![Gabriel Garbisu: «Me fascina que lo que se escribió hace 400 años siga haciendo reír»](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/201907/14/media/cortadas/gabriel-kY7D-RPzRsm3NmAGFIiwgv7Mal3H-624x385@El%20Norte.jpg)
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La XIV edición del Festival Olmedo Clásico no ha podido esquivar sus buenas dosis calderonianas. Diferentes actividades y representaciones de su programa se encuentran vinculadas, de una u otra manera, con el autor de 'La vida es sueño' o 'El mejor alcalde, el rey': ... la propuesta escénica de la quinta promoción de La Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico, que combina la prosa de Calderón de la Barca junto a la de Lope en 'Préstame tus palabras', el bululú 'Vida=sueño' e incluso una charla sobre su traslación al cómic. Corona este podio particular la versión de la semidesconocida 'Con quien vengo, vengo', que se exhibirá esta noche en la Corrala Palacio del Caballero.
«De igual manera que Cervantes fue innovador con 'Don Quijote de la Mancha' y dio la vuelta e ironizó sobre la novela de caballerías a través de su personaje, Calderón hace algo parecido con el código del caballero en 'Con quien vengo, vengo'», explicó el director y adaptador del libreto original: «La obra plantea una situación en la que lleva al extremo la posibilidad hasta evidenciar el ridículo que es este comportamiento».
En 'Con quien vengo, vengo', las protagonistas son Leonor y Lisarda (interpretadas, en esta ocasión, por Raquel Ruano y Julia Olivares), dos hermanas que se ven envueltas en un enredo amoroso donde el equívoco de identidades propio de las producciones coetáneas resulta el alma de la obra. Al amor secreto que surge entre Leonor y Don Juan (Varo Mogrovyan), para evitar las suspicacias del controlador hermano de ella, Don Sancho (Luis Burgaz), Lisandra se ofrece para ayudar disfrazada de criada. Mientras, el mejor amigo de Don Juan, Don Octavio (José Luis González), resuelve lo mismo, y la confusión emergerá cuando los farsantes se enamoren entre sí y crean encontrarse, cada uno por la parte que les toca, ante la pareja de su hermana y de su amigo, respectivamente.
De acuerdo a Garbisu, el principal valor de esta clase de comedias pasa por su manejo del idioma: el castellano, que para él nadie emplea con la maestría de Lope, Valle-Inclán, Cervantes o el propio Calderón: «Dentro de cada uno de nosotros hay un trozo de ellos, porque son la historia del castellano». El idioma español ha experimentado, según el dramaturgo, una enorme decadencia, que se refleja en el discurso y en el pensamiento: «La gente joven usa un vocabulario más reducido», se lamenta, sobre todo al pensar en «esas series y culebrones donde estas comedias podían ser precursoras en sus enredos amorosos, si bien el nivel semántico de estas últimas no se puede comparar con quien antes podía hacer arte con la palabra, transmitiendo argumentos, pensamientos y emociones con belleza y una enorme riqueza».
Por ello, el valor de modernidad de Calderón supone una materia del todo indiscutible para Garbisu, quien ya ha adaptado previamente trabajos del autor como 'La vida es sueño' o 'La dama duende': «Me gustaría que hubiera más escritores con su capacidad de fraseo, su semántica... Pero no ha habido nadie más, y no solo en España, a la altura de Lope y Calderón, de Ruiz Alarcón, Moreto, Rojas Zorrilla o Tirso de Molina». Su devoción calderoniana tampoco admite margen de vacilación, ni siquiera frente al Fénix de los Ingenios: «Lope es más preciosista con el lenguaje, mientras que Calderón supo acercarlo al habla de la calle: una combinación de los dos sería el súmmum de la literatura universal».
A la hora de afrontar la tensión natural entre el texto íntegro y original e intervenir desde su propia esfera como artista, Garbisu tiene claro que debe renunciar a toda pretensión de neutralidad y abrazar sus propias subjetividades, si bien admite maravillarse con que, en representaciones previas de esta adaptación de 'Con quien vengo, vengo', tanto él como sus intérpretes pudieron comprobar que el público respondía mejor a los 'gags' de humor escritos de puño y letra de Calderón que a las incorporaciones propias y gestuales de la puesta en escena: «Me fascina ver cómo lo que se escribió hace 400 años sigue haciendo reír», sostiene para quien queda, así, demostrado que los resortes nucleares de la comedia son atemporales y universales.
Otro de los puntos clave de intervención tiene más que ver con el contexto lúdico y festivo de la época. El teatro, explica el dramaturgo, era en aquella época una zona de encuentro no muy diferente a la iglesia, los toros o las fiestas del pueblo, un evento social en el que la gente iba a relacionarse: «Por esa razón, los autores repetían muchas veces lo mismo para que el público no tuviera dificultades a la hora de seguir el hilo». En su adaptación, Garbisu ha prescindido de estas herramientas que hoy ya resultan innecesarias, quedándose así con «la acción fundamental y la belleza de la palabra». El resultado es una comedia con pretensiones de arrancar las mismas carcajadas que levantara hace cuatro siglos, que siga siendo comprensible para el espectador y que, por encima de todo, reivindique el humor y la belleza del lenguaje.
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