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Llegó tal vez arropada por la carpa de los hermanos Teresa, una de las compañías circenses que, a finales del siglo XIX, recalaba con sus espectáculos en calles, plazoletas y cosos taurinos.Aquel agosto de 1884, la 'troupe' de veinte artistas se instaló en la ... plaza de toros pucelana para animar aquel verano en la ciudad con sus números de equilibristas, malabaristas y humor.
Entre los colaboradores habituales de Hermanos Teresa se encontraba Remigia Echarren –su nombre artístico era Madmoiselle Agustini–, una conocida funambulista que ese mismo año extendió una maroma entre ambas orillas del Pisuerga para atravesar el río a su paso por Valladolid.
Lo recuerda Estefanía de Paz Asín, educadora, artista, profesional de las artes escénicas y responsable de 'La reina del Arga', el espectáculo que rinde homenaje a Echarren y que se podrá ver (jueves, viernes y sábado, 12:00 y 18:30 horas), en Poniente,en el Festival de Teatro y Artes de Calle (TAC).
La actriz se acercará antes a Valladolid para rastrear en el Archivo Municipal las posibles huellas pucelanas de Remigia Echarren (Pamplona, 1853-1921), «una mujer valiente, revolucionaria, excéntrica, que en su día fue tachada de bruja por dedicarse al mundo del circo».
Hija de lavandera (Joaquina) y hortelano (Venancio), Remigia se enamoró del circo y desafió corsés sociales para convertirse en 'la reina de la maroma'. «Era una valiente, una loca, la mejor. Sus números de equilibrismo estaban llenos de pirotecnia, volteretas, se subía a una silla y hacía virguerías». Su edad dorada fue entre 1883 y 1892.
Pero era tanto el riesgo que corría que sufrió un gravísimo accidente. Un mal paso en Ondárroa le provocó una caída desde 15 metros de altura. «Se rompió un brazo y tuvo lesiones muy graves en la espalda». Después de aquello volvió a actuar, en Vitoria, Puente La Reina, pero ya no era la misma, faltaba ese vigor que le permitía decir que los Sanfermines no comenzaban con el chupinazo, sino con la llegada de la Echarren, que enviaba cartas al Consistorio navarro para que la banda municipal animara su espectáculo. Pasó sus últimos años casi en la miseria, vendiendo lotería por las calles de Pamplona y su figura poco a poco se fue olvidando.
Hasta que los últimos tiempos han devuelto el brillo a su talento. El Ayuntamiento de Pamplona le ha dedicado una calle y hace tan solo unas semanas ha aceptado la petición de Estefanía, que a través de la plataforma change.org recogió firmas para que las pasarelas sobre el Arga pasen a llamarse Mademoiselle Agostini.«Me gusta que el arte tenga también trascendencia política y social», dice De Paz. Descubrió la figura de Echarren durante un taller en el que, con 17 años, se inició en las artes circenses. Y durante la pandemia diseñó el espectáculo con el que ahora recordará su figura en Valladolid.
La propia Remigia se mostraba orgullosa de su hazaña sobre el Pisuerga y la incluía en las octavillas publicitarias con las que promocionaba sus números. Estefanía ha conseguido una del homenaje que le tributaron en los Campos Eliseos de Madrid, unos jardines de recreo que ocupaban el actual barrio de Salamanca. Allí se anunciaba una función de «difíciles equilibrios», como «la inconcebible carrera de espaldas», «el tan aplaudido ejercicio de la silla prodigiosa» o «la ciega de Los Alpes», un trabajo que consistía en atravesar la maroma con los ojos cerrados y un saco en la cabeza. También solia caminar sobre la cuerda con los pies metidos en cestos de mimbre.
«La señora doña Remigia Echarren y Aranguren falleció el 9 de enero de 1921», decía su esquela, en la que esposo, hermana, primos, sobrinos «y demás interesados» anunciaban unos funerales que tendrían lugar, dos días después, en la parroquia de San Juan Bautista. Aquel fue el último viaje de Remigia, quien, en realidad, según su partida de nacimiento, se llamaba Leona Benigna, la reina del Arga y de las maromas.
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