Alicia Soto reestrena 'La petite voiture' en Cebreros

El marcador del polideportivo de Serrada está mudo. Hay un peculiar equipo visitante en la cancha que, sin embargo, es casi ya local. Alicia Soto hace residencias en este municipio vallisoletano desde 2005. «Es un lugar con una larga trayectoria de residencias artísticas, estaban acostumbrados con los escultores. Aquí se trabaja muy bien, a la infraestructura hay que añadir el trato y respeto de la gente. Tenemos quien no cose, quien nos arregla el coche», explica la artista burgalesa.

Habla mientras Paloma Calderón y Julián Gómez Pabón pulen una de las escenas en torno al coche de tres ruedas, pudiera ser un 'reliant robin', que compró como punto de partida de este proyecto. «Quería hacer un montaje tecnológico para calle y la manera de llevar la tecnología de forma itinerante pasaba por un coche. Lo compramos en Francia y lo hicimos ecológico, con pantallas de televisión en las ventanas, todo alimentado con baterías eléctricas», cuenta Alicia. «Siempre que hago una pieza de calle busco centrar la atención en una cuestión social o política. En este caso quería hablar de la obsesión por el dinero, por ganar más y más sin importar el cómo. Y de ahí la glamurosa condesa protagonista, una mujer atrapada en el lujo, obsesionada y repetitiva como el mito de Sísifo. No logra salir del bucle y su caballero, una extensión del coche, no se asombra».

Encadenada a su adicción

El coche, a su vez, «habla». En sus ventanas se suceden los vídeos de Marina Arranz que reflejan conceptos y emociones universales como la soledad, el amor, la claustrofobia, la cuestión de la trascendencia. «Se ha añadido un vídeo más a los originales sobre mujeres, estoy en un momento de mucha mujer», enfatiza la bailarina. Durante 25 minutos, Paloma y Julián bailan descalzos, suben al coche, se retan, ella encadenada por su adicción, por la brillante cola de su vestido.

Reestrenan en el marco de Escena Patrimonio, «un festival en el que participamos el año pasado y que une un concepto que me gusta mucho, el espacio arquitectónico histórico».

Alicia Soto se convirtió en «emigrante cultural» cuando sintió que su lugar de origen, Castilla y León, «no era favorable para crear. Para crear tienes que tener ilusión y llegó un momento en que me producía tristeza ver el retroceso que vivía la comunidad». Considera que hay talento de sobra, buenas compañías y las dos escuelas superiores ya ofrecen egresados de gran nivel. «Pero la danza no tiene presupuesto ni ayudas aquí. Madrid o el País Vasco han apostado por ella».

Soto mantiene en gira cuatro de sus piezas en la actualidad. «'El jardín de las Hespérides' lo estábamos montando cuando llegó la pandemia y aún falta por estrenar en Marruecos, donde vamos en breve. También estamos haciendo 'Regards', 'Estudios 3' y 'La petite voiture'».

No le gustan los castings, trabaja con bailarines que ya conoce y cuando necesita más, «prefiero hacer talleres y hablar». Acaba de elegir a ocho chicas de la Escuela Superior de Burgos, especializada en contemporánea. «Empezamos a ensayar para una ópera que haremos con la Orquesta Joven de Burgos en el Forum, 'Dido y Eneas'».

En la escena profesional desde 1994, Alicia ha sido habitual de la Feria de Ciudad Rodrigo. «Pero no trabajo con ese calendario, voy si la pieza que tenemos ya está rodada y rematada. No tengo un plan sistemático de trabajo, todo depende de lo que quiero contar y el momento». Lo que sí lamenta es no tener más presupuesto para poder abordar montajes más grandes, «pero materia gris y creativa hay de sobra».