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A pocos días de cumplir 82 años, José Sacristán llena todas y cada una de las representaciones en el Teatro Bellas Artes de Madrid con la versión escénica de 'Señora de rojo sobre fondo gris', la novela que Miguel Delibes publicó en 1991 como declaración ... de amor, dolor y vaciamiento vital a raíz de la muerte de su esposa Ángeles en 1974. Intuye que cuando el 17 de octubre de 2020 suba al Teatro Calderón con esta obra –el mismo día del cumpleaños de Delibes y dentro de la conmemoración del centenario de su nacimiento–, la sensación será irrepetible.
Durante 85 minutos, Sacristán se mete en la piel de un pintor sumido en el vacío evocador de la ausencia del ser amado. «Volver a Delibes está siendo un acontecimiento inolvidable, como suele ocurrir cuando te encuentras con alguien de su talla literaria, intelectual y moral; es un privilegio», confiesa al actor madrileño en su segunda experiencia con textos del autor vallisoletano, con el que se estrenó en 1989 llevando al escenario 'Las guerras de nuestros antepasados'.
Recuerda que su madre falleció cuando interpretaba esta obra, lo que le dio pie a trabar con Delibes reflexiones sobre la muerte y el desconsuelo. «Tuve la suerte de hacerme cargo de un personaje como Pacífico Pérez y de haber conocido a Miguel preparando la adaptación teatral de ese texto, así que pude hablar mucho con él durante los ensayos, fue muy enriquecedor».
Horas antes de subir al escenario en el que desde el 4 de septiembre lidera la obra que permanecerá en cartel hasta el 17 de noviembre, asegura que mantener en tensión al público prendido de un monólogo no le supone gran dificultad. «Ninguna –asevera–, todo son facilidades; primero, el material dramático que se me ofrece es de una calidad impresionante, y luego está la memoria de una persona que tuve el privilegio de tratar. Eso me anima, de modo que aquí cumplo dos funciones, por un lado como actor con la representación de un personaje que cuenta cosas maravillosas en un lenguaje prodigioso, y por otro, como ciudadano, rindiendo homenaje a quien he querido como a poca gente».
Ese desdoblamiento entre amigo del novelista e intérprete le reporta «una doble satisfacción» en la medida, apunta, «en que llevar al teatro 'Señora de rojo sobre fondo gris' fue una apuesta personal como actor y amigo de Miguel Delibes, la satisfacción del ciudadano Sacristán de disfrutar con un trabajo maravilloso para rendir homenaje a alguien a quien admiré y respeté profundamente».
Lo que le sigue sabiendo «a gloria», admite, es el aplauso del público. «Mucho mejor que oír las toses y los móviles, que saben de otra manera... esos aplausos, esos ¡bravos!, la gente en pie.... es muy emocionante y de agradecer».
También está persuadido de que el éxito del texto no es ajeno a la estela creada por Lola Herrera en torno a 'Cinco horas con Mario', un clásico al que no arrinconan las modas. «Lola Herrera ha dejado muy calentito el teatro con esa obra, estoy seguro de que algo tiene que ver con el tirón que está teniendo 'Señora de rojo sobre fondo gris». Si se le pide que elija una de las frases del texto con una significación especial, titubea: «Es difícil escoger ahí, pero tal vez la que pronuncia Evelio Estefanía, trasunto del filósofo Julián Marías hablando de una mujer que con su sola presencia aligeraba la pesadumbre de vivir».
Aunque ha advertido de que su participación en la obra bien pudiera significar «la culminación de una aventura de trabajo y de vida que viene durando más de sesenta años», no quiere que ello se interprete como el anuncio de un adiós a la escena. «Con esta obra tengo compromiso hasta 2021 y es tanto lo que me ocupan este personaje y esta historia en el tiempo y en el espacio moral y emocional que no sé, cuando esto termine, qué ganas voy a tener o dónde coño voy a encontrar algo que se parezca a esto, va a ser difícil, no quiero ni pensarlo. Subirse a un escenario después de 'Señora de rojo sobre fondo gris' me va a costar, porque no solo es un papel riquísimo, es una narración impresionante... ¡Estoy contando la historia de un amigo! Y eso es muy difícil que se vuelva a dar».
Aún así, asegura que no se le pasa por la cabeza plantearse cuál será su último papel, cómo será la despedida. «Mientras la madre naturaleza siga portándose con esta generosidad con que viene haciéndolo conmigo, seguiré ahí, jugando. No te puedes imaginar lo bien que me lo paso. Además, tengo el lujo de poder elegir mi trabajo, y el de este papel en concreto tiene mucho de juego, de hacer creer al otro que eres el que no eres, esa es la base. Por lo demás, Lo de la edad lo llevo bien, hay goteras, lógicamente, pero como decía Fernando Fernán Gómez, 'vamos durando'». Precisamente con este actor que dirigió e interpretó 'El viaje a ninguna parte', rememora, vivió una de las mejores experiencias de rodaje de su vida «por lo que fue la película y la relación que se generó entre los actores; supuso un capítulo importante de mi existencia».
Fuera de las paredes del teatro la figura de José Sacristán ha cobrado estos días actualidad por la súplica –«Poneos de acuerdo, por favor, seguid hablando»– que dirigió a la vicepresidenta Carmen Calvo al coincidir con ella a las puertas del Teatro Bellas Artes de Madrid. «Fue una conversación privada, simplemente, aunque la oyó todo el mundo. No me importan los comentarios, como no tengo teléfono móvil, ni Internet...».
A la pregunta de cómo se ve el país sobre las tablas de un escenario responde taxativo: «No conviene mirarlo desde el teatro, sino desde tu casa, desde el sitio donde vives. El teatro tiene una dimensión mágica, y fuera existe una cruda realidad que hay que enfrentar desde el domicilio conyugal. Dicho esto, lo veo malamente. Porque este desacuerdo entre las izquierdas es todo un síntoma. Mientras la derecha acuerda cuestiones que no son de mi agrado, la izquierda sigue a la gresca. Y lo que más me jode es que esto no es nuevo».
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