Pedro Barea
Martes, 10 de enero 2023
Un tranvía llamado Deseo' se estrenó en el Ethel Barrymore Theatre de Broadway en 1947 (acaban de cumplirse los 75 años) dirigida por Elia Kazan con Marlon Brando y Jessica Tandy, y fue cine en 1951 con Kazan de director y Brando de protagonista, pero ... en este caso acompañado por Vivien Leigh. El éxito situó a Tennessee Williams (1914-1983) entre los dramaturgos estadounidenses más notables. La obra duraría dos intensos años en cartel y el autor logró con ella uno de sus dos Pulitzer; el otro fue 'La gata sobre el tejado de zinc caliente', en 1955. Se ponía así el foco sobre un tipo de teatro relacionado con un mundo literario en el que la primera figura era desde hacía un par de décadas William Faulkner.
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En pocos meses,'Un tranvía llamado deseo' (que este sábado presenta una nueva versión en el Teatro Zorrilla de Valladolid) cruzaba el mundo: París y Atenas (1948), Roma (1949), en Londres Laurence Olivier dirigió a su esposa Vivien Leigh (1949), Buenos Aires (1952). A Madrid no llegaría hasta la temporada 1960-61 tras fallidos intentos de José Méndez Herrera en 1951 y de Juan Guerrero Zamora en 1956, vetados por una censura que no permitía divergencias. Alberto González Vergel saca adelante en 1961 una adaptación lejos del realismo del 'teatro comprometido' español de la época, con un trazado poético del choque íntimo sin el paroxismo de Kazan. En 1988, José Tamayo escenifica una discutida versión verista de Enrique Llovet: se usaban antes traducciones americanas muy literales. En 2010, Mario Gas dirigió una adaptación suya y de José Luis Miranda, con Vicky Peña, Ariadna Gil y Roberto Álamo.
Crudo en los temas, pulido en el armazón, maestro del drama psicológico-realista, y maestro del teatro de los EE UU del segundo tercio del XX –ahí están el patriarca O'Neill y los aspirantes Thorton Wilder y William Inge–, al par Tennessee Williams y Arthur Miler se le etiqueta entre los críticos del mito del sueño americano, aunque uno y otro estuvieran en las antípodas por su enfoque dramático. Si Miller veía un freno social, y el conflicto venía del desorden o la injusticia del sistema, para Williams la raíz del mal era el albedrío sofocado. En los dos había un obstáculo de origen, pero cada uno hacía énfasis en un culpable, colectivo o individual. Uno socializador, el otro subjetivista. De ahí su desigual calado ideológico y político.
Hijo de un viajante de comercio, Tennessee Williams trabajó en oficios ocasionales durante su etapa universitaria. Fue escritor precoz de piezas en un acto que preconizaban lo que serían sus grandes temas: las tormentas del alma, ilusión y realidad, frustración, entornos inhabituales en el teatro. Su primera pieza larga 'Batalla de ángeles' (1940) precede a un éxito que augura una larga carrera en Broadway: 'El zoo de cristal' (1945). Varios de sus textos, 'Verano y humo', 'La noche de la iguana', 'Dulce pájaro de juventud', llevan por el mundo la firma de un hombre que parecía personaje de su obra. Unas 'Memorias' publicadas en inglés en 1976 (en castellano, en Ed. Bruguera, 1983) describen a un Tennessee que mezcla alcohol y sedantes, y primaveras romanas con aventuras eróticas entre gigolós y «agradables jardineros».
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Los problemas entre el nuevo y el viejo Sur feudal, agrícola y preindustrial en los incipientes EE UU, encuadran 'Un tranvía llamado Deseo'. La ficción arranca cuando Blanche Du Bois se presenta en el hogar de su hermana Stella. Ambas proceden de un entorno distinguido pero en decadencia. Stella es la esposa de Stanley Kowalski 'Stan', un inmigrante placo. Son jóvenes en un lugar por el que viene y va un destartalado tranvía 'destino a Deseo'.
