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La presencia de Rafael Álvarez El Brujo siempre es una fiesta, y en esta ocasión llega a Valladolid, al Teatro Zorrilla, por partida doble con 'El alma de Valle-Inclán': el sábado (20.30 horas) y el domingo (19 horas). Una ocasión para disfrutar del ... original modo de hacer de quien se define como «un juglar, un contador de historias; no me preocupa quedar bien teatralmente hablando».
La propuesta que trae el Zorrilla surgió en el año 2020, en los meses del confinamiento, periodo que aprovechó para irse a su casa al campo y empaparse de la obra del autor de 'Luces de bohemia'. Un proceso del que fue dando cuenta en un videoblog personal, a medida que su exploración literaria iba tomando cuerpo. Fue entonces cuando decidió que el centro de su espectáculo sería la obra 'Divinas palabras', aunque, como ocurre siempre con El Brujo, otras obras y claves del autor, como las leyendas y su gusto por el esoterismo, aparecerán aquí y allá.
«Valle Inclán es muy especial: es un tesoro escondido. Un tesoro de riqueza poética, sabiduría y fuerza dramatúrgica que no es muy conocido, a pesar de que ha sido bastante representado».
Rafael Álvarez lamenta que exista la tendencia a interpretar sus obras en claves sociales y políticas, perdiendo muchas otras dimensiones y matices. «Valle-Inclán tiene un perfil que no se somete a una clasificación fácil de izquierda o derecha. Es un mundo muy especial que trasciende la política», opina El Brujo. «Se rebela contra la injusticia, la corrupción y la miseria moral de la sociedad de su tiempo, y crea el esperpento, que es un estilo para reflejar ese mundo sórdido. Pero lo hace desde una postura ética, que viene de su conexión con el alma popular. Y este Valle-Inclán es absolutamente desconocido por la gente del teatro».
Esta conexión con lo popular es probablemente lo que más atrajo a un actor que se caracteriza, justamente, por no perder nunca pie en ese mundo de lo juglaresco, del folclore y de los contadores de historias. «Hay otra cultura que nace de la especulación y la pedantería, con unas pretensiones urbanas o intelectuales; esa, a mí no me interesa», reconoce tajante.
«Yo he conectado con esa parte popular del Valle-Inclán de las leyendas, de los cuentos. El habla mucho de esto, de que en los romances de ciego está el alma del pueblo. La sociedad tiene un alma colectiva que se refleja en el arte popular y eso es objeto de la investigación de muchos artistas y poetas desde siempre», explica El Brujo, para reivindicar a continuación que «lo popular no tiene por qué estar reñido con la alta cultura; al contrario».
Y ¿cómo logra El Brujo contarle al espectador algo tan complicado como el alma del autor de 'Divinas palabras'? «Tengo muchos años de experiencia y va saliendo. No podría decir cómo lo hago. Me las ingenio para que la gente capte ese sentido poético de Valle-Inclán, y que la gente se divierta con El Brujo constantemente, porque vivo del teatro y la gente viene a ver mis chistes, mis improvisaciones y mi propio estilo. Y luego hay que lograr unir las dos cosas con el texto. De eso se trata».
Una fórmula alquímica que compara con el arte de volar una cometa: «Si la sujetas mucho, la cometa se te viene abajo, pero si le das mucho cordel, la cometa se te va. Hay que saber mantener un equilibrio», reclama Rafael Álvarez. «Esto se consigue a base de trabajar, de equivocarse mucho y de luchar para sobrevivir».
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