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A Lucía Miranda (Valladolid, 1982) Nueva York le cambió el modo de afrontar su existencia y el de concebir el teatro. Allí fundó en 2012 la compañía Cross Border Project y dirigió su primer montaje, 'De Fuenteovejuna a Ciudad Juárez', una adaptación de la ... obra de Lope de Vega reconocida con varios premios al mejor espectáculo clásico. Del 25 de noviembre al 15 de diciembre lleva al Pavón Teatro Kamikaze de Madrid 'Chicas y chicos', texto del británico Dennis Kelly que dirige con Antonia Paso como intérprete de un monólogo que «remueve muchas conciencias».
En asociación con Javier Ortiz, de la productora El Sol de York, se lanzó a dirigir una obra que aborda la historia de una mujer hace balance vital al llegar a la cuarentena. «Una vida en la que me sentí reflejada y muchas mujeres también podrían sentirse identificadas; cuenta las vicisitudes de su carrera profesional, cómo se va abriendo hueco en un mundo de hombres, habla de sus viajes, de sus descubrimientos, de su vida familiar, sexual... Pero detrás de toda esa cotidianidad se plantea una reflexión sobre sobre el poder y la violencia, qué es el poder y cómo lo ejercemos cuando se trata de géneros, cómo repercute tenerlo o no en la pareja, en el trabajo, en el éxito profesional, qué consecuencias tiene en esa vida de dos donde estamos muy acostumbrados a que el éxito lo tenga el varón y qué sucede cuando en una pareja lo tiene ella, cómo se establecen esos roles», esboza la dramaturga vallisoletana.
¡País clandestino', 'Fiesta, fiesta, fiesta', '¿Qué hacemos con la abuela' y 'Las chicas no fuman igual' son algunas de las obras de teatro que ha escrito y ha dirigido desde 2017. En todas ellas trasluce su concepción de la escena como «un juego participativo, un espacio para dialogar, pensar y emocionarse con todo, desde la risa hasta el llanto; en definitiva, el teatro es un espacio para compartir». El trabajo y la relación con el público están muy presentes en sus espectáculos, y aunque en 'Chicas y chicos' no participan los espectadores, «siguen siendo imprescindibles porque es un monólogo en el que la protagonista cuenta a un grupo de personas qué significan. Me interesa generar espacios donde podamos compartir, pensar y dialogar. Faltan espacios para ello y de ahí que tengamos la política que tenemos. El teatro es un lugar para practicar todo eso y jugar».
En 'Chicas y chicos' lo lúdico se empaqueta envuelto en preguntas. «El texto de Dennis Kelly me hizo pensar sobre dónde está la violencia en lo cotidiano y cómo de fina es la línea ante una situación grave que cambie completamente tu vida en relación con la violencia. Leer ese texto y hacerlo es lo que más me ha hecho pensar que no damos importancia a cosas muy pequeñas que tienen que ver con la violencia, cómo establecemos relaciones de poder en las familias, y cómo se van acumulando, un día explotan y no hay marcha atrás. Me interesa explorar y ver que lo que vivimos todos los días puede convertirse en excepcional, a veces para bien y otras no».
De Lucía Miranda cuentan quienes han trabajado con ella que el enfado ejerce en ocasiones como motor creativo. «Hago teatro porque hay cosas que no entiendo y me gustaría comprenderlas. Por eso muchas de las obras que escribo o dirijo están llenas de preguntas para las que no suelo tener respuesta. Hago teatro para entender mejor algo de la vida. Y casi siempre salgo entendiendo menos que cuando me metí a hacerlo».
«Las funciones en otros idiomas nos abren fronteras». Al menos cinco meses al año pasa Lucía Miranda girando con su compañía Cross Border Project por América Latina, Estados Unidos y Europa con proyectos que trascienden lo teatral. «Representamos obras en español, francés e inglés y somos escuela, trabajamos con comunidades en temas educativos y en resolución de conflictos. Ahora estamos metidos en una iniciativa con comunidades de refugiados a las que el teatro ayuda a aprender español».
En la escritora salmantina Carmen Martín Gaite encuentra un referente literario que ha moldeado su forma de llevar inquietudes sociales a la escena, un modo de ver el teatro como herramienta de transformación social. «En ella veo un realismo mágico maravilloso que engancha con la castellana que soy; me interesa mucho su prosa, su manera de contar tan hermosa y auténtica, la construcción de sus personajes femeninos...», considera la dramaturga, para quien resulta «vital» encontrar referentes de peso «a los que te quieras parecer» en la novela, el cine y el teatro.
A la hora de embarcarse en proyectos, la creadora de 'Alicias buscan maravillas' esgrime la impronta de la universidad neoyorquina en la que se formó, forjada en una relación de normalidad con el fracaso. «En Nueva York aprendí a arriesgar en el teatro y que caer es parte del trabajo, esa cosa tan estadounidense de lanzarse a probar. He arriesgado mucho económicamente, en la manera de afrontar el mundo de la escena y en lo pedagógico con herramientas y metodología».
La experiencia en giras nacionales e internacionales no le libra de las angustias que preceden a cada estreno. «Me siento como si volviera a examinarme de selectividad; a veces no me da tiempo ni a plantearme retos. Sobrevivir es mi reto».
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