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«No vayas a pensar que todo se acaba en los confines de Celama», dice el viejo marinero que, en una noche de verbena, regresa al territorio mágico que ideó Luis Mateo Díez, para encontrarse con la muerte, el abandono, la desolación. Nada se ... acaba aquí, «pero hay que saber mirar más allá de las narices», cuenta el viajero, uno de los personajes que el actor Carlos Pinedo interpreta en 'Retorno a Celama', el montaje con el que Teatro Corsario viaja de nuevo a una comarca «poblada por fantasmas, situada entre la memoria, el mito y la imaginación», y que ya recorrió hace casi veinte años. En 2004, la compañía estrenó 'Celama', un espectáculo en el que se sumaron los talentos de Fernando Urdiales y Luis Mateo Díez. Ahora, vuelve a situar en el mapa aquel lugar.
«En aquel tiempo, Fernando comenzó a hacer una serie de trabajos sobre el medio rural. Además, siempre le interesaron las historias de esos fantasmas que cuentan su propia vida. Y en la obra de Luis encontró una oportunidad para hablar de ambos temas», asegura Jesús Peña, actual director de Teatro Corsario y autor de una nueva dramaturgia a partir de aquel montaje de hace veinte años.
«La idea de volver a Celama surgió por una iniciativa de Ángeles Encinar, catedrática de literatura española en Saint Louis University en Madrid, que hace unos meses nos encargó la representación de unas pocas escenas en el homenaje del Instituto Cervantes a Luis Mateo Díez», cuenta Peña. Aquella experiencia gustó tanto que se ha transformado en un nuevo montaje que afronta ahora sus ensayos finales antes del estreno oficial.
La obra es «una gran metáfora sobre la desaparición de las culturas campesinas, que nos lleva, con estremecimiento y con humor, a lo más hondo y misterioso del corazón humano», asegura Peña, quien comparte escenario con Clara Parada, Teresa Lázaro y Carlos Pinedo.
Este último, además de encarnar a ese viajero que retorna a su hogar, se mete en la piel del médico de la localidad, un hombre que no solo pelea contra la enfermedad a diario, sino que además lleva un registro de las muertes en Celama. «Es una especie de cronista de la comarca y siempre lleva encima un libro en el que hace recuento de las historias que le desvelaron los muertos», cuenta Pinedo, quien define a este personaje como un 'alter ego' de Luis Mateo Díez. El escritor ha asistido a varios ensayos de la nueva versión y se muestra entusiasmado con el resultado.
«La muerte es un consuelo y el olvido, a veces más piadoso que la memoria», asegura el escritor leonés, que el año pasado publicó en Alfaguara 'Celama (un recuento)', una colección de 38 historias en la que recorre de nuevo ese escenario imaginario por el que transita desde hace ya medio siglo. «Literariamente me muevo por un territorio provincial que no tiene una determinación concreta y en el que está enclavado Celama», explica el narrador, quien recuerda que esta geografía es un «ámbito de la antigüedad en la vida, del subsuelo, de todo eso que nos sustenta, y también de la necesidad del olvido y cómo reactivarlo».
El escritor reconoce su Celama en esta nueva versión sobre las tablas. «Es un espectáculo casi de cámara, muy medido en tiempos y con cuatro actores magníficos, que hacen una mirada minuciosa y cercana sobre Celama», indica Luis Mateo Díez sobre un paisaje literario «sometido a la memoria de la desaparición, de la antigüedad». «En el escenario se percibe esa dimensión simbólica, la grandeza de la metáfora».
Habla el escritor de «referencias shakespereanas» en una «reflexión onírica sobre las desapariciones, la liquidación de las culturas rurales, los abandonos, las desapariciones…». «Es una fiesta sobre la muerte con elementos muy melancólicos», concluye Luis Mateo Díez, quien no se olvida del tono «tragicómico» de su obra.
La actriz Teresa Lázaro recuerda con cariño aquella primera versión de 'Celama' que sobre los escenarios recobra vida veinte años después. «Me ha gustado regresar a una obra a la que tuvimos tanto cariño y que nos llevó a multitud de escenarios, incluido París», recuerda Lázaro, convencida de que el texto no solo no ha perdido actualidad, sino que toca aspectos situados en el centro de las preocupaciones contemporáneas. Sobre todo, en una tierra como Castilla y León, «víctima de esta España vaciada».
Clara Parada incide también en este «hilo universal» de una ficción en la que se transforma en una anciana decrépita en la tumba, una mujer «histriónica y echada para adelante», una jovencita e, incluso, la propia muerte. «Esperamos que sea un éxito», desean los corsarios, entusiasmados por la reacción del público que está asistiendo a los ensayos de una función (con música de Juan Carlos Martín y la iluminación de Xiqui Rodríguez), de la que, muy pronto, anunciarán fecha y lugar de estreno.
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