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A pesar de las dificultades, de las restricciones que han obligado los teatros a prohibir al principio las funciones, limitarlas después, a limitar los aforos –en la actualidad, el aforo de los teatros de Castilla y León están restringidos a un tercio de su capacidad– ... y a adelantar los horarios después, Valladolid no le ha dado la espalda a su escritor, Miguel Delibes, cuando aún se conmemora el centenario de su nacimiento. «Debido al éxito absoluto en la venta del espectáculo», el Calderón ha ampliado en dos días (7 y 8 de abril) más las tres fechas inicialmente previstas (9, 10 y 11 del mismo mes, cuyas entradas se han agotado un mes antes) para la representación de la adaptación teatral de 'Cinco horas con Mario', la adaptación de la novela de Miguel Delibes, adaptada por el propio escritor, José Sámano y Josefina Molina, quien es además responsable de su dirección, con Lola Herrera en el escenario como la eterna viuda Carmen Sotillo.
Las localidades para estás dos nuevas funciones del 7 y 8 de abril a las siete de la tarde se ponen a la venta hoy, con precios desde los diez hasta los treinta euros, en lo que supondrá el regreso de Lola Herrera a su ciudad natal en la piel de la viuda más antipática de la literatura española, un regreso inicialmente previsto para el final del mes de mayo del año pasado y que se vio frustrado por la declaración dos meses antes del estado de alarma por la pandemia.
Es precisamente esta adaptación teatral, al igual que en el caso de 'Los santos inocentes' por su versión cinematográfica, la que ha hecho de esta 'Cinco horas con Mario' una de las obras más recordadas del escritor y periodista vallisoletano. El largo monólogo de Carmen durante la noche en la que vela el cadáver de su marido, muerto de manera repentina, es un repaso a la trayectoria del matrimonio, y también a la vida de una pequeña ciudad española de provincias en los años sesenta. A medida que habla, Carmen se desinhibe y va sacando a la luz frustraciones y reproches, críticas y autocríticas, recuerdos felices y otros que no lo son tanto, con su marido de cuerpo presente. Pese a ciertos golpes de humor, la novela es un amargo retrato de una época, un monólogo que no solo es testimonio vivo de la España de los años sesenta, sino que destila temas eternos como la culpa, la soledad, la incomunicación o el sentido de la vida.
Carmen estará para siempre asociada a la imagen de Lola Herrera, que la llevó por primera vez a los escenarios en 1979. Años más tarde, el relevo de Herrera lo tomó Natalia Millán, cumpliendo una de las voluntades de Miguel Delibes. «Al final de su vida, al saber que la obra iba a volver al teatro, recordó que Carmen, en el libro, tenía 45 años cuando se quedó viuda, y Lola Herrera seguía interpretando el papel con 75. Lola lo había hecho centenares de veces y él creía que era el momento de cambiar de actriz», contaba Elisa Delibes al cumplirse cincuenta años de la publicación de la novela. «Eso sí, puso una condición: 'Que sea mona'», relataba entonces su hija, presidenta de la Fundación Miguel Delibes.
Precisamente, la celebración del medio siglo de la novela en 2016 propició que Lola Herrera volviera a encarnar el papel de Carmen Sotillo. «Esto solo te ocurre una vez en la vida, un personaje que dé tanto de sí, que te siga entusiasmando en cada función, al que siempre se pueda añadir algún matiz. Redescubro a Carmen cada vez que me encuentro con ella. El mérito es de Miguel que, aún con su apariencia de anodina de mujer tradicional, la dotó de ese trasfondo que permite tantas lecturas», explicaba Lola Herrera en mayo del pasado año a este periódico.
En esas mismas fechas, Ramón García recordaba en este diario que 'la pequeña Lola' hizo sus primeros pinitos de plañidera cuando le relataba a su madre los velatorios del barrio. «Teníamos una banqueta doble y sobre ella hacía la función completa. Le explicaba cómo estaba el muerto, cómo venía el coche de caballos con penachos, cómo gritaban y lloraban, cómo se despedían desde el balcón, eran casas bajas y se oía todo», narraba la actriz de Las Delicias en sus premonitorios recuerdos.
Esta gira que traerá a Lola Herrera al Calderón en abril es una prolongación insospechada de la que celebró en 2016 cuando la obra cumplía medio siglo. «Primero iban a ser cuatro semanas, luego ocho. Después había que cortar porque estaba comprometida con otra obra, 'La velocidad del otoño', con Juanjo Artero. Pero como los teatros seguían pidiendo 'Cinco horas con Mario', Jesús Cimarro la programó para después del año y medio de la otra gira. Es una obra que despierta entusiasmo. Me ha superado en el afán por cumplir, siempre he hecho giras inacabables. Al principio creí que esta función estaba ya amortizada. Y resulta que la disfrutan ahora tres generaciones, jóvenes que no han leído a Delibes y que hacen su lectura de este texto desde su conocimiento de la España de hoy. Resulta curioso y gratificante saber que tres generaciones lo disfrutan de forma distinta».
Aquel «proyecto loco en el que nadie creía» anudó las vidas de José Sámano, Josefina Molina y la de ella. «Había un entendimiento, un afecto, un comulgar de nuestras ideas sobre la profesión que no es nada frecuente. Todos los días echo de menos a José (murió en octubre de 2019)».
En la gira actual, Lola Herrera, que cumplirá este año los 86, además de los vaivenes por la covid ha tenido que superar las dificultades derivadas de una lesión de rótula y de un desvanecimiento por cansancio, que le obligaron a cancelar algunas funciones.
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