El Teatro Zorrilla de Valladolid abrirá sus puertas «en cuanto las autoridades lo permitan», incluso con las fuertes restricciones de aforo que se manejan en la actualidad para estas instalaciones –hay que recordar que el calendario de la desescalada establece para estos espacios una apertura ... con el 50% del aforo a partir de la tercera fase del desconfinamiento, que en Castilla y León entraría en vigor el 22 de junio, aunque las fechas en las que trabajan los empresarios del sector se ajustan más a primeros de julio–. No solo eso, sino que mantendrá actividad durante el verano (lo que no ha ocurrido en años anteriores) y apostará por precios bajos, 'simbólicos' en palabras de su responsable, Enrique Cornejo. Su objetivo: recuperar cuanto antes al público y generar confianza.
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«Es un esfuerzo muy grande, pero lo vamos a hacer. O, al menos, lo vamos a intentar. Creo que tenemos una responsabilidad cultural con los ciudadanos y con Valladolid», asegura Cornejo. «En estos momentos, en los que vamos saliendo de la crisis sanitaria, pero nos vamos a adentrar en la económica, es muy importante contribuir a motivar al espectador, y cuidar su vida anímica, y esa es una de las funciones esenciales de la cultura y del ocio. Está muy bien charlar con los amigos en una terraza, pero debemos ayudar a recuperar la sensibilidad cultural».
Por descontado, esa reapertura, que se estima podría producirse a primeros de julio, se realizará ajustada a los requisitos que las autoridades sanitarias establezcan y que, por ahora, todavía no han sido definidos con precisión. Por ahora, se baraja la cifra de un aforo máximo del 30% de capacidad en una primera etapa, pero no hay instrucciones precisas respecto del uso de geles, mascarillas y otros elementos de protección. «Necesitamos un protocolo que nos diga qué debemos hacer para garantizarle al espectador la seguridad de su experiencia teatral, que es lo que deseamos». No ignora el responsable del Zorrilla que, como mínimo, el 60% del público de sus salas son personas por encima de los 40 años de edad. «Y a ese público hay que darle confort y seguridad».
Entre las medidas posibles para asegurar ese confort, Cornejo contempla la posibilidad de purificar el ambiente a través de los canales del aire acondicionado. «No sabemos aún si con ozono o con otro producto, porque hay dudas. Estaremos a lo que nos indiquen las autoridades sanitarias». Asimismo, el teatro está en condiciones de garantizar completamente la limpieza continuada de los baños, pues dispone de una empleada exclusivamente dedicada a ello. Cornejo está incluso dispuesto a proporcionar mascarillas gratis a los asistentes que carezcan de ellas si, como parece, se establecen como requisito obligatorio, para que tampoco eso sea un freno que impida a nadie acudir al teatro.
«Vamos a apostar por abrir todo el verano. Y vamos a facilitar que la gente pueda ir con precios simbólicos, porque entendemos que las economías no van a estar muy boyantes», explica el responsable del Teatro Zorrilla. «Es una iniciativa muy fuerte y costosa, pero debemos contribuir a que la gente vuelva a llenar las salas. Incluso aunque haya público que vaya sólo porque hace calor y en la sala hay aire acondicionado».
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La programación del Zorrilla también se adaptará a las nuevas circunstancias. Fundamentalmente por su vocación de ayudar a ese «cuidado de la vida anímica» que se aventura necesario. «Tenemos que contribuir a que la gente lo pase bien, disfrute y salga con sensaciones gratas. Apostaremos por la comedia ligera, los monólogos, el musical, la danza… de momento nos vamos a olvidar durante una temporada del teatro más dramático». También se incorporarán otros géneros como los talleres o los encuentros sobre materias como la meditación o el 'coaching'.
El parón cultural provocado por el confinamiento ha provocado la aparición de iniciativas orientadas a facilitar el resurgimiento del sector. Entre ellas, un Servicio de Emergencia Escénica diseñado por el director teatral Andrés Lima, responsable de Animalario, y con la colaboración, entre otros, de Javier Martínez, director del TAC, el Festival de Teatro y Artes de Calle de Valladolid. El objetivo de la propuesta: usar la calle para reactivar el sector y mantenerlo laboralmente vivo.
