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Hay un antes y un después de 'El Camino' (1950) en la obra de Miguel Delibes. Hasta entonces entendía que la literatura debía ser «engolada y grandilocuente», envoltorios que le sirvieron para ganar el Premio Nadal con 'La sombra del ciprés es alargada' ... y de los que tardó dos años en desprenderse. «En 'El Camino' me despojé por primera vez de lo postizo y salí a cuerpo limpio», reconocería más tarde al entender que le sería más fácil escribir, y vivir, siendo fiel a uno mismo.
Y en ese nuevo escenario nacieron Daniel 'El Mochuelo', La guindilla mayor, el Nini, Azarías, don Eloy, la Menchu, Cipriano Salcedo y tantos otros personajes que con el paso del tiempo han ido poblando el universo Delibes. Han crecido a su lado hasta acabar formando una familia que permanecerá por los siglos de los siglos en el imaginario colectivo.
A través de ellos, y con la obra del eterno escritor vallisoletano bien presente, se ha venido gestando en los dos últimos meses otra familia que aguarda inquieta su momento para ver la luz y saltar a escena el próximo 22 de mayo. La unión de dos compañías como son la vallisoletana Quimera de Plástico y el Ballet Contemporáneo de Burgos ha dado forma a un proyecto que fusiona teatro y danza con el objeto de recrear el universo Delibes desde otra perspectiva, hasta ahora inédita. «Vamos a aportar una mirada sobre su mirada», apunta Inés Boza, directora y madre de familia de 'Soy como un árbol que crece donde lo plantan'. «Me he dejado guiar por mi intuición y la visión que tengo de la Castilla de Delibes, que es el Macondo de García Márquez, para crear como él un mundo propio», apunta sobre la familia delibesiana que ha intentado recrear en este montaje que vivirá su estreno con motivo del Festival Internacional de Teatro y Artes de Calle de Valladolid (TAC) en el Teatro Zorrilla. «Me atrajo esa paleta de hombres y mujeres, además de que hay un permanente realismo poético en su obra con el que yo conecto mucho», explica.
En la paleta de Inés Boza, reconocida por su trabajo innovador en la búsqueda de nuevos lenguajes escénicos, se mezclan tres bailarines y cinco actores de edades comprendidas entre los 17 (Gonzalo Santamaría) y los 67 años (Juan Manuel Pérez) que se despojan de lo postizo para salir a escena a cuerpo limpio. «No es una obra y la palabra no es el hilo conductor. Hemos creado una familia y un lenguaje que indaga emociones a través de los cuales proponemos una mirada a la obra de Delibes», señala Boza.
El camino hasta llegar a esta fusión nace sin embargo en un escenario mucho menos profundo e idílico. En el asiento trasero de un Talbot Horizon, protagonista de no pocas giras de Tomás Martín, cabeza visible de La Quimera, y culpable también de que este nuevo proyecto acabe viendo la luz. En uno de esos viajes por la Castilla profunda, cargando el piano de Tete Montoliú, se encendió la bombilla. «Conocía perfectamente nuestra tierra, pero también podía describirme, mirando por la ventanilla, con unos ojos extraviados que no conocían la luz desde su nacimiento, los colores del cielo, del campo, del paisaje que nos rodeaba,...», relata el entonces chófer y hoy hilo conductor del montaje. A Tomás le asaltó la misma pregunta que le asalta ahora a usted. ¿Como es posible que un ciego de nacimiento pueda ver y sentir este paisaje? «Tete Montoliú, que era muy, pero que muy catalán, era también lector infatigable de Delibes. Había leído todas sus obras, encargando la traducción al braille de las nuevas ediciones, y había penetrado en el mundo de Delibes de tal forma que podía dibujar cada paisaje y cada geografía rural o urbana donde habitaban los personajes 'delibesianos'», explica Tomás, todavía sorprendido por la fuerza evocadora que irradia la obra del escritor vallisoletano.
Llevaba tiempo La Quimera de Plástico esperando por los permisos necesarios para llevar a escena una obra de Delibes y la oportunidad, en el año en el que se celebra el centenario de su nacimiento, se la pintaban calva. «Le propuse a Alberto (Estébanez) trabajar en la sugerencia más que en la obra de Delibes, y empezamos con la documentación y en un escenario en el que los actores acabasen bailando y los bailarines actuando», recuerda Tomás, uno de los productores, que coincide con Inés en la vigencia reivindicativa que tienen las palabras de Delibes.
Las agresiones que sufre la naturaleza, su reflexión sobre la deriva de la sociedad, el sentido del progreso, la defensa del mundo rural,... «Hoy nadie quiere parar en los pueblos porque los pueblos son el símbolo de la estrechez, el abandono y la miseria», dejó escrito Delibes en su momento, en un mensaje que retumba aún en las paredes de la sociedad.
«Leyendo su discurso de ingreso en la Academia te das cuenta de que era un adelantado a su tiempo. Nadie hablaba entonces de ecologismo», subraya Tomás Martín, en un guiño a la preocupación actual por el cambio climático. «Era un visionario», apunta Inés, que considera «un regalo de la vida» poder participar de este proyecto.
Boza se identifica con los simbolismos y el realismo poético que imprime Delibes a sus personajes, si bien en su caso opta por prescindir de la figura del autor. «Si lees su obra sin saber del hombre es muy sorprendente. Mi camino artístico pasa por eludirle. Me da igual saber quiénes eran los vecinos de Beckett o García Márquez, me centro en el alma que puso en su obra», sostiene, en una reflexión que suscribe Alberto Estébanez, director del Ballet Contemporáneo de Burgos. «No vamos a contar nada de Delibes porque ya se ha contado todo», subraya, tan sorprendido como el resto del resultado que está ofreciendo esta fusión multidisciplinar. «Hay una extraña belleza en el cuadro que estamos haciendo. Prima la idea de reconocer el legado de Delibes, y al final hemos creado lo que hacía él: una familia», comenta, advirtiendo de la coincidencia de contar con no menos de cincuenta títulos de Delibes en la sede que tiene la compañía en Burgos. «Cuanto más lees, más te asombras. Y descubrirle con los ojos de Inés es redescubrirle», añade.
El director de la compañía burgalesa, que compitiera en los Premios MAX con 'Los girasoles rotos', reconoce que este proyecto que aborda la obra de Miguel Delibes no se parece a nada de lo hecho anteriormente. También en este montaje contará con el talento de la escenógrafa Elisa Sanz y con la colaboración del grupo Fetén Fetén en el apartado musical, que recreará la banda sonora de la obra del autor a través de diversas piezas de inspiración castellana.
Música, escenografía, bailarines y actores desprovistos de lo postizo para afrontar un proyecto original sobre la obra de Delibes en el año del centenario de su nacimiento.
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