María San Miguel profundiza en el duelo con 'The big crunch' en el Calderón

María San Miguel continúa explorando el duelo tras la muerte de su padre en 'The big crunch'. Más que epílogo del abordaje rabiosamente político de 'I'm a survivor', la obra, de la que se pudo ver una primera versión en Galerías Valladolid hace casi dos años, prosigue con las reflexiones en torno a la ausencia, y marca un punto de inflexión significativo en la trayectoria de San Miguel hasta la fecha, abriendo quizás nuevos horizontes formales en los que seguir indagando.

«Venía de un mejunje de varios duelos que me llevaron a una crisis vital y creativa», explica la autora: «Escribí esta pieza en torno a lo que nos pasa cuando nos atraviesa la muerte, qué hacemos para escapar, dónde nos refugiamos cuando hay una ruptura así, y cómo siempre explotan varias cosas, no solamente una».

La propuesta, de unos 25 minutos de duración, encierra a su protagonista, la propia San Miguel, en una acristalada caja de mercancías y aborda la incertidumbre, la oscuridad, la catarsis y, eventualmente, la celebración de la vida. San Miguel incorpora referencias barrocas del Museo Nacional de Escultura y guiños cinematográficos a Resnais o a 'Kill Bill', acompañada por la música de Juan Alberto Martínez y con las miradas de Eugenio Merino o Alba Muñoz, entre otros.

«Es un trabajo sobre el duelo, nombrar lo que no se nombra y hacer que la voz y el cuerpo de las mujeres ocupen un espacio y sean sujeto de acción, más que objeto». Desde 2022, la obra, como la artista, han evolucionado: «Estoy en otro momento, pero esto sigue atravesando», confiesa.

En líneas similares, otra propuesta que recaló el miércoles y el jueves en el Calderón en el marco de MeetYou es 'Haribo Kimchi', una exploración de la identidad cultural y las migraciones vehiculadas a través de la comida. «Como los ositos de goma Haribo y el kimchi, que juntos parecen una combinación poco probable, esta obra examina el proceso de fusión y conflicto entre diferentes culturas», explica su responsable, el surcoreano Jaha Koo.

La obra, estreno nacional en España, aborda «una diáspora tanto personal como colectiva, con una narrativa que resuena con la vida moderna, plagada de momentos en los que lo familiar se vuelve extraño y lo extraño se vuelve familiar». Para el compositor, la comida «no es solo algo que consumimos; sino que también es un lenguaje que encapsula estructuras sociales y contextos históricos». De ahí que la manera en que se prepara, se consume y las historias que la rodean reflejan a menudo, desde su punto de vista, condiciones históricas y políticas específicas.

«El kimchi lleva consigo las huellas de eventos históricos en Corea y ha evolucionado a través de la industrialización y la globalización», detalla. «De manera similar, la música es una herramienta poderosa que transmite emociones mientras incorpora el espíritu político y cultural de su tiempo». Así, 'Haribo Kimchi' entrelaza estos elementos para que el público «experimente la historia de una manera visceral e intuitiva», con una metáfora «gominolesca» de «una vida que es flexible y resiliente como una golosina». Jaha Koo concluye que «la constante redefinición de uno mismo a través de las fronteras culturales es un proceso esencial para navegar la identidad contemporánea», y espera que este acto, más allá de recoger una historia en torno a Corea del Sur, se vea «como una narrativa universal que resuene con diversas audiencias»,