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Ciudad Rodrigo ultima detalles para subir este martes el telón del mayor escaparate teatral de Castilla y León. Del 23 al 27 se celebra la XXV Feria de Teatro en la que aspiraban tener hueco 1.014 propuestas de las que solo 43 han sido ... seleccionadas. Programadores de toda España acuden a ojear y elegir lo que se verá en sus teatros en las próximas temporadas. En la pasada edición se cerraron contratos por un valor de 1.400.000 euros, nueve de cada diez compañías lograron 'bolos'. Por encima de la rentabilidad inmediata, el objetivo de las compañías es que su trabajo se conozca y que el desfile en la pasarela salmantina les abra las puertas de otras redes y otros escenarios. Premios nacionales y premios Max dan prestigio pero no trabajo, dicen los productores, que se la juegan en citas como esta.
El carácter profesional del encuentro junto con la presencia de público es uno de los distintivos de Ciudad Rodrigo «muy apreciado por las compañías ya que el comprador ve la reacción allí mismo», dice su director Manuel González. «Recibíamos de media unas 800 propuestas, este año fueron casi 200 más. Así que tenemos que ser restrictivos». Al final de año, a los cuatro meses de cierre de cada edición, hacen balance económico. «Es un periodo corto para medir el impacto real pero nos da una idea. 2021 fue un año excepcionalmente bueno en el que 9 de cada 10 compañías cerraron funciones (desde dos hasta 30), frente a las seis de 2020. Se firmaron 347 contratos». González destaca la vocación internacional del encuentro con especial atención a la oferta portuguesa y reconoce que hay mercados especialmente difíciles por el tema lingüístico como Cataluña o Galicia. La otra seña de identidad es la atención a la producción autonómica. Este año inaugura la feria la compañía segoviana Nao d'Amores.
Entre 50 y 60 funciones
«Queremos estar en Ciudad Rodrigo por nuestro compromiso con el sector artístico y con la comunidad autónoma, es nuestra feria», dice Germán H. Solís, director de producción. «La feria es un lugar de encuentro de profesionales necesario porque nos ponemos cara. Luego la visión del espectáculo se puede traducir o no en más funciones según la aceptación. Ha habido años mejores y peores, aunque lo más importante es que se vea nuestro trabajo». Inauguran con 'Numancia', una adaptación cervantina coproducida con la Compañía Nacional de Teatro Clásico, que se estrenó en Madrid y en el Teatro de la Comedia ofreció 37 funciones. «Luego hemos hecho otras doce en gira. Es verdad que el respaldo de un teatro nacional es un sello de calidad pero a la hora de girar, cuesta mucho distribuir el teatro que nosotros hacemos, medieval y renacentista».
Un montaje de Nao d'Amores debe lograr entre 50 y 60 funciones para ser rentable. «La compañía es una sociedad limitada que vive de comercializar su trabajo. Cada vez es más difícil conseguir una función».
Entre los quince espectáculos que han creado desde 2001, «nuestro 'best seller' es el 'Misterio del Cristo de los Gascones' (2007) que sigue girando es un caso especial. Otro éxito más reciente ha sido 'Nise', casi protagonista ese año en los premios Max. Pero ni premios ni sello se traducen en mas funciones, te da visibilidad pero no trabajo. El 'Penal de Ocaña', con dos personajes lo que te da agilidad a la hora de moverlo, también tuvo gira nacional, por Portugal y Latinoamérica». Más que ambicionar un número concreto de contratos, los segovianos quieren «abrir nuevas fronteras, conquistar los corazones de programadores que no nos conocen».
Ana Zamora, la directora artística, apenas deshace la maleta veraniega tras pasearla por Mérida, Cáceres, Alcalá, Olmedo y Peñíscola. «Somos una compañía con suerte por las coproducciones con teatros grandes como la Compañía Nacional o la Abadía. En verano vamos de festivales, son un trampolín y una vía de subsistencia para el teatro clásico aprovechando que ahora cierran el resto de teatros». Esas funciones que el público sigue al aire libre tienen un plus de dureza para los equipos. «Los marcos incomparables suelen ser complicados, se trabaja por la noche y hay que montar y desmontar rápido». El estío se ha convertido en el refugio del clásico español, ese patrimonio que no se ve en tantos escenarios durante la programación de temporada.
Ana Zamora considera que las ferias «marcan para bien o mal. Puede que la función no salga bien, que los programadores lleguen cansados, no se vende y se cuelga un sanbenito que luego, una vez rodada, es difícil de quitar. Por eso son encuentros peligrosos, donde hay emoción y una responsabilidad extra. Lo bueno de Ciudad Rodrigo es que hay mucho público y suaviza la reacción del profesional que lo ve con más distancia».
Experiencias dispares
Teloncillo, compañía vallisoletana especializada en primera infancia, acude a Ciudad Rodrigo desde la primera edición. «Somos muy festivaleros», dice Ana Gallego. «Sirven para que la gente te conozca, hacemos entre diez y doce cada año. En Ciudad Rodrigo tienes ahí a los programadores, a los compradores de tu trabajo, que ven lo que haces y aplican su criterio, pero al menos tienen acceso directo al trabajo».
