Teatro

Marina Alonso, bailar a los 18 con la mirada puesta en los escenarios germanos

Marina Alonso terminó el grado profesional el pasado junio y está en una escuela en Viena continuando su formación, en una escuela privada que cada semana les propone un coreógrafo internacional. «El conservatorio es una burbuja, un medio tranquilo. Luego te topas con la realidad, de audiciones, dinero, viajes, para encontrara tu sitio. Hay que ver lo que se hace fuera, en España hay sitio para muy pocas.

Los festivales y las residencias están genial pero luego no hay compañías profesionales suficientes», dice Alonso, que se propone a largo plazo «tener la mía propia». «Austria está genial para la cultura, allí todos los domingos la gente va al teatro. Se consume mucha cultura pero el ritmo de vida cambia». Por eso Marina se ve trabajado fuera unos años y luego le gustaría volver para fundar su compañía y crear sus espectáculos. Dejó la gimnasia rítmica por el baile porque ya no eran compatibles. Para ella bailar es «olvidar todo y transformarme personal y físicamente, el movimiento habla».

Hasta los quince años estudió en el Conservatorio de Valladolid. Le gustaba baile español y clásico pero terminó por elegir el contemporáneo. «Me cambié a Burgos por mi profesor Indalecio Séura» y a sus órdenes última un dúo con otra compañera. «Hasta ahora con los coreógrafos que hemos trabajado lo hacemos al mismo nivel. El 50% lo crean ellos y el 50% nosotros con el cuerpo. Supongo que si estás en una compañía profesional eso será distinto». Sigue formándose con Fabian Thomé, le gusta el trabajo de Hofesh Schechter Company, de Komoco y Janet Novás, esta última «más performativa, también me gusta actuar». De momento el premio es un punto más en su c.v. si quiere opositar.