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Si todo hubiese salido según el guión, Concha Velasco (Valladolid, 1939) habría cerrado hoy la programación de Ferias en el teatro Calderón con 'La habitación de María'. Vuelve a hacer equipo con su hijo Manuel tras 'El funeral'. ... Su vástago le ha escrito «el monólogo menos monólogo» que ha hecho en su vida. La historia de una octogenaria famosa que vive encerrada en su torre de marfil hasta que el fuego rodea el edificio.
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¿Encierro en casa? ¿El apocalipsis que se acerca a la puerta sin avisar?... La Velasco rechaza cualquier parecido con la realidad. La conversación se produce el día antes de que le suspendan todo. No quiere mojarse, ni opinar... Pero Concha es y será siempre la 'chica yeyé'.
–Entonces ¿No hay inspiración en esta realidad colectiva?
–No. Conocimos el caso real de una señora y le dije a mi hijo que escribiera algo sobre ello. En principio no se iba a hacer pero, cuando llegó el confinamiento el productor Jesús Cimarro decidió activarlo. Y José Carlos Plaza aceptó dirigirlo ¡sin leerlo! Cuando lo leyó se entusiasmó. A mí lo que me gusta es interpretar personajes que no tengan nada que ver conmigo. ¡Y este es el que menos tiene que ver!
–Pero ¿podemos aprender algo de esta obra y en estos tiempos?
–Si enseña algo es que la cultura es escribir, leer, escribir, leer... y que eso es imprescindible.
–Valladolid iba a ser (casi) el estreno tras la puesta de largo en San Sebastián en agosto.
–Fue un éxito enorme y llenamos todos los días todo lo que se puede llenar. Allí nos hicieron pruebas de todo tipo y yo tengo anticuerpos del coronavirus. Parece que lo he pasado y ni me he enterado.
–No sé si está al tanto de las restricciones en la ciudad...
–Es una barbaridad que no se pueda abrir el Calderón. Había estado hace poco grabando el programa de Bertín Osborne (Telecinco) y todo se hizo con el máximo cuidado, con las mascarillas... ¡Me quedé muerta al conocer las restricciones! He dejado de grabar 'Cine de barrio' para hacer esta obra. Por eso me da mucha pena no ir a Valladolid.
–Duele mucho el trato que se le da a la cultura como sospechoso permanente.
–La verdad es que no quiero hablar. Pero me parece que los teatros, tomando las medidas necesarias, es una barbaridad cerrarlos. ¿Cómo es posible que en el Calderón digan que 25 butacas? ¡Eso no puede ser! Los ministros de Cultura, sean del partido que sean, no les ha importado más que los toros o el fútbol. El teatro solo nos importa a los que lo hacemos.Pero que critiquen otros, yo ya no tengo edad.
–Se sigue entregando en cada trabajo.
–Nunca he perdido la ilusión. Lo que pasa es que soy consciente de que soy una señora de 80 años que va a hacer 81... y que no estoy en posesión de la verdad como todos los que salen en la tele.
–Ha vuelto a anunciar que es la última gira. Hace 11 años ya amagó cuando hacía 'La vida por delante' e iba a cumplir 70 años. El clamor en contra la llevó a replanteárselo. ¿Volverá a pasar también ahora?
–Esta sí va a ser la última porque tengo casi 81 años y, si el covid nos lo permite y salimos de esta, vamos a estar dos años. Y más de dos años no creo que pueda estar en un escenario. Hay que ser consciente. La gente no quiere ser mayor. No me gusta cumplir años y soy consciente de que no debo opinar sobre muchas cosas. Le toca a otros. A mí solo me toca hacer bien mi trabajo.
–¿Ha llegado hasta aquí por disciplinada, autocrítica y perfeccionista?
–No bebo, ni fumo... y sí, ahí sigo. Pero hay otro problema que es el económico. Me ha ayudado algún anuncio de publicidad que he hecho, la productora y mi familia. Pero, a este paso, me voy a tener que comer los muebles.
