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Tan honda fue la huella que dejó en la escena y en el mundo de la cultura en Valladolid que los homenajes no han dejado de sucederse desde su fallecimiento hace ahora siete años. Ya en 2015 fue el Teatro Zorrilla el que decidió perpetuar ... su figura poniendo su nombre y apellido a la sala experimental, y ahora es el Teatro Calderón el que se suma anunciando una placa conmemorativa en su fachada en recuerdo de Fernando Urdiales. Dicha placa, obra de la escultora Mery Maroto, será visible en una de las columnas principales del teatro y vendrá a acompañar a las otras cinco dedicadas a Concha Velasco, Lola Herrera, Juan Antonio Quintana, el bailarín Vicente Escudero y la que rinde homenaje a la bailarina y coreógrafa Mariemma con motivo del 150 aniversario del Calderón el pasado año 2014. El acto tendrá lugar este martes 12 de diciembre, coincidiendo con el séptimo aniversario de la muerte del actor y dramaturgo, además de uno de los fundadores de la compañía Teatro Corsario.
Precisamente Luis Miguel García, uno de los actores y amigos que le acompañaron en el viaje de la compañía desde que se fundó en 1982, calificaba ayer de «acto de justicia» el homenaje que se le tributará desde el ayuntamiento. Él mismo, en compañía de Rosa Manzano, Isaac Macho o Javier Semprún, entre otros, fue quien abanderó hace unos meses una iniciativa que llegó a incluir recogida firmas. «Además de ser un gran director de escena, actor y dramaturgo, Fernando ha sido mucho para la profesión. A él debemos los primeros pasos de la profesionalización y la creación de muchas cosas, entre ellas la asociación de artes escénicas (Artesa)», asegura, antes de ensalzar otras virtudes de Urdiales. «Si tuviera que quedarme con algo, me quedaría con su disposición a no hablar de uno sino de todos. Su generosidad».
Luis Miguel García resume su legado en una sola frase, «la que él mismo solía repetir y que se me quedó grabada: ‘¡Qué placer entrar en un escenario y ver que todos los personajes viven allí!’». Ambos compartieron sueños, y también penurias, en los comienzos de la compañía Teatro Corsario hace ahora 35 años. «Fernando ya era médico, y los demás estábamos terminando la carrera, por lo que salíamos de grupos independientes de la Universidad y estábamos en plena ebullición. En aquellos primeros años no había un duro, pero allí estaba él como capitán», recuerda.
luis miguel garcía, teatro corsario
«Seguro que se sentirá orgulloso», concluye Luis Miguel García, que estará presente en el homenaje junto a Carmen Urdiales Aláiz y Manuel Fernández Bayón, familiares de Urdiales, así como el propio alcalde Óscar Puente y la concejala de Cultura, Ana Redondo. La placa de Fernando Urdiales es la sexta que se incorpora a la fachada del Teatro Calderón junto a las de Concha Velasco, Lola Herrera, Juan Antonio Quintana, y los bailarines Vicente Escudero y Mariemma.
Dos ciudades, además de mil escenarios, marcaron la trayectoria de Fernando Urdiales. Nacido en Valladolid –en el barrio España–, se trasladó con el paso del tiempo hasta León para estudiar en los Agustinos antes de regresar a su ciudad de origen para iniciar la carrera de Medicina. Pese a ello fue la llamada del teatro mucho más intensa que la de la psiquiatría, y en los años 70 empieza a pisar las tablas a través de un grupo universitario. Luego llegarían el Corral de Comedias, Teloncillo, el Teatro Estable de Valladolid, y ya en el año 82, Teatro Corsario.
Su trayectoria aparece marcada por la adaptación teatral que realiza junto a sus compañeros de los clásicos en lengua castellana. De hecho, Urdiales fue el responsable artístico del Festival de Teatro Clásico de Olmedo desde que este certamen dio sus primeros pases en 2006. Desde 1989 la formación ahonda su pasión por el teatro clásico del Siglo de Oro español, una apuesta diferenciadora de calidad, que le llevó a convertirse en una de las formaciones más sólidas y reconocidas en el ámbito nacional.
Calificado por los críticos como un sabio del teatro español, entre sus títulos más destacados se cuentan ‘Sobre ruedas’ (1987), basada en los pasos de Lope de Rueda, ‘Pasión’ (1988), inspirada en la imaginería barroca castellana, ‘Celama’, basado en el territorio leonés de Luis Mateo Díez, o ‘La Barraca de Colón’ (2005), entre otros.
A los reconocimientos de carácter colectivo cosechados con la compañía hay que sumar otros a título personal como el Premio Castilla y León de las Artes en el 2004.
Su carácter infatigable y batallador le llevó también a liderar foros nacidos desde la necesidad de la escena como el Consejo de las Artes Escénicas, la Asociación de Directores de Escena de España o la Unión de Actores de Castilla y León.
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