Los artistas reinventan los malabares en Valladolid

La cosa iba de malabares esta tarde en Valladolid. Uno de los espectáculos más típicos del Festival de Teatro y Artes de Calle y que durante la primera jornada del TAC 2022 ha tenido su protagonismo en el entorno de la Catedral. A bote pronto, nadie sabría decir cuándo nacieron los malabares, quizá incluso se puede llegar a pensar que es una disciplina con poco margen para innovar. Que bueno, esta tarde ha habido malabares con dos, tres e incluso cuatro pelotas. Nada nuevo. Pero también con zapatos, cubos e incluso agua.

Con un poco de aire, que quizá hacia más difícil la práctica de malabarismo, han salido en escena el dúo Hippana Maleta, que estrenaban a nivel nacional su espectáculo 'Tunnel'. Pero el viento no les preocupaba. Y tampoco el sol, que les daba de cara. Así, y con una sencilla puesta en escena, han comenzado a montar su propio escenario, que consistía en una butaca, una caja y unas cuantas pelotas.

Un espectáculo que se ha tornado en una pequeña pelea en lenguaje de malabarista donde, como en una normal, uno siempre intenta quedar por encima del otro. ¿Que tiras una pelota, la mantienes en un moflete, luego la sueltas y la coges con la mano izquierda por detrás de la espalda? Pues yo hago lo mismo, pero además mientras te doy una bofetada. Así sucesivamente y cada vez más enrevesado hasta alcanzar un clímax que siempre sale mal. La búsqueda de la perfección y la frustración por no conseguirla.

El tiempo tampoco parecía idóneo para el espectáculo que se vivía en la plaza de la Universidad, a cargo de La Mecánica. Su nombre, 'Water Falls', ya anticipaba lo que podía suceder. Por si no fuera poco, un par de decenas de cubos daban más pistas de que ponerse en primera fila quizá no era la mejor idea para este show. Sentado en los asientos, un hombre con una chaqueta variocolor sacaba un palo de 'selfie' y comenzaba a hacerse fotos con todo lo que se movía hasta salir al escenario, donde ya esperaba el artista para comenzar el espectáculo. Pero ya había empezado.

Al principio, este dúo balear proponía un pillapilla por todos los lugares de la plaza en una persecución entre protagonista y espontáneo hasta que los dos personajes antagónicos han comenzado a hacer malabares con cubos. Y llegó el agua. A mala fe, por la espalda, con el frío que hacía. La gente soltó un suspiro de asombro, mezclado con cierta preocupación por un más que probable constipado de los dos artistas. Pero es que después vinieron otros cuatro 'cubazos' más. El sufrimiento del público era palpable. Más aún cuando el dúo, confiante, hacía amagos de tirar el agua a los asientos o se tiraban el agua de un recipiente a otro.

En todo momento, la gravedad hacía su función y eran ellos los que terminaban empapados, calados hasta los huesos. Como colofón final comenzaron a trasvasar agua de un cubo a otro a escasos centímetros del público. También del bolígrafo y la libreta que recogían los apuntes que presentan estas líneas. No derramaron ni una sola gota.

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