En realidad, 'Amo y criado', la pieza de Francisco de Rojas Zorrilla (Toledo, 1607-Madrid, 1648) que esta noche se asoma a la corrala del Palacio del Caballero, no se titula así. El nombre original –con estructura de moraleja– es 'Donde hay agravio no hay ... celos'. Y así se estrenó en 1637, con un nombre que pronto pasó a un segundo plano porque el público prefería llamar a la comedia de Rojas con esa parte del argumento que de inmediato se hizo tan famosa:la del cambio de papeles entre el amo y el criado.
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Ese enredo es el que este sábado (23:00 horas) puede verse en Olmedo Clásico, el festival que hasta el 31 de julio acoge la Ciudad del Caballero y que recibe esta producción que conecta a la compañía española Noviembre con la colombiana Teatro Libre de Bogotá, bajo la dirección de Eduardo Vasco.
«Esta es una pieza más que modélica en el subgénero de la comedia de enredo, de capa y espada, algo netamente español», explica Vasco, un apasionado del Siglo de Oro, con más de veinte espectáculos bajo los focos y la dirección de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (desde 2004 hasta 2011) en su currículum.
«Esto es un paso más allá de lo que habían propuesto Lope y Calderón en su momento. Tiene que ver con esta especie de mirada ácida a este concepto de la honra, del honor tan absolutamente esquizofrénico que defendían entonces, sobre todo Calderón. En ese sentido, Rojas se ríe de esto:bueno, igual no es necesario peleare todo el día por estas cosillas».
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Don Juan regresa desde Flandes junto a su criado, Sancho. Ycuando ya está en Madrid, una noche en la que va a buscar a su prometida (a la que no conoce más que por un retrato), se entera de que ella ha recibido por equivocación no su retrato, sino el de su criado Sancho. Y a partir de aquí se desencadena un enredo de equívocos y suplantación de identidades que se ha convertido en un clásico de las tablas.
«Es una pieza que, prácticamente desde su estreno, no ha dejado de representarse», cuenta Vasco. Las andanzas de Don Juan y Sancho tuvieron un éxito fulgurante desde el principio. Era una función imperdonable en multitud de compañías. Su fama saltó a Francia y se convirtió en una de las «piezas de referencia para las grandes compañías de finales del XIXy principios del XX».
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Vasco recuerda que ya se empapó de este texto cuando, en torno al año 2000, dedicó un mes y medio a leer e investigar toda la obra de Rojas. «Esta fue una de las que más me gustaron». Además, comenzó un trabajo histórico sobre el madrileño Ricardo Calvo y la compañía de teatro clásico que formó en el primer tercio del siglo XX.
Ese 'Amo y criado' era uno de los montajes que puso en pie. «Así que la revisé, certifiqué que era una pieza magnífica y me convencí de que había que hacerla de nuevo. Yademás, desde la perspectiva un poco de la comedia tradicional, sin grandes alharacas, sin grandes innovaciones, porque es una pieza magnífica».
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Y aquí tiene que ver la enorme maestría de Rojas a la hora de diseñar la «carpintería» de la función. «Es un autor que le da un punto de vista muy ácido, muy crítico a la comedia. No tiene un verso tan maravilloso como el de Lope de Vega, no llega a esas cimas de lírica. Sin embargo, es un hombre con una mano para las estructuras que han marcado a todas las comedias que vinieron después. Muchísimas de las grandes piezas francesas están basadas en sus argumentos. Esto hace que sea una delicia manejar la pieza con un sentido del ritmo y de la velocidad que no puedes utilizar en otras».
Y para eso, claro, son necesarios unos intérpretes que controlen los 'tempos' teatrales. El elenco de esta versión procede del grupo Teatro Libre, de Bogotá, una compañía que está a punto de cumplir el medio siglo. El equipo artístico (escenografía, vestuario, maestro de armas, de verso, director) depende de Noviembre. «Hemos trabajado con ellos el verso, la esgrima, porque no estaban muy duchos en el tema clásico, obviamente. Pero en seguida lo han cogido como un lenguaje propio. Es ahí cuando te das cuenta de que el castellano es un vínculo profundo entre nosotros, de que el idioma es un pegamento extraordinario», cuenta el director de una obra «que habla de los duelistas, de la honra, para acabar riéndose de los extremos, de las creencias furibundas, que es algo que viene bien recordar en estos momentos».
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