Es curioso, dice Juan Cañas –músico y actor de 'Que de noche lo mataron', una recreación de 'El caballero de Olmedo' que el lunes pudo verse en esta localidad vallisoletana– que los clásicos generen «mucha distancia de partida y cierta sensación de precaución». Sorprende esto ... cuando, en su origen, los textos que hoy consideramos clásicos (de Calderón a Lope de Vega, de Rojas a Tirso de Molina)«eran obras populares, representadas en plazas y para un público menos formado que el actual», apunta Cañas en 'La salud de los clásicos', las jornadas que, como complemento a las representaciones, se han celebrado desde el lunes y hasta ayer en el Festival de Teatro Clásico de Olmedo.
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«Nos queremos preguntar por el presente del teatro y por su futuro tras la crisis sanitaria, a la que precedió la financiera y ha seguido inmediatamente la bélica, cuyas consecuencias aún están por ver», aseguran los organizadores de estas mesas redondas que han reunido a actores, directores, dramaturgos y gestores culturales. «Dos de los grandes problemas de las artes escénicas en este país son la España vaciada y la brecha de género», apunta Julio Vélez, doctor en Filología Hispánica y profesor de la Universidad Complutense. El 49,5% de todos los ingresos teatrales que hay en el territorio nacional se generan en Madrid. El 23,5%, en Cataluña. El otro 27%, en el resto del país. «Ahí es donde está el gran problema de la salud del teatro en España», apunta Vélez, quien encuentra un antídoto en mantener y defender esa red de teatros, de festivales y programaciones que apuestan por las artes escénicas más allá de las grandes capitales. Este tejido de escenarios es fundamental para la supervivencia de muchas compañías, que encadenan funciones y rentabilizan así sus montajes. Y esto, que afecta al teatro en general, se acentúa en el caso de los clásicos. «Si solo representáramos en festivales especializados, ya no existiríamos. Es necesario moverse por todos los teatros y que el clásico llegue a las programaciones de estos espacios», propone Rosa Manzano, de la compañía Corsario.
¿Cómo atraer al público?«El tema no es fácil. El universo clásico, tanto en música como en teatro, tiene un público de edad y nivel de educación medio alto. El teatro clásico presenta un verso más complicado y una dificultad retórica en los textos que requieren atención», indica Miguel Ángel Pérez 'Maguil', gestor cultural. «Es verdad que el público habitual está envejecido», añade Ana Zamora, directora de la compañía segoviana Nao d'Amores, quien confía en atraer a los jóvenes a unos textos que los interpelan directamente. «Interpretar un clásico no es solo ponerse el sombrero y salir a declamar en verso», evidencia Zamora, quien reivindica el patrón rítmico y musical del verso.«Un buen montaje clásico, con ritmo y alegría, le entra a cualquier adolescente», defiende la dramaturga Julieta Soria.
«El teatro, además, está cada vez más presente en las aulas, con compañías que se dirigen directamente a ellos», indica la directora Ainhoa Amestoy. Sin embargo,Manzano reclama campañas escolares que contribuyan a crear nuevos espectadores. «Los clásicos, por desgracia, todavía se ven como algo rancio», dice Manzano. Culpa de eso tuvo, defiende Maguil, el uso que se dio de estos textos entre 1939 y 1978. «Para muchas generaciones, este teatro estuvo vinculado al 'Estudio 1' de TVE. Su reivindicación tenía además una connotación negativa que no se encontraba en Francia con Molière o en Gran Bretaña con Shakespeare. Fernando Urdiales lo explicaba muy bien:hay qeu defender el lenguaje llano de los clásicos, alejado de un uso llamémosle político».
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