Blanche llega a ese barrio francés de la sureña Nueva Orleans. Pronto sabremos que la hacienda familiar se ha perdido por una mala gestión. Blanche alega que necesita reposo, aunque en verdad ha sido despedida del trabajo en un colegio por algo escabroso. Blanche es refinada, coqueta, no acepta que su hermana menor Stella se casara con un polaco proletario, borracho y jugador. Stella en cambio se ha hecho a esa vida vulgar con el brutal Stan, resignada a una irracional sumisión al marido, que la avasalla y abusa de ella. Por su parte, en él se aviva la obsesión por Blanche que, al poco de llegar, enhebra otra relación con un amigo de Stanley, Harold Mitchel 'Mitch', un mocetón efusivo que le da oídos y la corteja atraído por su honda fragilidad. Stanley descubre y esgrime el turbio pasado escondido por Blanche y la convivencia se eriza.
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Tanta ansiedad no es ninfomanía y alcoholismo en Blanche, sino un desequilibrio profundo, y por ello la internan en un manicomio. Blanche se lamenta: «Siempre confié en la bondad de los demás».
El mítico texto de Tennessee Williams recala este sábado en las tablas del Teatro Zorrilla, que albergará la versión dirigida por Jaroslaw Bielski y protagonizada por María Pastor y Alejandro Tous. La representación tendrá lugar el sábado 14, a las 20:30 horas. La entrada cuesta 18 euros. Valladolid es una de las primeras escalas de esta nueva adaptación, estrenada el pasado 30 de octubre. Completan el reparto Isabel Guardiola, David Ballesteros y José di Ferri, quien además es el productor de la obra, a través de la empresa Pamundi.
La ruta auténtica del tranvía 'Deseo', que el autor conoció, iba por la calle Real y 'Cementerio' era la meta alternativa, por el Canal. Orleans y sus barrios sugieren a escala dos culturas en el país. Una metáfora global es la misma Nueva Orleans, aquel Sur original y arcaico, pero menguante como un paisaje del antiguo régimen zarista de latifundistas y vasallos de Chéjov. La heredad se llama 'Belle Rêve', Sueño Hermoso o Bello Sueño. La protagonista es Blanche Du Bois, Blanca, como lámina en la que cabe dibujar todo, y Du Bois 'del bosque', suena a viejo Sur: 'la más sureña' pierde, se viene abajo, la recluirán. Stella es lejanía. Mitchel es 'mitch', el remoquete coloquial de quien se escabulle del colegio. El original define con una evasiva las causas del declive: 'epic fornications'. Los traumas privados esbozan un desbarajuste social, con la dicotomía resultante barajada en el drama: fuerza bruta y prejuicios. El Freud de los símbolos, ya de moda, tendría faena.
Es posible que las alegorías fueran disimulos. Si creyeron que la poesía no era el fuerte de McArthy y de su Comité de Actividades Antiamericanas (del que Kazan fue cómplice), al final serían sospechosos hasta Tennessee Williams y Marlon Brando. Tennessee Williams desborda tabúes. Libera la sensualidad femenina: Blanche desbordará en deseos y vida erótica. La sexualidad masculina se presenta posesiva y desenfrenada en Stanley. Una escena reñida es la violación de Stanley a Blanche. Aborda también la bisexualidad, puesto que Blanche sabe que su primer marido, que se suicidó, tuvo una aventura con otro hombre. Hasta entoces, los seductores de teatro eran elegantes y caballerosos, y no descamisados que marcan músculo y poderío. Se cree que son resonancias vitales del propio autor, de su vida exasperada, ecos de su entonces compañero…
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Tennessee Williams –con Truman Capote, con Artaud, Genet, Pasolini…– podía ser un escritor 'maudit', maldito, señalado, detestado y que detesta. Su prestigio se basa en una técnica y un estilo riguroso, eso le hacía alarmante. Le iba a servir la expresión tormentosa y electrizada del método de interpretación psicologista de Elia Kazan, que tanto influyó.
