La zambomba flamenca es una fiesta familiar en torno al fuego, el cante, el baile y la comida que algunas familias gitanas celebran por Navidad. La celebración original es una fiesta popular, callejera y vital, alrededor de una hoguera encendida en la calle, con multitudes ... arremolinadas mientras se entonan y bailan villancicos. Así lo mamó Antonio de Verónica en Málaga y así intentará recrearlo en el Teatro Zorrilla el próximo domingo (19 horas) con la compañía que ha formado con Saray Cortés y la familia Cortés. No habrá fuego de verdad en el escenario, como es lógico, pero sí anís y mantecados, y mucho cante y baile.
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«Yo recuerdo haber vivido la zambomba en la barriada de Palma Palmilla de Málaga desde que era chico, y me consta que ya se hacía de antes. Y se ha mantenido hasta hoy, con el único paréntesis de la Covid. Es un gran encuentro familiar en Navidad, en el patio, al que se suma todo el que pasa por allí, y, por descontado, los vecinos de la zona. Es una oportunidad para estar juntos y disfrutar de la vida», recuerda De Verónica, que ha trasladado ese espíritu festivo a los teatros mediante una creación escénica inspirada en esa celebración navideña. Es más, si alguien del público quiere llevarse una pandereta o una guitarra y ponerse a tocar, asegura el bailarín, será bienvenido en un espectáculo que es, sobre todo, una celebración.
La parte nuclear de la fiesta son los villancicos populares, que se interpretan filtrados por los distintos palos flamencos, como las bulerías y otros, y que dan pie al baile. «Casi todos los números tienen cante y baile, salvo algunos que son sólo cante para dar ocasión a que los bailarines se cambien de vestuario», explica. Y entre las singularidades, un número solo de pies «que es muy característico de nuestra familia». Porque toda la compañía está unida por lazos familiares, como delata la repetición del apellido Cortés entre los cantantes, los bailarines y los guitarristas, con la bailarina Saray Cortés como coprotagonista estelar de la obra.
«Los gitanos tenemos la tendencia de juntarnos mucho para celebrar juntos. Lo hacemos en bodas o en fiestas. Nos encanta reunirnos con el más viejo y con el más joven. Es una alegría», explica Antonio de Verónica, que dirige una Escuela de Flamenco en Málaga y que ha colaborado, entre otros muchos, con el cantaor Miguel Poveda y el heterodoxo cantante Pitingo.
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La zambomba expresa también la profunda querencia de los gitanos por los villancicos. De hecho, los villancicos flamencos son casi tan populares como los tradicionales. «El gusto por los villancicos es muy emocional», reconoce el bailarín. «En un villancico como 'La cuna' se nos anima a reunirnos todos en una misma familia, que nos perdonemos las faltas y que superemos las diferencias. Que olvidemos lo malo para disfrutar de lo bueno». De eso se trata, de reconciliarse con la aventura de vivir.
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