Pablo Carbonell interpreta al conductor del coche compartido en torno al que gira la historia.

Pablo Carbonell, en Valladolid: «El teatro supera en magia al cine»

El actor, presentador y cantante protagoniza 'Blablacoche' el sábado en el Teatro Zorrilla

Jueves, 6 de mayo 2021, 07:19

Algunos descubrieron a un muy joven Pablo Carbonell en el mítico programa 'La bola de cristal', otros con 'Los toreros muertos' y su 'Agüita amarilla', su grupo de pop irreverente, y la mayoría probablemente con el programa de humor 'Caiga quien caiga', en equipo con ... El Gran Wyoming. Desde entonces ha hecho de todo: series, programas de televisión, más discos, giras, películas y hasta teatro. Con esta última faceta viene a Valladolid como cabeza de cartel de 'Blablacoche', una comedia de Eduardo Galán que presenta en el Teatro Zorrilla el próximo sábado (20 horas), convencido de que «el teatro supera en magia al cine». La obra presenta a cuatro personajes desconocidos entre sí que comparten coche durante un largo viaje en el que pasa un poco de todo, y en el que hay lugar para el humor y el pánico.

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-Usted es conocido como humorista, como presentador, como cantante y también como actor, si bien sobre todo de cine y televisión. ¿Qué le aporta el teatro?

-El teatro es una gimnasia. Un ejercicio físico y mental muy saludable. No hay más que ver cómo están José Sacristán o Concha Velasco.

- ¿En qué papel se siente más cómodo, en el de showman, cantante o actor?

-No soy capaz de encontrar muchas diferencias entre estas tres disciplinas. Y no es que no existan, es que yo me veo en la obligación de actuar, cantar, o amenizar una rifa con el mismo grado de exigencia.

-El autor de 'Blablacoche', Eduardo Galán, asegura que el viaje a Cádiz que ustedes cuatro protagonizan es como una metáfora del viaje clásico a Ítaca. ¿Qué sería Ítaca en la obra?

-Lo mismo que en la vida, el destino: una obligación. Entre las personas cabales la marcha atrás no es admisible. Dar marcha atrás es decidir que el fracaso no te va a enseñar nada, que has de volver al punto de partida y aceptar que es donde debes estar, es reencontrase con el ilusionado que se marchó, pero ahora hundido. Mala compañía, la frustración, sin duda.

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-Permítame una curiosidad, ¿se pasan la mayor parte de la función dentro del coche o hay ocasiones para estirar las piernas?

-Me encanta esta pregunta porque en el momento en que nos subimos en el coche estoy deseando que el público vea que salimos y que el coche se va desguazando.

-Si un escenario supone siempre una limitación, que alguien acostumbrado a la calle como usted tenga que hacer teatro dentro de un vehículo ¿tiene algo de maltrato o sadismo?

-No creo, pero lo estudiaré. Así a bote pronto te puedo decir que, desde mi posición de conductor, muy cómoda, muy sexi, apenas se me vislumbra la barriga, siento como avanzamos por la carretera, veo pasar las nubes, los postes de la luz…, cuando me apeo, piso la hierba, oigo pajaritos… es más, hace poco hice autoestop en una película y me resulta más real hacerlo en el borde del escenario. El teatro supera en magia al cine y lo mejor de todo es que lo hacemos con la imaginación, la nuestra y la del público.

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- ¿Diría de 'Blablacoche' que es una invitación a superar los prejuicios y a ser capaces de entenderse con el distinto?

-Algo de eso pasa en la obra: cuatro desconocidos acaban siendo casi íntimos, pero yo diría más bien que la obra es una oportunidad para reírse un rato con las desgracias ajenas. De hecho, la gente nos da las gracias. Estamos en un momento muy duro a nivel social y la risa es terapéutica, para el que ríe y para quien hacer reír.

- La obra hace burla de los debates sobre el género gramatical. Los devotos del lenguaje inclusivo ¿se enfadarán con ustedes?

-No creo, a lo mejor se dan cuenta de que son muy cansinos. La mujer necesita mayor visibilidad y, desde luego, las mismas oportunidades que los hombres, pero interrumpir a alguien que dice: aquí escuchamos a todos porque alguien cree que se excluye a todas es un rasgo patológico, un desequilibrio de difícil diagnostico. Los ingleses dicen «We», en una sola silaba, mientras que nosotros, y nosotras, tenemos que decir «nosotros y nosotras». No me extraña que bebamos tanto, se te seca la garganta cada vez que abres la boca. Todo esto te lo dice un feminista convencido.

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- Ser dirigido por un nieto de Alfonso Paso ¿impone?

-A mí no; es más, no lo sabía. Sabía que Ramón Paso era bisnieto de Jardiel Poncela, y eso sí que impone. Soy muy Jardielista.

-Su faceta musical no está dormida. Actualmente está de gira con Los toreros muertos de la que saldrá nuevo disco. El primero con temas nuevos desde que en 2007 resucitó el grupo.

-Antes del confinamiento habíamos estado grabando unas canciones con temática folclórica, un disco que iba a llevar el título Estruendo folclórico. Parte de él, 'La Siesta', o 'Teruel Teruel' están colgadas en la red. ¿Qué ha pasado con lo demás? Pues que este año de reclusión nos ha convertido en otras personas, hemos crecido, le he dado fuerte a la guitarra, me he encontrado con otro yo más sereno, más real, más interesante. Está muy feo que lo diga, pero es así. Ya me divierte menos la sátira musical y he decidido que el grupo tiene que tener su propio estilo y no ir metiendo el dedo en el ojo, dando su opinión sobre los estilos de la música popular. El compás lo va a marcar mi guitarra rítmica. Se siente. Hemos hecho unos ensayos y ese ritmillo va a aglutinar nuestros nuevos pasos. Vamos a bailar mucho más.

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