![Laia Marull: «Casi todo el mundo deja hoy de luchar por sus ideales»](https://s3.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/201911/13/media/cortadas/laia-kp8B-REmj8gcxWgn58Vgc8M1Z7TK-624x385@El%20Norte-ElNorte.jpg)
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En unos años marcados por la crispación, el tacticismo político, la maldita hemeroteca y el cambio de chaqueta con más frecuencia de lo que nos demanda el termómetro, rescatar una visión como la que Federico García Lorca arrojara sobre la histórica figura de Mariana ... Pineda parece, más que rabiosamente pertinente, dolorosamente insoslayable. El director Javier Hernández-Simón acerca al Teatro Zorrilla de Valladolid este fin de semana una obra que estrenara el pasado 4 de octubre en Toledo, protagonizada por una Laia Marull como la heroína trágica titular, para quien «casi todo el mundo se baja hoy del carro en la lucha por sus ideales».
Pese a pequeñas variaciones con respecto al libreto original, sobre todo en su introducción y en su conclusión, e incluyendo algún corte o añadido; pese a todo, asegura la actriz protagonista, «no implica que todo lo que se pronuncia allí no sea palabra de Lorca». Los temas e inquietudes de esta obra siguen siendo las mismas: el viaje interior de una mujer que no ha nacido ya con unos ideales decididos, sino que resuelve conforme a lo que en verdad cree conforme se precipitan los diferentes acontecimientos y, «sin la intención de haber nacido para ser mártir», conoce un trágico final por el mero hecho de haberse mantenido leal a su amor y a sus principios.
Llegar hasta donde se llega por no traicionarse, por mantenerse fiel a su amor y por defender la realidad de lo que hace germina en una lucha privada que si se lleva a las últimas consecuencias puede tener resultados muy tangibles a nivel público: «La búsqueda de este ideal lleva a Mariana Pineda a un final trágico, que se queda completamente sola en el combate por sus ideales y sus convicciones, es un personaje íntegro», valora Marull. La heroína lorquiana se distancia así un tanto de la histórica al incidir también en su enfrentamiento con una sociedad que no la entiende o quiere que sea de una forma determinada; «los tres hombres que afirman quererla mienten, pues no la ven como realmente es o condicionan su amor a algo en contrapartida». Será la propia Mariana Pineda quien lleve la palabra amor hasta el extremo y demuestre qué es para ella, algo que se reflejará posteriormente en el propio final trágico que sufriría el autor de 'La casa de Bernarda Alba': «Él también se encontró muriendo por salirse de lo establecido».
Inquirida la intérprete por la vigencia de 'Mariana Pineda' en el siglo XXI, Marull defiende que «mientras estemos atados seguirá siendo vigente, y efectivamente estamos lejos de ser una sociedad plenamente libre». Subrayó en numerosas ocasiones la actriz que «la mayoría de las personas no somos capaces de morir por lo que creemos; muchos por hipocresía y cinismo, y los primeros los políticos que nos rodean, que no son capaces ya no de ser consecuentes con lo que deben hacer en el ejercicio de su labor, ni siquiera cumplen con aquello que dicen defender, estén o no en campaña». Una lacra que persigue a nuestros representantes en las instituciones, pero que más allá de Twitter, los insultos y los enemigos públicos número uno, pilares de toda retórica de la esfera política; también afecta al resto de la sociedad en nuestro día a día: «Perseguir nuestras convicciones requiere de mucha valentía, y no todos la tenemos».
Marull también ha reflexionado sobre la dificultad de encarar a este personaje: «El verso de Lorca es gloria bendita, es una maravilla poder decir palabras que llegan directas al corazón tanto de aquella persona que las dice como de quienes las escuchan: lo que tiene de dificultad es lo que tiene de placer». Dejando de lado referentes más o menos evidentes (como aquel 'Proceso a Mariana Pineda' que encarnase Pepa Flores en 1984), Marull prefiere trabajar a modo de diálogo, «ver cómo el personaje habla, interpela, obliga a descubrir debilidades y fortalezas propias». Demasiado íntimo tal vez el hallazgo que aún le cuesta encontrar las palabras para lo que le ha supuesto esta heroina trágica: «Cada vez que pronunciaba la palabra 'amor' me invadía la sensación de abrir el corazón de verdad, y creo que eso es una fortaleza, algo que deberíamos dejar que suceda siempre: tenemos muchos miedos si nos hablan de enemigos, territorios o malos migrantes, pero abrir el corazón a ello es, eventualmente, una fortaleza».
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