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Ambiente distendido y silencioso entre los clientes de la terraza del Coco Café de la plaza Federico Wattenberg, mientras grupos organizados de turistas disparan con sus cámaras de fotos a la fachada del Colegio de San Gregorio. Todo tediosamente cotidiano hasta que una joven con ... gafas de sol, sentada en la terraza ante un café con leche, se arranca a entonar una saeta. La gente, cogida por sorpresa, guarda silencio, escucha y se pregunta qué está pasando. «Aahhh, es el TAC», dice alguien cayendo en las fechas en las que estamos.
Acaba la joven su canto y se abren de par en par unas ventanas en el Palacio de Villena, al que se asoma un cantaor que entona otra saeta a pocos metros de las esculturas procesionales que reposan en las salas del Museo Nacional de Escultura. Del balcón de un piso surge otra mujer que da la réplica flamenca mientras el silencio se extiende entre turistas, espectadores del festival y parroquianos del bar hasta que el río de voces puras de los cantaores, sin equipos de megafonía, cesa y llueven aplausos de un público que pasa de la turbación a la emoción.
«Son saetas que se cantan en Semana Santa y que regalamos a los transeúntes», resume Jorge Barroso, director de Varuma, que llega al TAC con 'El síndrome de Stendhal', una acción con cuatro performances sobre el flamenco, su desubicación al sacarlo de su puesta en escena tradicional y las emociones que provoca.
La obra representada en la plaza Federico Wattenberg se titula 'Saeta para transeúnte' (días 23 y 24 a las 11:00 y 17:00 h.) y, al igual que las otras piezas –'¿Cómo hemos llegado a esto?' (plaza San Martín, días 23 y 24 a las 12:00 y 18:00 h.), 'De lo tradicional a la piedra' (Fuente Dorada, días 23 y 24, 13:00 y 19:00) y 'Decálogo de Vicente Escudero' (Acera Recoletos, días 23 y 24, 14:00 y 20:00)– gira en torno al flamenco y el «falso debate» en torno a su pureza, las letras críticas de los fandangos que a veces acaban en piques satíricos y un homenaje al bailarín vallisoletano, «una figura importante en el mundo del flamenco», apunta Jorge Barroso. «Ante todo, queremos tocar el alma de las personas; habrá gente que piense que estemos destrozando el flamenco y a otros les gustará».
Otra de las propuestas presentadas en la Casa Revilla es 'Cyclamen', del colectivo Yurdance. Miriam Aguilera y Rita Noutel –que desde su silla de ruedas prefiere hablar de «diversidad» en lugar de «discapacidad»– son las intérpretes de una obra de danza y teatro en torno a una flor de invierno que sirve como metáfora para abordar «el sufrimiento humano y la lucha con la parte más oscura de nosotros mismos». Se representa los días 23, 24 y 25 a las 17:00 y 20:30 hoas en la Plaza del Salvador.
Del deseo que surge en los viajes y la utopía de la huida trata la compañía Matarile en 'Los limones, la nieve y todo lo demás'. El viernes 24 se pone en escena en el LAVA esta obra que, en palabras de su directora Ana Vallés, «juega con el encuentro entre dos mujeres de generaciones y físicos diferentes» a partir de la dialéctica entre las grandes perspectivas y el acercamiento más íntimo.
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