«Hasta ahora no hemos recibido respuesta», admite Lima, quien reconoce también que el proyecto, que se concibió adaptado a la situación de cuarentena estricta, y que contemplaba inicialmente actuar sólo en balcones y azoteas, ha perdido ya una parte de su sentido original. Pero no todo, porque Lima es de los que creen que «el mayor reto que tiene el sector en estos momentos es recuperar la confianza del público hacia las salas». Lima no da nada por sentado, porque también podría ocurrir que con el teatro pasara como con las terrazas, que, en cuanto se abrieron, se abarrotaron. «Pero, a la vista de lo que estamos viendo, hay que contemplar también la posibilidad de que haya un cierto miedo, o prevención, de los espectadores a meterse de nuevo en los recintos teatrales». Y si ese recelo no se supera las compañías de teatro lo van a tener muy difícil para salir adelante.
¿Y qué es lo que puede aportar el teatro de calle? A primera vista parece contradictorio querer llevar público a las salas a partir de actuaciones callejeras. Pero Lima no lo ve así. «El teatro siempre se genera en la calle. Eso es lo que aprendí durante mi etapa de la Transición: si el público no va al teatro, tú debes ir al público. Pero no podemos perder la costumbre de ir al teatro. Es importante, sobre todo ahora, que parece haber un gran empeño de las grandes empresas porque todo se resuelva telemáticamente».
En el proyecto de Servicio de Urgencia Escénica participan, aparte de Lima y de Javier Martínez, Aina Tur (autora y gestora teatral), Iván Morales (autor y director), Marc Salicrú (escenógrafo), Anna Giribet (directora de Fira Tárrega), Tortell Poltrona (presidente de Payasos sin Fronteras), Joseba Gil (productor independiente) y Alex Ollé (codirector y fundador de La Fura dels Baus). La iniciativa pretende recabar apoyos públicos (sobre todo de ayuntamientos y comunidades) con el fin de financiar lo que denominan Comandos de Asalto Escénico, propuestas de teatro, danza, música, circo, o poesía que se desarrollarían en balcones, azoteas, calles, plazas o, incluso, sobre el fondo de una pared. El objetivo es mantener vivo el gusto por el teatro hasta que las salas puedan abrir, e incluso después. «Se trata de aprovechar espacios no convencionales y llenar de teatro la calle, que sigue siendo el espacio preferencial del ciudadano».
Javier Martínez discrepa de Lima en que no cree que el público vaya a tener miedo a volver a las salas. Pero comparte el sentido de la iniciativa porque «la calle dignifica las salas y las salas dignifican la calle». Él mismo ha llevado a la práctica en el TAC esa convicción de que ambos universos se refuerzan. De hecho, el festival, que en sus primeras ediciones apenas incluía actuaciones en sala, las ha ido incrementando de año en año.
«Antes, la calle era el espacio de la transgresión, pero ese sentido ha ido evolucionando hacia un sentido cualitativo. El teatro tiende cada vez más hacia lo posdramático, a la apuesta por los sentidos, imágenes y sensaciones, por encima del texto, para que cada cual construya su propia historia. Y esto se da más en las artes de calle, que por eso a mí me interesan tanto».
En el afán de reactivar la actividad cuanto antes, y lo más posible, late también la idea de contribuir a la reactivación económica de un sector que ha sido especialmente golpeado por la inactividad del confinamiento. «El 40% de las empresas y compañías del sector en España han caído en estos meses. Es una pérdida enorme. Muchas de ellas de sectores auxiliares como la iluminación, la decoración, la fabricación de escenarios… No hay que olvidar que el teatro es más una artesanía que una industria», se lamenta Enrique Cornejo. Y pide a los ciudadanos que tomen conciencia de que, en estos momentos, «es muy importante que todos sepamos que debemos salir a la calle y cuidar de nuestros recursos culturales y comerciales».
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Cornejo, conjuntamente con el resto de los empresarios del sector en España, ha solicitado al Ministerio de Cultura que se comprometa con la reactivación del teatro mediante campañas publicitarias que animen a volver a las salas. La petición se ha presentado a través de la Asociación de Empresarios y Productores de Teatro de España y aún no ha recibido respuesta.
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