Alberto San Juan, actor

«Hay algo inquietante en pasar tanto tiempo delante de una pantalla consumiendo ficción»

–'Lorca en Nueva York' es ya una pieza de su repertorio. ¿A qué atribuye la temprana condición de clásico de Lorca?

–La eternidad de Lorca radica, me parece, en qué sus palabras están vivas. Siguen nombrando la realidad, haciéndola carne. La realidad humana inmutable: el amor, la soledad. Y la realidad histórica: una sociedad basada en la opresión. Lorca habla de todo ello con una enorme elocuencia y una enorme belleza.

–¿Cómo es su relación con La Banda: es usted solista y ellos se adaptan?

–'Lorca en NY' tiene dos partes que se intercalan: el relato autobiográfico en prosa en que cuenta su experiencia de vida durante aquel año fuera de España y varios de los poemas que escribió allí. Los músicos acompañan los poemas, casi como si fueran canciones habladas. La música que interpretan surgió de improvisaciones durante los ensayos, a partir de los poemas.

–Dice que no quiere «entretener» al público, verbo al que se entrega hoy buena parte de la producción cultural. ¿Qué ambiciona «comunicar»?

–El intento es que se produzca un encuentro verdadero con el otro, el público, que se produzca un diálogo y una experiencia compartida.

–¿Cómo se pasa de la responsabilidad compartida en un escenario a sostener con su voz hora y media de función?

–Echo de menos otros intérpretes que digan palabras, pero me siento muy en compañía con la música, nada solo.

–Animalario ha sido un fructífero laboratorio para sus integrantes. ¿Alguna lección exportable?

–Animalario fue mi escuela de teatro y, en gran parte, de vida. Más de quince años juntos. De 1995 a 2012. Es mi familia teatral. La mayor lección: elegir el deseo frente al miedo, entender que el teatro es un encuentro amoroso, no un combate en el que haya que derrotar a nadie.

–¿Qué es Teatro del Barrio?

–El Teatro del Barrio es una cooperativa (de espectadores y trabajadores) que abre sus puertas en diciembre de 2013, dentro de la estela de iniciativas ciudadanas impulsadas por el espíritu del 'Sí se puede' que brotó del 15 M. Sí se puede denunciar que el sistema político consensuado en España después de Franco es una democracia solo a medias, o menos. Que se construyó una sociedad cautiva de los dueños de las mayores concentraciones de capital, a su servicio. Y, sobre todo, sí se puede cambiar esa realidad, mejorarla, consensuar –está vez si, entre todas– un proyecto social que sustituya la voluntad de dominio por los cuidados mutuos. Díez años después, ese espíritu del 'sí se puede' se ha dañado mucho. Pero no ha muerto. Ahí sigue, por ejemplo, el teatro…

–Le gusta recitar poesía con la guitarra de Fernando Egozcue ¿se está perdiendo el recital de palabra? ¿cómo le escuchan las nuevas generaciones?

–La palabra, las historias a través de la palabra, nunca se perderán. No es, obviamente, el único medio para comunicarnos, pero sí uno importante, y hermoso: la palabra.

–Forma parte de La Banda ¿qué le da la música?

–La música es aún mejor que la palabra. Es lo mejor de todo. Solo superado por el baile. Pero como pueden ir juntas, baile y música, pues todo bien.

–Ideó una gala de Los Goya, tiene un cabezón ¿las ha ido siguiendo?

–No. Una entrega de premios es inevitablemente un rollazo. Ahora bien, me parece muy útil para promocionar el cine español. Así que, pa'lante con los Goya.

–Ahora que sabe tanto de moda, ¿qué descubre la serie sobre Balenciaga?

–¡No sé nada de moda! Pero después de haber hecho la serie, observo la moda con mucho más interés. La serie trata de acercar la figura de uno de los mayores creadores españoles del siglo XX, que, incomprensiblemente, es un gran desconocido fuera de círculos especializados.

–Las plataformas y la televisión les han multiplicado el trabajo. ¿Alguna reivindicación al respecto?

–Por supuesto. Las plataformas están dando muchísimo trabajo en el sector. Y están produciendo series de una calidad y una libertad impensables hace diez años. Más allá de estas cosas, absolutamente positivas, hay algo inquietante en el hecho de que pasemos tantas horas delante de una pantalla consumiendo ficción.