Secciones
Servicios
Destacamos
Con la escritura de 'El enviado', el segoviano Roberto Lumbreras asumió el riesgo de construir, desde su mirada masculina y su perspectiva vital de varón, un monólogo sobre la condición de mujer, hoy término bien disputado, con osados toques de humor y reflexiones que derriban ... clichés asentados, que arrojan sorpresas sobre sus decisiones más trascendentales y que tocan cuerdas por muchas de ellas conocidas. Sobre este texto vertebra este miércoles la actriz Lara Dibildos un monólogo en el Teatro Zorrilla, una lectura dramatizada del libro a la que se puede acceder gratuitamente previa reserva por teléfono en el espacio escénico.
P: Vuelve Lara Dibildos al Teatro Zorrilla...
R: Ha sido una enorme suerte que tanto Enrique [Cornejo] como el autor pensasen en mí para hacer esta lectura dramatizada. Es un monólogo maravilloso que ya me encantó la primera vez que lo leí, y como gran amante del teatro que soy me considero muy afortunada de poder volver al Zorrilla, que es como mi segunda casa.
P: En esta lectura dramatizada desarrolla un monólogo femenino escrito por un hombre...
R: El hombre ahora tiene mucha más sensibilidad que antes, cuando le daba miedo exteriorizar ciertos sentimientos. Tampoco sé la vida personal del autor, pero sí es cierto que entiende muy bien por dónde pasa ella. Por otra parte, es un monologo corto, no es una obra de teatro de hora y media donde se puede profundizar con muchos matices, pero si que da bastante en el clavo.
P: ¿Quién es la protagonista de 'El enviado'?
R: Es una mujer que pasa por muchas fases, un gran ejemplo de muchas como ella que ha habido antes y que siguen reprimidas por las costumbres, la educación o la religión. Han vivido una vida que no les ha hecho felices, son muy clásicas, quieren el marido y los hijos, pero se olvidan un poco de su felicidad, de su corazón, y de que la vida es muy corta.
P: ¿Habla de sí misma, o de todas las mujeres?
Con 'El enviado' muchas mujeres sabrán enseguida quién es su protagonista, en qué situación se encuentra y cuáles son los problemas, los miedos y las inseguridades que ella tiene. Vive una lucha en la mente y en su corazón. Es un monólogo donde muchas mujeres se van a sentir identificadas... aunque espero que las más jovenes ya no.
P: ¿Ha sido este un mal generacional, o se trata de una realidad universal?
R: Por suerte los tiempos van cambiando, aunque a diferentes velocidades. Unos lugares del mundo han cambiado drásticamente, otros han evolucionado más despacio. En el caso de España se ha hecho de un modo más paulatino, pero todo ha desplazado el lugar de la mujer en la sociedad. Ya es diferente su forma de pensar y puede sentirse con la libertad de expresar lo que piensa, lo que quiere, lo que le gusta, o no le gusta.
P: ¿Cómo ha vivido este cambio nuestro país?
R: Hay muchos lugares en España donde siguen muy anclados al pasado y no han tenido la suerte de vivir en lugares mas modernos y con una mentalidad más avanzada. Culturalmente en esos sitios pequeños quizá resulte algo más difícil, por eso mucha gente ha querido irse de esos sitios más cerrados y vivir en ciudades más abiertas. Es cierto que aún quedan mujeres que han seguido la tradición de aquello que les han enseñado y que no han tenido el valor o, en muchos casos, la posibilidad de salir. Pero prefiero quiero quedarme con el mensaje positivo, y creo que incluso en aquellos lugares está siendo posible evolucionar, aunque sea a un ritmo más lento.
P: Tampoco las ciudades se han librado de sus particulares formas de opresión...
R: El problema está en que asumir el cambio le cuesta a muchas personas. Entre las que me incluyo. Yo, por ejemplo, no he tenido una educación tan cerrada como otras, con unos padres que trabajaban de la farándula. Pero también he tenido que hacer un clic en mi cabeza. Yo me casé embarazada, no por la iglesia, y a lo mejor no me hubiera casado en ese momento. Lo hice muy feliz, sí, pero lo hice para que mi madre estuviera más tranquila. En la ciudad puede que todo sea «un poquito» más fácil, pero las mujeres siempre hemos vivido más bajo el yugo del qué dirán o con el miedo a que nos dé de lado un tipo de sociedad.
P: ¿Qué falta por hacer?
R: Que los que hoy somos padres, mi generación, asumamos el cambio de esa mentalidad tan retrógrada hacia la mujer. Opino que tenemos una responsabilidad muy grande porque tenemos que encargarnos de que la nueva generación vea a la mujer con más libertad, más respeto, y que sepa entender las nuevas reglas bajo las que se rige la vida.
P: ¿Y cuáles son los avances más significativos que ha habido hasta la fecha?
R: Ha ayudado mucho que la mujer sea independiente económicamente. Son menos asiduas ya las situaciones en las que ella se queda cuidando de los niños y el marido trabaja. Entonces las mujeres se sentían atadas, y temían que si se divorciaban no podrían hacer nada más allá con su vida. Pero el principal avance es en la libertad, hoy no nos da miedo decir lo que pensamos, lo que sentimos, si queremos separarnos y quedarnos solteras. O irnos con otro hombre. O con otra mujer.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.