Nunca le faltó «una ramita» el domingo de Ramos hasta este año. Concha Velasco, que se deshace en elogios a supermercados y repartidores, no se explica cómo a nadie se le ocurrió este negocio. «Soy católica, como todo el mundo sabe, y socialista y española. ... Voy a misa y a comulgar tres veces al año; el Domingo de Ramos, la Pascua y la Noche Buena. Esta es única vez que he fallado». Constatación vital, como la pena inmensa de no despedirse de su tía Conchita que murió en una residencia hace unos días o el sufrimiento nacional por la pandemia del coronavirus solo comparable a la tristeza que le produce su infancia.
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Sus hijos le piden que no recuerde esos tiempos de zapatos pintados y desarraigo en Marruecos. Esta hija de militar y maestra republicana, que lleva a gala la reciedumbre vallisoletana, es obediente y disfruta el presente: «No me puedo quejar, tengo una casa preciosa llena de libros y películas en la que puedo estar muy bien. Eso sí, sufro un doble confinamiento; el del Gobierno y el de mis hijos, que no dejan entrar ni a dios, me cierran con llave. El otro día me reía al escuchar a Carmen Maura diciendo que si a los mayores tardaban en dejarnos salir, lo mismo no llegábamos».
Así que sin peluquera, «vuelvo a tener el pelo blanco, como quiere Manuel». Tras 'El Funeral', estudia el texto de 'La habitación de María', también de su hijo. El inicio del confinamiento «me pilló en Barcelona, en las últimas representaciones y con un éxito extraordinario. Luego íbamos a Zamora a cerrar la gira a la tierra de mi padre pero ya no pudo ser. Tras la última función en el Teatro Borrás, me caí en la estación y me di un golpe en la cabeza. Todo el mundo me dijo que no fuera al hospital que no salía. Y lo he ido curando en casa».
Recuerda que ella no opina de política pero no le queda otra que secundar a su amigo Juan Echanove en su reproche al ministro de Cultura. «No es que nosotros seamos más importantes, pero no se puede dejar tirada a la gente. Todos hemos perdido. Yo, una serie de televisión con la productora Bambú. Pero en los teatros hay técnicos, hay trabajadores, más allá de los protagonistas y las caras conocidas. ¿Qué pasará cuando esto acabe? No dejo de acordarme de Jesús Cimarro el productor de mis últimos espectáculos, ¿cómo iremos al Festival de Mérida? ¿cómo hacer una representación con cuatro asientos entre cada persona del público? Eso me tiene muy preocupada».
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Al igual que no admite bromas sobre la situación actual, «no le veo ninguna gracia», tampoco le gusta la actitud de muchos políticos.
«Soy socialista de corazón pero tengo amigos en todos los lados. No pierdo el contacto ni con Javier León ni con Óscar Puente. Lo que no soporto es a los que están esperando a que el otro haga algo para tirarlo por tierra. Debieran comportarse mejor, llevamos en campaña electoral 12 años. Así que bastante tienen los que están con afrontar lo que nos cae encima, algo que nadie podía imaginar. Déjenles hacer, probablemente se confundirán, como lo hacemos todos, y ya llegará el tiempo de juzgar después. Me da envidia el ejemplo portugués, allí están todos a una, independientemente de los partidos. España está llena de gente maravillosa, tienen que estar a la altura de este país».
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