Antonio Najarro, coreógrafo

«La escasez de público y de programación de la danza viene por falta de conocimiento»

–¿En qué consiste la 'Querencia' de Najarro?

–'Querencia' surgió con el deseo de cambiar el formato artístico de los espectáculos que lo preceden en mi compañía privada, siempre basados en la fusión del flamenco con la danza oriental, con el tango, con el jazz... Quería volver a nuestros orígenes, donde sentimos nuestras referencias, mi legado, el que han pasado mis maestros como Mariemma o José Antonio Ruiz. Es muy valioso y he sentido la responsabilidad de presentar en mis espectáculos todos los estilos de la danza española: la escuela bolera, la estilizada, el folclor y el flamenco. Volver a nuestros inicios, a la tradición pero con la máxima actualidad y vanguardia en todo lo que le rodea.

–¿Tiende un puente entre la danza clásica, la contemporánea y la española?

–Avanzamos cada más hacia formas que nunca hubiéramos creído poder hacer, mezclando la danza española y la contemporánea en nuestras propuestas, siempre sobre la base del ballet clásico. Somos una compañía de 14 bailarines, en algunas creaciones con cinco músicos en director, en esta con una obra sinfónica que cuando se puede la llevamos en directo. Quiero presentar la danza española con todo su esplendor para demostrar que no solo las grandes instituciones pueden hacerlo. Me siento obligado y estos estilos de danza española tienen cada vez más nivel, y sumamos el toque de castañuelas que me caracteriza y seguirá evolucionando hacia formas no creadas aún, siempre con el conocimiento de base. Creo que el público percibe esas bases que nos pasaron nuestros antepasados y gracias a ese conocimiento podemos evolucionar.

–¿Qué dirían puristas como Mariemma o Gades con los que ha trabajado?

–Mariemma vio mis primeros espectáculos y se mostró encantada, me escribió cartas en las que me decía cosas maravillosas. Alberto Lorca, creador de 'Ritmos', una mítica coreografía para el BNE, venía a ver todos mis montajes y me escribía dándome consejos, siempre eran mensajes muy positivos. Creo que es porque en mis propuestas se ve el respeto a las bases, que no es crear por crear sino a partir de lo recibido y lo que filtra mi cabeza de lo que me rodea. Me encanta el cine, la moda, la pintura, me muevo y veo mucho, todo incide en mi creación coreográfica. Toda esa información y estímulos me hacen crear y, aunque inevitablemente sale el sello de uno, se ve el respeto a las bases.

–Ha llevado el baile a la moda, al patinaje, a la piscina, a la ópera, al cine o al Prado. ¿Ha logrado dar visibilidad a la danza?

–Mi sector está muy fragmentado desgraciadamente. La queja común en la danza es que no tiene visibilidad, que faltan recursos y que no se incluye lo suficiente en las programaciones teatrales. Esa cantinela la oigo desde siempre. Cuando comencé con mi compañía privada, en el año 2000 y después como director del Ballet Nacional, en mi cabeza estaba la idea de terminar con la queja y hacer más cosas para dar mas visibilidad a mi arte. Empecé a colaborar con el mundo del deporte, del patinaje y la natación sincronizada, con la moda, y vi que mis creaciones basadas en la danza española lograban una visibilidad mundial tremenda, desgraciadamente mucho más impactante que una función en un teatro. Entonces pensé, vamos a usar esas alianzas para dar más visibilidad. Siempre abogando por la calidad y la excelencia, son propuestas de gran nivel con artistas y deportistas de primer nivel como los mejores patinadores del mundo y el equipo nacional de natación sincronizada. He llevado el flamenco al Met (Metropolitan Opera House) o a Disney en 'Wish'. Son cosas que ayudan a dar visibilidad al arte al que me dedico y hace que la gente lo conozca y eso principal. La falta de público o de programación es falta de conocimiento. Por eso soy divulgador y embajador de danza española.

–Convertirse en empresario tan joven ¿le restó energía para la creatividad?

–Depende del margen que quieras dar en tu vida lo que te apasiona. Mi pasión es la danza española y quiero demostrar al mundo que es mucho más que flamenco, tenía claro que la escuela bolera o la danza estilizada podía levantar al público más que el flamenco. Y para eso necesitaba mi compañía. Empeñé mis ahorros, aprendí idiomas, me hice diseñador de dosieres, mi madre cosía el vestuario, todo era muy casero. Un 50% de mi tiempo era empresario, el otro, creador. Fue un desgaste tremendo pero conseguí llevar la danza española con mi compañía a los mejores teatros del mundo. Nadie me regaló nada, demostré que se podía hacer realidad.

–Ha sido director del Ballet Nacional de España. La suya fue la más larga, de 2011 a 2019 ¿por qué duran tan poco los directores de esa casa?

–Uno de los principales problemas en el crecimiento artístico de las instituciones artísticas españolas es el seguimiento. Encuentro bien poner fecha tope a las direcciones, pero tiene que haber un seguimiento real del desarrollo artístico y la productividad, ver lo que funciona y que no. Debe haber una supervisión por encima que promueva que los caminos positivos se sigan porque si hay un cambio total de proyectos y objetivos las compañías no se asientan. Estuve ocho años en el BNE con el 90% de mi vida dedicada a él. Busqué forma de dar visibilidad y, tras cinco años tras TVE, logré meter la danza en las casas y mostrar su realidad. No era de esos programas en los que se pretende crear una estrella en dos meses, sino que conocieran la danza por dentro. Ese conocimiento es lo que crea futuros públicos. Los cambios deben servir para engrandecer los proyectos.