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En su cabeza bulle el Siglo de Oro y su voz es un caudal de versos de Cervantes, Shakespeare, Lope de Vega, Quevedo, Teresa de Jesús, Juan Boscán, Góngora, San Juan de la Cruz, Fray Luis de León... y así, por escenarios de pueblos y ... ciudades sigue alzando telones con 69 años Rafael Álvarez 'El Brujo'. «Me siento tan joven que solo recordar mi edad me descuadra», proclama el actor, dramaturgo y cómico que pone su brega en el escenario al servicio de una idea: «Ser útil a la felicidad humana, alentar la pasión en la gente por el descubrimiento de lo mejor de sí mismos». El domingo 9 de febrero protagoniza 'Dos tablas y una pasión' en el Teatro Zorrilla (19:00 horas, desde 20 euros).
–¿Qué distancia media entre el amor del Siglo de Oro y el de estos tiempos de relaciones virtuales?
–Una gran diferencia de concepto y de sentimientos en torno al hecho y la experiencia del amor. Porque ahora la sensualidad ha ganado tanto terreno como la inmediatez. El imperio de los sentidos del que hablaban estos grandes poetas era una aspiración absolutamente espiritual sin desligarse del ahora, pero elevando el tiempo a eternidad. Había una conexión con la trascendencia que nuestro mundo actual ha perdido.
–¿Qué trucos emplea para meterse al público en el bolsillo?
–El humor. Hacerle reír constantemente, disfrutar. El humor para que los espectadores abran las compuertas y hacer que sobre ellos llueva la palabra poética y experimenten la música de las palabras, la dulzura, el misterio y la fuerza insondable de la poesía. Y la oscuridad también. Uno de los grandes dijo: 'El poeta, cuanto más oscuro, más poeta'.
–¿Cómo resiste, después de tantos años, ofreciendo recitales por pueblos y capitales?
–Es un gran privilegio del que gozo a esta edad, pero me lo he currado a lo largo de muchos años. He pateado los escenarios de muchos pueblos ganándome al público día tras día, año tras año, montaje tras montaje. Lo he ganado por encima de la opinión de la crítica y de los empresarios. Los primeros decían que mi espectáculo era poco elevado y los segundos, que demasiado. Primero, porque el crítico no tiene que vivir del público, y el empresario solo vive de él. Yo he buscado el terreno intermedio, que el espectador me siga a base de mucho chiste.
–¿Cala más la poesía recitada que leída?
–Dicha vibra más. La lectura silenciosa también tiene su punto. Para mí la poesía es canto, tiene que vibrar en el ambiente, aunque no haya nadie que la oiga. Los pájaros cantan independientemente de que alguien los oiga o no.
–¿Qué tiene el barroco para que vuelva siempre a él?
–Yo soy un yogui incipiente, practico la meditación trascendental y toda la gran filosofía oriental del budismo. Esa gran literatura de la sabiduría de los grandes maestros de oriente es la del barroco español, que es la experiencia del tiempo y su reflexión acerca de la naturaleza de la caducidad de la vida. Y de acuerdo a esa experiencia de búsqueda de una respuesta a ese interrogante es cuando el ser humano enfrenta situaciones como la belleza de una rosa que solo dura cinco o seis horas, hasta que pierde los pétalos. Los pintores de aquella época pintaban una calavera, un reloj de arena y una rosa, ese es el gran tema del barroco español, esas preguntas que a veces a la gente le vuelve compasiva y les hace mejores y quita la agresividad de pelear por algo dando codazos para al final acabar como todo el mundo.
–Dice versos en una época en la que apenas se dispone de tiempo, se impone la saturación del ruido.
–Sí, pero creo que todo esto pasará. Hay una sobredosis de Internet, redes sociales, todo el mundo mirando siempre el móvil como un juguetito, pero pasará. El ser humano es espíritu, no solo un saco con dos piernas. Dentro de cierto tiempo habrá una vuelta a esta filosofía y poética del humanismo, pero ya con el lenguaje y la vestimenta de la modernidad.
–¿Qué propósito tiene su teatro?
–Rendir tributo a la belleza y al misterio de la existencia. Y el instrumento para hacer todo eso es la risa. Tengo la vis cómica desde que empecé en esto.Y es algo que no se aprende, el humor se depura si lo trabajas. Soy un pícaro del siglo XXI. Con ese discurso me las tengo que arreglar para sobrevivir, a veces con muchas habilidades porque yo vivo a base de lidiar con los ayuntamientos. En alguna función me dicen que tenga cuidado con tal alcalde, que está en primera fila viéndome, pero al final me puede el duende y si veo un político del PP me sale una función anti PP; y si es socialista, anti PSOE, porque lo que me pone es dar caña, riéndome de la situación, pero sobre todo, de mí mismo. Y la caña que les doy no es desde una idea radical de la política, es puramente cachonda, grotesca, de distanciarse. Así que quien no tiene sentido del humor sale muy mosqueado.
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