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claudia carrascal
Sábado, 26 de septiembre 2020, 08:12
La pandemia le pilló a pleno rendimiento con su espectáculo 'A pelo', que se ha visto obligado a paralizar durante siete meses. Ahora Moncho Borrajo celebra con más vitalidad si cabe la vuelta a los escenarios. Su primera actuación tras el confinamiento fue en Torrelavega ... hace tan solo unas semanas y este fin de semana llega al Teatro José Zorrilla de Valladolid con la intención de cautivar a su público a través de sketches cargados de humor e ironía. «He tenido que cambiar prácticamente todo el espectáculo, pero nos reiremos mucho. El hilo argumental será la historia de España y aprovecho para decir verdades como puños camufladas porque entre flor y flor siempre hay que meter algún cactus», asegura.
El monologuista gallego lamenta que hoy día haya tanta gente «con la piel demasiado fina» y critica que determinados colectivos y partidos políticos, en especial, los vinculados la izquierda, «no sepan reírse de sí mismos». Asimismo, recuerda que el humor nace con la intención de reírse de los defectos, igual que la caricatura y advierte de que «perder el sentido de la autocritica es muy peligroso. Si se sigue por este camino el mundo de la cultura reinará la autocensura que es todavía peor que la censura porque llegará un momento que no nos atrevamos a decir nada», asevera.
A punto de cumplir 50 años de trayectoria profesional, Borrajo considera que «hay que cuidar el humor porque es la medicina que cura en los momentos difíciles, pero también el arma de los pobres para atacar al poderoso». Eso sí, incide que en una cosa es el humor y otra muy diferente la crueldad, aunque «muchas veces la diferencia está en la forma en la que se dicen las cosas». A su juicio, el problema actual es que «el humor no se está utilizando con carácter sanador, tan solo como un arma arrojadiza y negativa».
La situación de la cultura la define de «muy preocupante» y atribuye gran parte de la responsabilidad a los políticos, a quienes «no les interesa potenciarla porque hace pensar a los ciudadanos y prefieren visibilizar a los influencers». También tiene su parte de culpa una sociedad «cada vez más pasota». Con la crisis sanitaria la radiografía de este sector es tan desoladora que, tal y como subraya, «a pesar de ser tan necesaria como la comida porque alimenta el espíritu, la cultura se está quedando huérfana».
Por último, ha hecho referencia al «pavoroso partidismo» al que han llegado los medios de comunicación estos últimos meses. En su opinión, «es alarmante que haya personas ganando un dineral por hacer preguntas absurdas sobre temas ridículos, pero todavía es más perturbador que los medios abandonen su obligación de informar y se dediquen a adoctrinar».
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