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El humorista Félix el Gato lleva más de 40 años ofreciendo su humor por los escenarios de España y en su nuevo espectáculo 'Aquí hay gato encerrado', que presenta el viernes en el Teatro Zorrilla (20.30 horas), hace un repaso de cómo ha cambiado ... la vida cotidiana durante todo este tiempo, lo que le da pie, además, para recuperar algunos de sus gags más conocidos.
«No es exactamente una antología», explica Félix Extremeño, el hombre real tras el pseudónimo artístico, aunque los elementos más reconocibles de su trayectoria estarán en escena. Y frente a la diferencia entre contar chistes y contar historias, que a veces se usa para distinguir a distintos tipos de humoristas, el cómico tiene claro: «La verdadera historia es contar bien los chistes».
A su juicio, el humor se apoya en la intuición. «Ser gracioso tiene mucho que ver con la capacidad de aprovechar el momento», explica, pero también hace falta «tener cierto sentido de la pausa; hay que saber callarse a tiempo». En su caso, además, un elemento muy característico de su comicidad es la gestualidad. «Trabajo mucho con la cara y la expresión corporal». Pero, en última instancia, «no sabes por qué lo haces; pero ves que ciertas cosas refuerzan la gracia del gag y otras no y de eso aprendes».
Aunque en su espectáculo hará chistes sobre los problemas del trabajo, los bancos y otros temas que le permitirán salpimentar la función con cierta crítica social, admite que, sobre todo, hace «humor blanco». «Por lo que yo hago, no he tenido problemas nunca con el ofendidismo», reconoce. «Procuro no meterme con nadie, pero me parece un poco exagerado lo que está pasando».
Frente a las susceptibilidades, reivindica la importancia del humor y recuerda que «es una terapia buenísima que la gente agradece mucho, especialmente en tiempos como estos».
El público es el verdadero maestro del humorista, el que le lleva de la mano. Y fue el público el que decidió que Félix Extremeño podría vivir del humor. «Cuando empecé trabajaba como camarero, pero ves que te van reclamando de aquí y allá y que quizás puedes ganarte la vida haciendo lo que te gusta».
El Gato se estrenó como humorista en El Rincón del Arte Nuevo, «un sitio muy bohemio de Madrid, en la calle Segovia, por el que también pasaron otros como Pedro Reyes o Faemino y Cansado», recuerda. Y luego se dio a conocer como acompañante de artistas como Sara Montiel o Celia Cruz. «Con Sara Montiel hacía números cómicos en el escenario mientras ella se cambiaba de ropa», recuerda. Ya entonces ejerció una modalidad de humor que luego se haría muy popular en televisión: los doblajes falsos de películas. El Gato lo hacía con obras de la cupletista. Pero también coincidió con Celia Cruz en televisión realizando una función similar: la de entremés cómico entre canción y canción.
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