–También ha hablado siempre un castellano muy clarito. Vamos, de Valladolid...
–Mi hijo me insiste en que siempre cuento verdades. Pero es que no me gusta contar mentiras porque todo el mundo tiene hemeroteca. Prefiero contar las cosas por mi propia mano.
–Hace diez años nos dijo que, tras el último telón, le esperaba la soledad absoluta. ¿Es lo que le espera entonces tras 'La habitación de María'?
–Es que es así. Yo ahora vivo enfrente de mis hijos. Y así como mi hijo Manuel es el que dirige mi vida, tengo claro que hay cosas de tu vida que uno no debe contar nunca. No entiendo esa manía de la gente de ir contando con quién se acuesta. Y sí, tengo todo muy clarito y sé que la soledad de la casa es terrible. A mí nunca me ha gustado estar sola. Y ahora que soy mayor, mucho menos. Porque puedes tener la familia y que te apoye todo el mundo, pero es que yo he nacido prácticamente en un escenario.
–¿Ha pagado un alto precio por ser generosa?
–Me viene de mi padre que era juerguista como yo, de los de gastarse el dinero cuando lo tiene. No hay nada que me guste más que regalar, hacer fiestas. Por contra, mi madre era perfecta.
–Ha descubierto que hay otra vida más allá de los escenarios. Y, desde luego, más tranquila.
–Hombre, pues sí. Cuando nos dijeron hay que estar un mes en casa pensé '¡hay que bien!', cambio los libros de sitio, recoloco los muebles, estoy con mi nieto... Sin embargo, apenas le he podido ver dos veces en todo este tiempo. ¡Dos días en seis meses! A pesar de que tengo anticuerpos. Pero cada vez que aparece por la puerta, mi hijo le dice 'no toques a la abuela', 'ponte guantes'.
–Vaya tiempo que nos ha tocado vivir ahora...
–Y con 80 años es más terrible. Recuerdo que a los 50 empecé con la menopausia y pensaba que se me iba a romper una cadera. Pero luego llegué a los 70 y dije '¡que tiempo, no me va a querer nadie!'. Y ahora con 80 no te pueden ni tocar. Durante mes y medio mis hijos decidieron que no entrara ni saliera nadie de mi casa. Y aún así he descubierto que hay más gente buena que mala.
Su equipo de la productora Pentación procuró no contarle los temores de cancelación para no preocuparla más allá de las ganas de agradar a sus incondicionales de su ciudad natal. De hecho, Concha se enteró por la llamada de El Norte de que su «paisano y admirado» Fernando Cayo, que actuaba el fin de semana anterior, abrió la veda de las suspensiones. «Me da mucha rabia porque quiero a Fernando y es ya uno de los grandes».
–Valladolid siempre le espera con los brazos abiertos.
–Tengo una calle, un teatro, la medalla de oro,.. No se pueden tener más cosas y soy muy querida. Y siempre me he llevado bien con los tres alcaldes. Entre ellos igual no se llevan tan bien. Pero, cuando estoy yo, si.
–¿Le siguen temblando las piernas como cuando estrenó aquí 'Yo lo que quiero es bailar'?
–Las piernas exactamente no porque en esta pieza me paso sentada mucho rato. Pero a mí me sorprende la gente que dice que este trabajo le da igual, yo me pongo más nerviosa cada día. No los de la colegiala. Pero me tomo todo muy en serio. Por ejemplo a la crítica. Mi hijo dice que debería darme igual pero he llegado a rectificar una función porque lo que decía el crítico estaba muy bien, Y mis libros de ensayo siguen llenos de notas, comentarios, críticas buenas y malas. Yo lo guardo todo.
–¿Por dónde seguirá la gira?
–Vamos a Palencia, Murcia, que se ha quitado a última hora, Santander y Almería y el 21 de octubre empezamos temporada en la capital en el Reina Victoria (uno de los teatros de Pentación en Madrid).
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