Emigrante llegado de Constantinopla a EE UU a los cuatro años, Kazan pertenecía a la generación que sufrió las secuelas de la crisis de 1929. Director y creador del mítico Actor's Studio de Nueva York en 1947, junto a Lee Strasberg, revolucionó el teatro y el cine en una línea extrema del naturalismo de Stanislavski. Del Actor's Studio salieron John Garfield, Paul Newman, James Dean, Montgomery Clift, Julie Harrys, Shelley Winters, Eva Marie Saint, Carroll Baker… Y pasarían por allí Anthony Quinn o Marilyn Monroe. Es lógico que la escritura teatral contara con los recursos de aquel visceral modo de actuar. Amigo y discípulo de Kazan como del autor de tan pantanosos universos, y camino de la fama por 'Viva Zapata', Marlon Brando fue el incontinente Stan en teatro y cine.
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Los personajes de Tennessee Williams perdieron el paraíso y excavan con riesgo en un precipicio. Les atrapa un deseo insaciable o prohibido y salen mal de la encerrona. El perfil de Blanche y Stella no imita la vitalidad decidida de la norteamericana media, sigue el patrón sinuoso de Ibsen o Chéjov. No ilustran una foto de actualidad, se duelen de una congoja en que late un pulso intemporal.
Aunque quizá no se pueda considerar de repertorio, 'Un tranvía llamado Deseo' mantiene la indiscutible aureola de drama de referencia. Traducido, extractado o corregido, repite en cartel no como un clásico, pero sí como ejemplo de estilo y de mentalidades de lugar y época. Y es un reto para las actrices: Vivien Leigh, Ann Margret, Cate Blanchett, Uta Hagen, Claire Bloom… blasonaron por ello.
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En 1995 se estrenó en la Ópera de San Francisco con música de André Previn. Una producción de ballet de 1952 llegó al Her Majesty, con música de Alex North, también músico de la película. Son abundantes las versiones en TV, no tanto en la radio. En 1955, el programa televisivo Omnibus hizo una versión con Jessica Tandy como Blanche y Hume Cronyn, como Mitch. Otra ganadora de Emmys, Ann Margret, fue Blanche, dirigida por John Erman. En 1998, PBS reemitió la grabación de la ópera de Previn.
En los programas del teatro independiente español del sesenta, Tennessee Williams aparece poco. Sin embargo, la revista gremial 'Primer Acto' había publicado 'La Rosa Tatuada' en el número 8 de mayo de 1959 con aureola de primicia. 'El zoo de cristal' y 'Verano y humo', en cambio, tuvieron mejor suerte en el mercado alternativo.
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El cine no pierde el 'Tranvía' desde que en 1951 Elia Kazan dirigió la versión fílmica que ya había hecho antes en teatro y todavía las alusiones a la homosexualidad se limaban en la censura: la causa del suicidio era 'la debilidad', y exigía el reproche del mal. Con Glenn Jordan en la dirección, Alec Baldwin y Jessica Lange fueron Stanley y Blanche, y John Goodman y Diane Lane, Mitch y Stella, en un telefilme.
La trama de 'Todo sobre mi madre', de Pedro Almodóvar, resucita 'Un tranvía llamado Deseo' en una especie de metaficción. En esa película (1999) ensayan diálogos del filme de 1951, no del drama. Sin olvidar 'Blue Jasmine', la Azul Jazmín que Woody Allen filmó en 2013 con 'Un tranvía…' en la cabeza.
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Y recitados, pruebas en escuelas de teatro… Popular, cada primavera hay una fiesta de disfraces en Nueva Orleans que imitan a Stan Kowalski. En el capítulo de Los Simpson 'A streetcar named Marge', se urde la traslación musical de 'Un tranvía llamado Deseo' retitulada 'Oh! Streetcar!'
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