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Es obvio que la actriz Eva Cabezas no responde a los estándares de belleza convencionales, de modo que parece una persona adecuada para contarnos que la vida es mucho más que la imagen y la apariencia. Lo hará hoy en el Teatro Zorrilla (20.30 ... horas) en 'Curvy', un monólogo cómico en el que se ríe de esos momentos de la vida en los que las personas singulares se enfrentan con las expectativas de un mundo estandarizado que no les ha tenido en cuenta al diseñar sus normas y medidas.
«Vivimos en una sociedad acomplejada y obsesionada con su aspecto físico», explica Cabezas, quien no oculta la sorpresa que supuso descubrir que aquello que creía problemas propios de las personas con sobrepeso iba mucho más allá de ese mundo. «Muchas personas se identifican con lo que cuento, no estando gordas, porque cada uno tenemos nuestras inseguridades y complejos. Uno porque es alto, otro por bajo, otro por la nariz, o por el pelo. Al final nuestros puntos débiles salen a la luz, pero como los miramos con humor es una experiencia liberadora».
La protagonista de 'Curvy' aclara que su espectáculo no pretende hacer apología de la obesidad, y que «el límite es la salud y el sentirse bien». Pero, aun asumiendo que se trata de un «talón de Aquiles» de la persona, aboga por suavizar la mirada y, sobre todo, por una actitud de respeto. «Vamos a relajarnos un poco y dejemos de señalar al que nos parece diferente porque no sabemos qué batalla personal está librando». Y añade: «Cada uno tiene sus circunstancias. Las mías son estas y las pongo a disposición de los demás a través de mi espectáculo 'Curvy».
De modo que Cabezas se dedica a explicarle al público cómo es la vida desde la perspectiva de una persona que no se ajusta a los estándares sociales. A través suyo vemos cómo experiencias tan aparentemente cotidianas como comprar en una tienda, ir a un restaurante, o montar en avión adquieren una nueva dimensión. «Muchos creen que estoy embarazada y a veces finjo estarlo para que me dejen sentarme en el autobús», bromea.
Cabezas critica esa idea tan extendida de creer que podemos conocer a alguien por su aspecto. Y frente a ello defiende que «la verdad surge cuando miramos hacia adentro y nos enfrentamos con nuestras inseguridades y temores». En ese momento nos damos cuenta de que «estamos condenados a entendernos».
Y es que, cuando nos miramos al espejo, lo que aparece no es esa imagen más o menos perfecta que queremos proyectar hacia afuera, sino otra muy diferente. «En la intimidad no puedes evitar ver que tienes todas esas imperfecciones que tanto te irritan. El único camino verdadero es la aceptación».
«No diré eso de que la belleza está en el interior, pero sí diré que la belleza no sólo está en el exterior y en la apariencia», añade.
Esa dependencia de la imagen se ha agravado por la influencia de las redes sociales, con sus trucos de edición de imagen, capaces de general apariencias de perfección imposibles que no se corresponden con la realidad. Lo que también se empeora con esa filosofía de que cada uno debe crear su 'marca personal' para competir en el mercado. «Todo pasa por el capital y parece que nos obligan a vendernos y a convertirnos en un invento propio, en un producto más», se lamenta Eva Cabezas. «Y hay una línea muy fina entre la autopromoción y la destrucción».
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