un Lannister y hasta que Cersei se ponga a tiro es lo mejor que tiene. Está por ver si consumará su venganza contra la leona antes de que Daenerys llegue a Desembarco del Rey.
Más hacia el Sur llegamos a Dorne. Hace mucho, muchísimo que no sabemos nada de Las Serpientes de la Arena y de lo que ha ocurrido con el reino después del golpe de estado y del asesinato de Doran y Trystane. Ellaria y las hijas de Oberyn son ahora las gobernantes (adorable ese país en el que una colección de hijas ilegítimas y una amante se convierten en reinas) y se citan con Olenna para planificar su venganza contra los Lannister. A la cita acude un invitado previsible: Varys tiene todo lo que pueden desear, una Targaryen con dragones.
Dorne es un reino estatégicamente situado para recibir a la Madre de Dragones cuando llegue a Poniente. Se puede convertir en su cuartel general, en una base en la que preparar su ofensiva contra los Siete Reinos. Además, los lazos que unen a los Martell y a los Targaryen son de los más sólidos del continente.
Sam y Elí han llegado a Antigua. Como era de esperar, Sam se emociona con la grandiosidad y la cantidad de libros de la biblioteca, sin duda, inspirada en la de Alejandría, y los maestres no se muestran muy receptivos con las mujeres y los niños. Además, dejan en el aire la admisión de Sam como futuro maestre puesto que no han sido informados de las muertes de Jeor Mormont ni de Aemon. Y no están como para perder el tiempo, la verdad. Por suerte, si Sam es algo, es profundamente inteligente.
En Meereen, al otro lado del Mar Angosto se encuentra la gran clave de la 'finale' de la sexta temporada de 'Juego de Tronos'. Comienza el invierno de manera oficial pero para Daenerys es primavera. HBO ha acabado con el nudo de Meereen. Gracias.
Todo lo que sucede en la Gran Pirámide es un delicia de principio a fin: desde su 'hasta luego, cocodrilo' a Daario hasta su conversación con Tyrion. La reina debe dejar a su amante al mando de los Segundos Hijos para preservar la paz en la ciudad. Que la acompañara a Poniente estaría feo. Muy grande el detalle del mercenario recordándole que si fuera rey y no reina podría llevarse a cuántos amantes quisiera. «¿Quieres ser una querida?», le responde ella.
Tyrion intenta animarla. Le dice que es de buena reina renunciar al amor en favor de la política. Daenerys es muy consciente de que su matrimonio debe ser estratégico y que lo sentimental para totalmente a un segundo plano. Los dos, sentados en las escaleras, sinceros y cómplices se convierte en uno de esos momentos para enmarcar. Tyrion sabe que podrá ser una buena reina porque es buena persona, sabe escuchar y ella está segura de lo mismo con el enano. Momento lagrimita cuando le entrega el broche de la Mano.
Por cierto, la bahía de los Esclavos ya no es más la bahía de los Esclavos. Sino la de los dragones. Parece que Daenerys ha conseguido, de momento, acabar con los esclavistas. Como bien le recuerda Tyrion: «Estás en el gran juego ahora, y el gran juego aterroriza». Que se lo digan a Tommen.
Los minutos finales rebosan épica. Los mil barcos cargados de dothrakis, los cascos pintados, las banderas con los emblemas Targaryen, el dragón de tres cabezas ('Sangre y fuego') y los Greyjoy, el kraken ('Nosotros no sembramos') escoltados desde el aire por Drogon, Viserion y Rhaegal. La imagen que todos los lectores querían ver, por fin, en sus pantallas.
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