Le quedan aún papeles por memorizar, escenarios en los que repetir. A punto de cumplir 88 años el 30 de junio, sigue de gira con 'Adictos', una obra sobre el sometimiento del hombre a la tecnología, y tiene intención de seguir metiéndose en la piel ... de personajes a los que impregna de la sensación de que algo interesante va a ocurrir cuando ella les pone rostro. Lola Herrera ha hecho «un camino bastante largo» pero, advirtió, ni mucho menos ha llegado al final. «Sigo al pie del cañón. El teatro es la otra vida mía, importantísima». El Ateneo de Valladolid le ha otorgado este marte el Premio de Excelencia Cultural que no pudo recoger en 2021, un reconocimiento a su trayectoria como referente en su ámbito escénico. Lo recibió entre aplausos en el Círculo de Recreo de manos de Celso Almuiña, presidente de la institución creada en 1872.
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La periodista Angélica Tanarro glosó la trayectoria actoral de la vallisoletana más allá de intervenciones icónicas en 'Cinco horas con Mario' o 'Función de noche'. Y la actriz explicó las razones por las que sigue en la brecha. «Mi trabajo es una pasión. No puedo dejarlo porque es mi alimento, me nutro de él continuamente y, de alguna manera, proyecto y ayudo a otros a que se nutran también», proclamó. «Es una cadena que no puedo romper voluntariamente», señaló consciente de que «esto no durará siempre. Yo quiero decirles que no puedo dejar de hacer teatro y no voy a dejar de hacerlo mientras tenga salud, cabeza y capacidades para dar lo mejor al público».
Feliz por conocer el interior del Círculo de Recreo, tiró de recuerdos para contar que únicamente lo contemplaba por fuera cuando la niña de las Delicias que era pasaba de camino hacia el centro. «Este lugar era una casa que no pertenecía a la gente de mi barrio. Pasaba y veía unos señores medio dormidos en la pecera, no pensé nunca que estaría aquí recibiendo un premio, estoy muy contenta». A la cosecha de reconocimientos cosechados a lo largo de su vida –Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes, Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo, Premio Nacional de Teatro Pepe Isbert, eñ Max de Honor y el Premio Talía de Honor– suma ahora el del Ateneo de Valladolid. Uno más en su ciudad, donde da nombre a una calle y desde septiembre del año pasado también a una sala del colegio Teresianas.
La otra galardonada por el Ateneo fue María Bolaños, doctora en Historia y directora del Museo Nacional de Escultura entre 2008 y 2012, adscrito al Ministerio de Cultura y bajo el mandato de ocho ministros. La ateneísta Concepción Porras repasó el currículo de quien revolucionó el museo abriéndolo a nuevas miradas y modos de contar exposiciones. Inolvidables las cartelas, pequeños textos explicativos de notable calidad literaria y afán divulgativo que, escritos por ella, resumían la historia de la pieza o la contextualizaban en el relato. «He vivido la dirección del museo más como un visitante exigente que como gestora», dijo sobre un centro que concibió como «reducto y refugio de calor, belleza, silencio y conocimiento»
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