Han vivido experiencias «de todo tipo, en unos nos ha salido mucho trabajo y en otros nada. Tras la representación ya notas la respuesta. Para nosotros que salga bien es contratar 30 o 40». Pero lo más importante es «que te vean los responsables de otras redes de teatros, entrar en su catálogo abre la puerta a que cuenten contigo», explica quien ostenta un Premio Nacional de Artes Escénicas para la Infancia.
El último mercado conquistado por Ana y Ángel es la Comunidad Valenciana. A la veteranía se une la especialidad. «Ahora casi todas las ferias cuentan con espectáculos para primera infancia, algo que no era común antes. Sin embargo Ciudad Rodrigo apostó por este público desde el principio. De hecho mucho programadores vienen con su familia por eso».
Conquistar otros escenarios
Teloncillo presentará 'Coser y cantar', un espectáculo que estrenaron en enero en el Teatro Calderón, donde son compañía residente y hacen una coproducción nueva cada dos años. «No se ha visto fuera de Valladolid». Ahora lo llevan a la feria cruzando los dedos. «Por ejemplo 'Alicia', un montaje complejo con videomapping en la que los actores interactúan con la pantalla, no tuvo el recorrido ajustado al nivel de la apuesta, tampoco fue la mejor versión cuando la representamos en la feria. Quizá en aquella función faltó seguridad, el ritmo y la vida que se coge cuando el espectáculo está rodado. Sin embargo después en campañas escolares nos han felicitado muchísimo».
Para que una compañía profesional sea rentable tiene que hacer entre 100 y 200 funciones al año, recuerda Ana. «El recorrido de cada obra es extraño durante el primer año, depende de cuándo se estrene. Luego surgen contratos para el segundo semestre y es más fructífero al siguiente año. Hay que intentar llegar a las 50 funciones, que cada vez es más difícil al desaparecer las campañas escolares». Ana y Ángel trabajan con el respaldo de el Calderón lo que les permite parar de vez en cuando para crear. «Cada vez hay más competencia y una oferta más amplia. Para elevar el nivel de las producciones hay que invertir en equipos artísticos, en investigar nuevos temas, y no meterse en la rueda de dos meses de ensayo y a estrenar. Las ayudas a residencias artísticas y a la producción serían muy importantes».
Los salmantinos Teatro de Poniente se estrenaron en su feria en 2020, «una edición contra viento y marea, cuando todo se suspendía» con '¿Hacia dónde vuelan las moscas?'. «Un drama de tres actores que habíamos estrenado antes de pandemia en el Liceo de Salamanca. Fue un año peculiar porque aunque hubo mucha gente en la feria eran de la región y lo que buscas es que te conozcan los de fuera. No logramos una gran contratación pero lo achacamos a la excepcionalidad del año», explica Antonio Velasco, director y actor.
Ahora presentan 'El manuscrito de Indias'. «Lo estrenamos también en el Liceo y llevamos doce funciones. Ojalá lleguemos a las 50 a partir de la feria. Pero si pudiera pedir un deseo sería ir más lejos, llegar a redes y espacios donde nunca hemos estado o donde no hay referentes del teatro que se hace en Castilla y León. Nos interesa Andalucía, Galicia, País Vasco, estamos llegando y queremos afianzarnos». Iratxe Jiménez y Antonio Velasco forman el ADN de Teatro de Poniente que crece o decrece según las necesidades. «Ahora tenemos en gira cinco espectáculos, unos más grandes y otros más pequeños. Hemos vuelto a la compañía de repertorio para poder sobrevivir. Ala vez, en la cabeza bullen nuevos proyectos».
Quien sí debuta en el mundo de las ferias es Héctor Matesanz y su Teatro Consentido. La primera creación exclusiva para su personaje, Lady Veneno, sobre el escenario, 'Champán por la tetas' la estrenó en abril en el Teatro Calderón de Valladolid y Ciudad Rodrigo es el vuelo bautismal fuera de casa. Entonces fueron dos funciones con la sala llena, «fue como estar en una nube». Ahora se siente afortunado por estrenar en una plaza donde quizá será la primera drag queen. «Es importante estar en una feria donde hay programadores de toda España, mostrar tu trabajo ante los responsables de circuitos y redes teatrales».
No tienen un objetivo económico, «creemos que es una pieza que puede cogerse desde muchos aspectos, desde la igualdad hasta no discriminación de los cuerpos tan importante entre la gente joven, o la visión de una drag . Hay muchas cosas y a la vez mucho humor. Nos gustaría que la obra se proyectara fuera, que lo que hacemos aquí tenga visibilidad, hay gente muy buena».
Todos se verán a partir del martes en Ciudad Rodrigo. Hay quien se ha olvidado alguna vez la maleta personal, la del vestuario, nunca.
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