JESÚS BOMBÍN
Valladolid
Viernes, 2 de noviembre 2018, 08:11
Sentarse en una butaca en torno al día de los Santos para contemplar la obra 'Don Juan Tenorio se ha convertido en una tradición de gran arraigo que en los últimos años suele llenar de espectadores el Teatro Zorrilla. «El público ya se sabe ... los versos de memoria y viene a vernos para disfrutar de una obra tan vinculada con estas fechas y con el poeta de la ciudad», cuenta complacido Félix Hernández, presidente de la Asociación Amigos del Teatro, integrada por 340 socios y amantes de la escena que el año pasado cumplió 40 años de andadura en Valladolid.
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'Don Juan Tenorio' es la obra estrella de su repertorio y su auge en los escenarios debe mucho a quien fuera presidente de Amigos del Teatro y compendio de la historia de la escena en Valladolid, Ángel Velasco Montoya, fallecido en 2003. Con los años, el drama de Zorrilla se ha revelado como un clásico cada vez más imprescindible, por más que en el calendario contemporáneo la eclosión festiva de Halloween diluya el eco de la festividad religiosa. El pasado martes se inició la primera de las seis representaciones que durante toda la semana se están llevando a cabo hasta el domingo.
Enrique Cornejo, gerente del Zorrilla y agitador junto a Amigos del Teatro de la tradición que hace que cada año el drama de José Zorrilla gane más fieles por estas fechas, vive estos días con intensidad. «Me gusta la obra y por eso la impulso; además, compendia todo lo que es la vida: empieza con las personas que son pendencieras, vividores, asesinos, está presente el vicio, y luego viene la transformación y, finalmente, la redención. Todo eso en un proceso de dos horas y con esos versos majestuosos que nos embelesan tanto como a la propia Doña Inés».
El coliseo que regenta está llenando sus butacas de espectadores deseosos de acercarse en torno al día de Todos los Santos a una obra marcada por el protagonismo de la muerte, las presencias fantasmagóricas y la salvación del arrepentido. «En los últimos años hemos vendido todo el aforo, así que esta vez en lugar de cuatro sesiones hemos apostado por programar seis porque el público lo demanda; lo que me impulsa a defender el 'Tenorio' en Valladolid y no en Madrid es que aquí Amigos del Teatro representa el auténtico y por eso cada vez viene más gente de otras ciudades; el 30% de los espectadores son forasteros que acuden a ver la obra, comen o cenan y duermen en Valladolid y, de paso, visitan museos, y eso me enorgullece».
Cuando en el calendario se aproxima el día de Todos los Santos, esta vallisoletana afincada en París abandona la capital francesa en la que reside para tomar las riendas del personaje de su vida, el de doña Brígida, que este año ya no puede interpretar. «Me encuentro muy debilita aunque a lo mejor podría hacerlo, pero me quiero despedir como es debido y no de mala manera», responde con firmeza Amelia Legido a sus 95 años.
Recuerda que hizo el papel de Brígida desde que tenía 17 años, una afición que interrumpió durante algún tiempo, –«a mi marido no le gustaba que hiciera teatro»– y que recuperó tras su muerte en 1987. Y aunque también de joven le ofrecieron ser doña Inés, ella lo rechazó de plano. «A mí lo que me gustaba es la Brígida, el papel de mujeres más interesante de toda la obra, pues para mi gusto vale más que la Inés».
Asegura que puede recitar el 'Tenorio' de corrido, su papel y el de los demás. «Si tuviera todo el cuerpo como la cabeza... pero hijo mío, los años pasan y no en balde». El final de su afición teatral comenzó el año pasado durante un ensayo, «donde cogí mucho frío que después se transformó en una neumonía. Y antes de hacer el 'Tenorio' estuve hospitalizada, pero les dije a los médicos: 'Tengo que hacer la obra'. Salí del hospital sin curarme y al poco tiempo de acabar las representaciones volví otra vez al Clínico», refiere quien ha trabajado toda su vida como gobernanta en el hotel de Francia y en el de París. Aunque tiene una hija viviendo en el país vecino, Amelia Legido ha preferido este año quedarse en Valladolid «pensando que a lo mejor podía llegar a hacer de Brígida, pero no ha podido ser. Me va a dar mucha pena ver la obra desde la butaca. No hay actores profesionales que hagan 'Don Juan Tenorio' como los Amigos del Teatro cada año». En el Zorrilla, una butaca dedicada con su nombre recuerda su entrega ilusionada.
