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Su rostro, su voz, sus andares y sus gestos, sus miradas y sus silencios, toda ella levanta el aplauso y el cariño del público, además del reconocimiento y el respeto de la crítica. Ya sea frente a una cámara de televisión o sobre las tablas ... del teatro, la carrera de Beatriz Carvajal ya forma parte de la historia de la interpretación en nuestro país. La actriz presenta este sábado en el Teatro Zorrilla la obra 'Volvió una noche', una comedia escrita por Eduardo Rovner y dirigida por César Oliva en la que la actriz mide su vis más humorística junto al también solvente Carlos Santos. Tras la representación, que tendrá lugar el sábado 11 a las 20.30 horas, Carvajal recibirá un homenaje por parte de Enrique Cornejo, que inscribirá su nombre en una butaca de la Sala Principal como ya hiciera con José Sacristán, Rocío Carrasco o Arturo Fernández.
- Siempre que se recibe un premio homenaje a una carrera se bromea con que el final está cerca.
- Es una cosa que se dice mucho a modo de broma, cuando no sabes de qué manera agradecer, en este caso a Enrique Cornejo, el cariño que se te está mostrando y el conocimiento que se te está demostrando por la trayectoria que una ha llevado. Pero que nadie se lleve a engaño con esto. Mi carrera está empezando ahora y todavía me queda mucho por hacer…
- Son más de cincuenta años interpretando. Muchas circunstancias habrán cambiado.
- Con 15 años empecé, sí. Ahora mismo hay muchas cosas que están mejor, no te lo voy a negar, pero… Mira, antes había eso de 'contar entre líneas' que era muy interesante, los autores tenían la posibilidad de colarla. Tenía su encanto eso de burlar a la censura. Pero ahora se encuentra todo delante del escenario o de la cámara, y se ha perdido. También había otro tipo de obras, autores tan interesantes como Sartre, que te hacían pensar cómo es posible que en aquellos tiempos se pudiera hablar de determinados temas. Ojo: está muy bien coger a autores actuales, pero no conviene olvidar que hay gente que ha contado mucho a la que hay que recordar. La memoria es débil.
- ¿Recuerda cómo se formó en la interpretación?
- Más que escuela, esto se aprende actuando. Yo era de las que aprendía viendo interpretar a los demás. Y aprendía también haciendo de todo. Estuve en el mundo del humor gracias a que antes trabajé en cafés-teatro. Pero tuve mucha suerte, pude ver a Ferrandis, a María Dolores Pradera, a Irene Gutiérrez Caba, a [José] Bódalo, a Núria Espert, a Guillermo Marín… Muchas veces me colaba entre las bambalinas o me metía entre las cajas del teatro para mirarles y soñar con que algún día pudiera hacer yo personajes parecidos.
- ¿Conserva un cariño especial hacia alguno de sus personajes?
- Tengo cariño a muchos, pero fundamentalmente el papel que hice en 'Misery', que por cierto produjo Enrique Cornejo. Es una villana además, muy distinto al resto de papeles, no tiene nada que ver con lo que dicen que soy yo.
- ¿Cuál es su relación con el público?
- Una no lleva 54 años trabajando sin que el público no le ponga en su sitio. A veces estoy cenando y alguien se me acerca porque piensan que tengo la imagen de este o aquel personaje. No la he creado yo, sino ellos. Pero no me molesta, nunca se acercan a pegarme (risas).
- ¿Y con el teatro? ¿Ha notado diferencias?
- Es cierto eso que se dice de que a partir de cierta edad hay menos papeles para mujeres. Pero yo ahora también he alcanzado una situación de privilegio: no estoy en la tesitura de tener que hacer planes a largo plazo y puedo escoger de entre lo que me llega. Y mi relación hacia el teatro no ha cambiado: yo sigo entusiasmándome con cada proyecto. Mucha gente joven opta por ser famosa inmediatamente y eso es un error: la notoriedad te la tienes que ganar. Hay que amar lo que se hace y no tener prisa por la fama.
- Siempre se ha dicho que la televisión da visibilidad y el teatro otorga la reputación.
- A mí me encantan todos los medios que mi profesión me ofrece; pero es verdad que el teatro cuenta con algo que no tiene lo demás: la excelencia actoral. Siempre pido a la gente joven que se suba, que la escuela de actores más grande está sobre el escenario, donde un milagro nuevo ocurre cada día: nunca haces la misma función dos noches seguidas, las energías son muy distintas y es algo que sucede para cada localidad. Por eso estoy tan contenta con mi butaca en el teatro Zorrilla. Un día me iré de aquí pero sé que, de alguna manera, permaneceré en esa butaca, y cuando alguien se siente a ver una obra yo le susurraré al oído: 'Presta atención. Aquí hubo alguien que amó de verdad el teatro'.
- Hablemos de 'Volvió una noche'.
- Es una comedia con un reparto fantástico: Carlos Santos, Berta Hernández, Daniel Ortiz, Pedro Segura, Mónica Gracia… Dilos a todos, que todos son estupendos. Es una historia realista y surrealista. Surrealista porque empieza con mi personaje regresando de la tumba para amargar a su hijo, ya que no le gusta la mujer con la que se va a casar. Y realista porque trata de la relación de las madres con sus hijos, y sobre todo del derecho de cada uno a hacer lo que le dé la gana, elegirlo por nosotros mismos y no por lo de nuestro alrededor.
- ¿Se ha visto usted en esa situación?
- Va por edades, aunque yo he sido siempre bastante incorrecta en ese sentido. Depende mucho de la gente que te rodees, te vas queriendo más a ti, pero ahora mismo se ve a mucha gente que coge tics de sus amigos o de sus vecinas, y da rabia porque se quedan en pañales, están hechos de las personalidades de los demás.
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