La segunda jornada de Olmedo Clásico acerca a los aficionados al teatro una propuesta singular pero que apela también al Siglo de Oro y a textos literarios y teatrales de nuestra historia. Escrita por Álvaro Tato y dirigida por Yayo Cáceres, dos de los integrantes ... del conjunto Ron Lalá, este sábado podrá verse 'Burro', un monólogo sobre el rol del ser humano como especie a lo largo de su historia, protagonizado por el actor Carlos Hipólito.
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«Es un texto muy bonito que parte de una peripecia argumental aparentemente sencilla», anticipa el protagonista. «Un burro que se encuentra atado a una estaca en una finca abandonada empieza a contarle la historia de su vida a su sombra mientras un incendio forestal se acerca». El punto de partida pronto demuestra que no estamos ante un burro cualquiera: «Es un animal que tiene más de de seis mil años y ha acompañado al ser humano desde siempre, por lo que su relato es también el nuestro».
Desde la época antigua hasta llegar a nuestros días, el burro recorre en su historia el Imperio Romano, la Edad Media, el Siglo de Oro, el Siglo de Las Luces y la Revolución Industrial. Toda una odisea vital e histórica en la que se muestra cómo ha acompañado a la raza humana desde siempre: «A lo largo de la obra escuchamos sus reflexiones, es un burro sabio y listo que conoce la literatura escrita e hilvana fragmentos de obras literarias que tienen como protagonista a su figura en los grandes títulos del canon universal».
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Hipólito califica este relato como un texto «emocionante y divertido», donde cabe esperar el humor ronlalero «que reflexiona con gracia hasta sobre cosas tristes» y que permite ciertas críticas a la relación que hemos mantenido con otras especies del planeta tierra: «Jamás hemos asumido al burro como un animal de compañía, a diferencia de otros animales domesticados, siempre como una herramienta gracias a la cual construimos las primeras murallas, fortificaciones y servicios».
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Esta instrumentalización del animal invita a Hipólito a concluir que «se le ha tratado como a la clase obrera». Y se explica: «No se le permitía entrar en la cuadra; era fuerte, duro y resistente, y cuando el mundo se mecanizó decidimos prescindir de él con frialdad y olvidarle».
En su crítica social 'Burro' no puede ni quiere eludir el debate ecológico: «No es un texto doctrinario ni dogmático, si bien de fondo aparecen 'ecocomentarios'», señala su protagonista. «Es un relato que interpela al espectador y a todos como especie, como raza humana». Para Hipólito, la obra« hace pensar la prepotencia con la que actuamos, nos creemos los dueños del planeta y consecuentemente tratamos peor a otras especies que tienen cualidades mayores que las nuestras».
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Este animalista relato viene acompañado por una escenografía de Tatiana de Sarabia, que con elementos de atrezzo mínimos pero imprescindibles buscan la máxima evocación con la mínima distracción: «Se ha primado el trabajo autoral, pero también el actoral», afirma Hipólito. Además de su monólogo, en escena le acompañan el percusionista Fran García y la flauta travesera de Iballa Rodríguez, mientras el protagonista lleva un vestuario y ejecuta ciertos movimientos que aluden, sin imitarlo, al burro en sí.
«He intentado que el personaje sea lo más cercano posible, y el texto hermoso de Tato cuenta con una prosa poética extraordinaria para escuchar y para decir, ha sido un gran regalo como intérprete». A lo largo de la obra, el Burro pasa por numerosos estados emocionales y momentos distintos que demandan grandes exigencias físicas y vocales, en un arco dramático enorme que Hipólito no deja de considerar como «un trabajo muy divertido».
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La otra gran reflexión que jalona la obra es, claro, la literaria. Desde 'El asno de oro' de Lucio Apuleyo hasta las fábulas con moraleja de Esopo o, claro, 'Platero y yo' de Juan Ramón Jiménez; «el burro es consciente de que algunos humanos han hablado bien de el». Con todo, Hipólito señala la curiosidad de que «hasta el siglo XX y la llegada de Platero, ningún burro, ni siquiera el de Sancho Panza, había tenido nombre: ni siquiera eso han merecido a ojos de los literatos».
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