A entre quince y veinte euros la entrada, cuenta Enrique Cornejo quese está cumpliendo la previsión de vender la mayor parte del taquillaje y lograr aforos completos. «Amigos del Teatro vamos a medias con el empresario teatral, aunque los actores a título personal no ganan dinero, les cuesta ir a los ensayos, pagar el aparcamiento, etc., lo hacen por pura afición, pues ya solo el vestuario nos sale por más de seis mil euros», esgrime Félix Hernández.
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Nada más acabar las Ferias de San Lorenzo echa a andar la maquinaria de Amigos del Teatro con tres ensayos semanales y los trámites para levantar la obra que todos los años es aplaudida. Los cambios en la escenografía son mínimos, los textos se mantienen fieles a la literalidad del autor y en las diferentes escenas intervienen un total de 18 actores y actrices. Y en la mayoría de los papeles se dispone de un doble por si hubiera bajas. «Tenemos dos Ineses, dos Juanes, dos abadesas, dos brígidas... hay un equipo titular, pero puede darse el caso de que alguien se ponga enfermo», explica Félix Hernández.
Pedro Martín Fernández (71 años) ha compaginado buena parte de sus 35 años en Amigos del Teatro con su trabajo en Telefónica y ahora dirige la obra. «Mi primer 'Tenorio' me costó sudor y lágrimas porque exigía mucho, como siempre que empiezas; lo que más costaba era dar vida al personaje, hacerle creíble y con matices para el público», rememora el también actor de La Quimera de Plástico, con la que ha realizado giras por varios países. A lo largo del tiempo con el texto de Zorrilla ha tenido la oportunidad de enfundarse la personalidad de Don Juan, Don Luis, Ciutti, el comendador... aunque una de sus mayores satisfacciones es haber dirigido el primer 'Tenorio' representado el 23 de junio en las calles del entorno de Cadenas de San Gregorio.
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«La obra es inamovible todos los años, nos ajustamos al texto de José Zorrilla», apunta Vidal Rodríguez (50 años), analista de laboratorio y en la actualidad preparándose para el mundo de la enseñanza. Lleva media vida alrededor de la obra, los últimos 16 años haciendo de Don Juan. «De las casi dos horas y media que dura la función, en la mayor parte interviene mi personaje, lo que exige una gran tensión vocal, es una obra que aporta muchas recompensas al desarrollar muchas facetas interpretativas», apunta el actor, que este año, por motivos profesionales, no podrá acudir a la cita teatral.
Tras el personaje de la tornera se camufla María Jesús Benavente, de 73 años, con un papel corto, dice la también integrante del grupo Tiramisú. «La experiencia de interpretar esta obra es algo muy especial; nunca se me olvida el papel, además supone una gran responsabilidad decirlo bien porque casi todo el mundo que acude a ver la obra la conoce muy bien y se sabe los diálogos».
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¿Y el pánico escénico? «Existe. Lo malo sería que se nos quitase», agrega Esperanza Sánchez, madre abadesa en el texto, a sus 59 años.
Desde 2001 interpreta a Avellaneda ante el público Jesús López, de 63 años. «Me apunté a Amigos del Teatro por mi padre, y cuando falleció entré yo. El teatro es algo que vives intensamente, como un veneno que llevas dentro y te pide interpretar. Y lo bueno de repetir el mismo papel es que siempre aprendes y encuentras algo nuevo».
El espíritu de hermandad es un argumento para que Jesús Álvaro Téllez (70 años), iniciado en la pasión interpretativa en el grupo Candilejas con apenas 15 años, siga en la brecha con ensayos y galas. «Esto se lleva en la sangre y además tiene el encanto del trato con los compañeros y de ver al público satisfecho al terminar la función».
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Del atrezzo, los carteles, de regidor y de las labores menos vistosas se ocupa Nacho García, Policía Nacional de 62 años, que ha interpretado al alguacil durante varias temporadas. Sigue en ello porque «esto es como un club de amigos con la pasión por el teatro». Y todo con el aplauso como única recompensa para estos fieles al 'Tenorio', que cada año sienta a más público en las butacas.
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