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Víctor Vela
Sábado, 21 de noviembre 2015, 09:39
¿Que por qué nos gustan las series de televisión? Pues tal vez sea por los tatuajes GPS de Michael Scofield o por las botas y la moleskine de Kalinda Sharma. Por las sucesivas muertes y resurrecciones de Jack Bauer o por Ally Mcbeal cantando a Luis Aguilé mientras espera al semáforo en verde. Quizá sea por ver a Alexis Carrington abriendo la puerta del juzgado al final de la primera temporada de Dinastía. Nos gustan las series por la canción de Los Fraguel, por la sintonía de Fama y por los títulos de crédito de A dos metros bajo tierra. Por la banda del bate y los videojuegos retro de The Americans. Nos gustan las series por la boda roja de Juego de tronos, por los abrigos blancos de Olivia Pope y por el fundido a negro de Los Soprano.
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¿Que por qué nos gustan las series? Pues por Carlton Banks bailando a Tom Jones en El Príncipe de Bel Air, por Maggie Gioberti ahogada en la piscina (y por Ángela Channing sacudiéndose el polvito del hombro, a lo Esperanza Aguirre, después de un accidente de avión). Por las trenkas molonas de Aquellos Maravillosos 70 y por el ropero completo de Seth Cohen en The OC. Nos molan las series por la intensidad adolescente de Dawson crece y por la cámara lenta de Los Vigilantes de la Playa. Por la caravana de Breaking Bad, por el Chevrolet Impala de los Sobrenatural brothers, por el coche fantástico y por la furgoneta del Equipo A.
¿Que por qué nos gustan las series? Pues por las pilas de la grabadora del agente Cooper, por el nos estábamos tomando un descanso de Friends, por la constante de Perdidos, por el bricomanía de MacGyver y por los focos cegadores de Friday Night Lights. Nos flipan las series por la permanente de Jessica Fletcher, por la melenaza de la de Matrimonio con hijos, por el tinte pelirrojo de Bree Van de Kamp y por el flequillo del tío Jesse (o de Brandon Walsh). Amamos las series por todas esas veces que intentaste pintar la cara de Bart Simpson en las hojas traseras del cuaderno del cole.
¿Que por qué nos gustan las series? Pues por saber quién morirá esta temporada en Anatomía de Grey, por los partylines telefónicos de Cinco hermanos, por un beso en Expediente X y por los inventos de Rambaldi. Por la cojera de House, por el chándal de Sue Sylvester y por la animadora de Héroes. Por las salamandras de oro del profesor Poopsnagle. Por el toc toc Penny, Penny, Penny. Nos enganchamos a las series por la música de Treme, por el paisaje de Fargo y por el paisanaje de Doctor en Alaska. Por los copazos a media mañana en Mad Men, por esa especie de Media Markt donde trabaja el de Chuck, por las caras sucias de Vikingos y por un insulto de Cookie Lyon. Por el muelle de Boardwalk Empire. Por los muerdos de Crónicas Vampíricas y por el rancho de cena en Orange is the new black. Mmmm.
¿Que por qué nos gustan las series? Pues por las camisas de lino de Dexter, por Verónica Forqué en Pepa y Pepe, por el tiroteo final de Los hermanos Donnelly. Por toda Amanda Woodward (así, en general) y por la caidita de ojos de Frank Underwood cuando mira a cámara (así, en particular). Nos gustan las series, y esto es definitivo, porque ya no tenemos que traducir los títulos de The Wire, The revenants, The leftlovers o True detective. Nos gustan las series, en fin, porque algunas, aunque eso tú ya lo sabes, son legen (espera) darias. Por eso, digo yo, que nos molan tanto las series.
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