Fernando Arribas, mago
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Fernando Arribas, mago
«La magia es el arte escénico de lo imposible»Cuando en 1991 decidió poner en alquiler el restaurante Zamora que antes había comprado a su padre, Fernando Arribas (Valladolid, 1954) cambiaba la barra y las comandas para convertirse en especialista en ilusiones. No era un salto al vacío dado su gusto por cantar y ... actuar, «por la farándula». «Tengo una colección de casi 300 instrumentos y los toco casi todos; me gustaba hacer teatro, contar chistes, así que un día me hicieron un juego de cartas que me apasionó, empecé a investigar y a crear mis propios inventos».
Así fueron unos comienzos que le han llevado a la magia profesional, a enseñarla en la Universidad de Ilusionismo del Escorial, que dirigió, y ahora, con 70 años, a despedirse de tantos años sobre el escenario con el espectáculo 'Cuatro manos mágicas', el 21 de diciembre en el Auditorio Miguel Delibes (15 euros la entrada). Lo hará junto a su hijo Samuel, también mago, campeón de España y subcampeón de Latinoamérica.
–¿Un mago se jubila?
–Hay quien no se jubila nunca. En mi caso ha llegado un momento en el que estoy muy activo con el coro Támbara de Arroyo de la Encomienda, y con la solista Natalia Fernández formo el Dúo Fan con Nata, actuamos en residencias, en conciertos altruistas... Creo que ha sido suficiente.
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Rebeca Alonso
–¿Qué es un mago?
–Un actor haciendo el papel de mago. La magia para mí es el arte escénico de lo imposible.
–Cuáles son sus poderes?
–La continuidad en el esfuerzo. El secreto es practicar y practicar. Ves a un pianista y piensas en la de horas que habrá dedicado; a un mago no se le ve ensayar nunca pero hacemos muchas horas. No tenemos poderes, lo que hacemos es practicar lo suficiente como para engañar la percepción que otro recibe. En el programa de estudios del Escorial teníamos 52 asignaturas con profesores de teatro, dicción de voz, foniatría, neurociencia... muchísimas cosas aparte de lo que es la magia, juegos de cartas, de cajas.... Y sobre todo, aplicar la cancamusa, que es distraer la mirada del espectador para que no vea algo que va a pasar. Porque cuando un espectador entiende lo que sucede, en lugar de ser mágico pasa a ser lógico.
–¿Cómo se entrena ese arte?
–Primero hay que practicar a solas y después grabarse en vídeo. No vale hacerlo ante el espejo porque hace que mires donde no tienes que mirar, así que hay que grabarse de un ángulo y de otro. Y lo más importante, ilusionarse uno mismo para poder luego ilusionar a los demás.
–¿El número que más aprecia el público?
–Suele ser magia cómica, divertida. Aunque los efectos más difíciles son los de manipulación. Hay magia para todo el mundo.
–¿Sigue teniendo esta habilidad el mismo encanto para un público habituado a las nuevas tecnologías?
–Sí, de hecho ahora puede que en Madrid haya diariamente unos 70 espectáculos de magia, han crecido exponencialmente. Existe la falsa creencia de que la magia es solo para niños.
–¿Es la ciencia el soporte de la magia?
–Muchísima magia se hace con ciencia. Yo he tenido 'Magia a conciencia', un espectáculo para institutos con juegos de química, física, matemáticas, historia... cada efecto lleva simultáneamente dos vidas: la externa que el público está percibiendo, y la interna, lo que no está viendo pero el mago está haciendo.
–¿Suele dar consejos a su hijo?
–Ya no le doy consejos, es muy profesional, lo hace espectacular. Cuando alguien empieza le suelo recomendar, si se trata de magia hablada, que pronuncie silábicamente, se tiene que enterar incluso la viejita sorda de la última fila, porque hay magos que hablan deprisa y la gente no oye bien lo que dice.
–¿Qué números ha preparado para despedirse?
–En el espectáculo 'Cuatro manos mágicas' iremos alternándonos mi hijo y yo en el escenario, y habrá un muñeco virtual que irá contando la historia de la magia en intervenciones cortitas. Cuando se habla de Houdini saldré yo con un número de escapismo y él con manipulación de objetos. Haremos actuaciones de hasta ocho especialidades (manipulación, magia de salón, escapismo, mentalismo...).
–Una de sus especialidades es crear juegos.
–Tengo muchos, como el de la guitarra, distinguido con algún premio nacional. O el duplicador, que consiste en que todo lo que meto dentro de una caja se va duplicando. Aunque mi especialidad son las presentaciones. Me gusta jugar con el abecedario, con las palabras. En su día hice un chiste con el que hablaba todo el rato con palabras que empiezan por la letra p. También actúo en francés e inglés, pero no los domino lo suficiente como para hacer juegos de palabras en idiomas que no sean castellano.
–¿Le ha fallado algún número?
–Los niños muchísimas veces dicen 'lo he pillado', pero no es así. Un mago no solo es quien puede hacer un efecto de magia, que no truco. Un mago es el que cuando una cosa no sale como quiere, sabe salir adelante sin que el público lo note. A mí me gusta jugar con el falso fallo, aparentar que un cosa sale mal para luego dar un efecto mayor todavía. Hay dos tipos de espectadores: los que quieren disfrutar de la magia y se dejan ilusionar y los que van a ver si le pillo al mago.
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