Javier Segarra le lanza sus reproches a la Menchu ausente en 'La hora de Mario'.

El Mario de Delibes vuelve a la vida para defenderse de «40 años de reproches en los escenarios»

'La hora de Mario' ofrece en el Teatro Zorrilla de Valladolid una vuelta de tuerca sobre la obra popularizada por Lola Herrera

Viernes, 1 de octubre 2021, 08:22

No se agota la capacidad de sugerencia de 'Cinco horas con Mario' (1966), una de las más importantes creaciones literarias de Miguel Delibes. Si en 1975 dio el salto a los teatros con una exitosa adaptación, encarnada por Lola Herrera, que daba la vuelta a ... la novela, ahora 'La hora de Mario' ofrece un nuevo giro sobre la historia. Y es que, una vez terminada la función original, Mario Díez Collado se levanta del ataúd y toma la palabra para «defenderse de cuarenta años de reproches en los teatros», como explica Javier Segarra, padre del proyecto y protagonista.

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'La hora de Mario' surge de una idea de Segarra a la que han dado forma Santiago Gascón y Joaquín Murillo tras más de trece meses de duro trabajo en el que se estudiaron la obra de Delibes de arriba abajo. El objetivo era concebir una obra original, con sello propio -es una comedia con canciones- pero respetuosa con el original. Estrenada por primera vez a finales de 2019 en Zaragoza, pasó el año siguiente de sequía forzada por la covid, y este año ha vuelto a los escenarios. El sábado podrá verse por primera vez en Valladolid, en el Teatro Zorrilla (20.30 horas).

«Hemos querido dar vida a Mario para que pueda contestar a los reproches de Menchu. El personaje no está enfadado con Delibes, pero sí defiende que no es justo lo que le han hecho durante todo este tiempo y exige poder hablar y explicarse, aunque sólo sea una hora, no hace falta que sean cinco», explica Javier Segarra con humor. «Le hemos dado un tono de comedia y hemos tratado a los personajes con mimo y cariño, y con todo el respeto que nos merecen Miguel Delibes y Lola Herrera».

Aunque 'La hora de Mario' se pone del lado de su protagonista en esta nueva 'guerra de sexos' con su mujer, la obra no busca ninguna revancha y apuesta más bien por la conciliación a través de un final inesperado que sorprenderá a los espectadores.

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Ciertamente esta reivindicación de Mario, que pone de relieve lo avanzado que era el personaje para su momento histórico y cómo defendía algunos valores con los que hoy nos podemos identificar, está más cerca de la intención original de Delibes que la versión de Lola Herrera. De hecho, para el novelista, Mario era el personaje positivo de la obra, aquel al que quería reivindicar, y con el que, en ese momento, en 1966, se identificaba. Pero optó por darle el protagonismo a Menchu por temor a la censura.

«En principio, y a lo largo de muchas cuartillas, inicié la novela con Mario vivo, pero su posición disconforme con la legalidad, su abrupta crítica de la sumisión política y del consumismo económico de la sociedad española, la hacían decididamente impublicable», explicó Miguel Delibes sobre la génesis de la obra. «Así nació la idea de sacrificar a Mario. Con Mario muerto, escuchando impasible las acusaciones mezquinas de su mujer, yo decía por vía indirecta lo que no podía expresar directamente».

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El problema es que el novelista concibió en Menchu un personaje tan poderoso, tan vivo, tan cálidamente humano, pese a sus posiciones políticas y sociales conservadoras, que dejó sembrado el terreno para que la intención original pudiera mutar. Así lo vio Alfonso Rey en su libro 'La originalidad novelística de Delibes' (1975), en el que anunciaba: «¿Habrá que sorprenderse si algún día las que combaten el machismo se interesan más en llamar pig a Mario que reaccionaria a Carmen?».

Ese mismo año, el productor José Sámano y la directora Josefina Molina, con Lola Herrera sobre las tablas, hicieron exactamente eso con la obra de Delibes. Los reproches de Menchu a su marido no eran una expresión de mezquindad, sino de un alma herida que apuntaba a que Mario quizás fuera muy progresista y avanzado socialmente, pero no por ello trataba bien a su mujer.

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«Miguel no entendía a Carmen», le contó Lola Herrera a Ramón Buckley, estudioso del novelista vallisoletano. «Miguel empieza a entender la desolación de esa mujer al verla sobre las tablas de un teatro. De pronto, él mismo se da cuenta de que los reproches que le hace a Mario en la novela son ciertos, que tiene razón al hacérselos, que Carmen es una mujer desatendida».

El propio Delibes confirmará esa mutación al reconocer que, en cuanto personaje contra corriente, Mario cae simpático «pero cuando este hombre se pone de pie y pontifica, estropea esa pureza, porque es un puritano insoportable, un tipo infumable, antipático y aburrido», según reconoció en una entrevista. 'La hora de Mario' viene ahora a rescatar el honor de este personaje que expresaba a una España que quería avanzar y despegarse de la rigidez franquista y que pagó el precio de ser incomprendido.

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«Lola Herrera podría ser la asesina de Manolete y el público estaría de su lado»

Buena parte del mérito de la 'reconversión' que sufrió la obra de Delibes sobre las tablas le corresponde a la actriz que dio vida a Menchu. Así lo reconoce con mucho humor Javier Segarra: «Lola Herrera podría ser la asesina de Manolete, que siempre tendría al público de su parte». Ese talento escénico y la propia forma elegida por el novelista terminó descompensando la obra del lado de ella, en contra de las intenciones primeras de Delibes.

Segarra y sus libretistas permiten ahora que Mario sea el protagonista del soliloquio. Y se defiende: «Yo seré aburrido, pero vosotros también». Y se queja de la incomprensión de Menchu hacia su depresión, que no es un capricho. Él, que nunca tuvo coche, tiene ideas locas, como hacer un carril para bicicletas. Además, su desprecio por el ascenso social suena hoy honesto y actual. «Mario era un avanzado a su tiempo y nos permite conectar la obra con nuestra contemporaneidad», explica Segarra, quien no oculta, sin embargo, que el objetivo último es animar a la gente a leer la novela original.

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