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JESÚS BOMBÍN
Domingo, 15 de julio 2018, 13:54
En torno a un mapa de Soria sueña Miguel Tugores (Pollença, 1944) con replicar ecos del 'boom' turístico mallorquín de los años setenta, por más que cada noticia que lee o escucha sobre muertes que superan a los nacimientos en Castilla y León le revuelva ... el ánimo. Lo cuenta mientras pasea por la Plaza Mayor de Medinaceli, silenciosa una media mañana de julio, calles vacías, cantos de pájaros y tanto sol como soledad, mientras empuña una gran llave de hierro antes de abrir el inmenso portón de madera del Palacio Ducal, su 'milagro', que el próximo 28 de agosto cumplirá diez años.
En un pueblo que junto a otras ocho pedanías apenas reúne ochocientos habitantes, en una provincia de una comunidad colocada ante el abismo del imparable declive demográfico, aquí es donde el arquitecto y galerista echó raíces en 2006 al conocer la localidad soriana a través de unos amigos, también mallorquines. Y desde aquí se propuso atraer turismo cultural situando como epicentro el Palacio Ducal, que decidió 'resucitar' en 2005, tras la rehabilitación –acometida por la Junta de Castilla y León y la cesión al Ayuntamiento durante 99 años de esta propiedad de la Casa Ducal de Medinaceli– para convertirlo en un centro de arte contemporáneo.
Con ese propósito trasladó a este edificio desde Madrid en 2008 la Fundación DeArte, impulsada por este arquitecto y galerista que durante 27 años regentó la madrileña galería Dionís Benassar. Cambió la agitación del cercano barrio de Chueca por el sigilo callejero y la pureza del paisaje soriano para mover al Palacio Ducal su colección personal de 342 pinturas y esculturas de arte contemporáneo creadas por más de un centenar de artistas nacionales y extranjeros. A casi todos ellos los trató en su época de galerista, y algunos siguen recalando en Medinaceli para mostrar su obra en el Palacio Ducal.
En su apuesta por atraer eventos culturales y visitantes al municipio involucró a vecinos y empresas. Pimero, en la recuperación de parte del edificio y en la construcción de una cúpula acristalada en la que la empresa Metálicas Los Linajes invirtió unos 200.000 euros de los que apenas ha recuperado 82.000. Todo para que el patio del edificio estuviera cubierto por un lucernario que permite disfrutar de conciertos y otras actividades más allá de la época estival.
Este logro arquitectónico erigido en los años más crudos de la crisis ha sido la piedra angular para articular una programación cultural ecléctica que incluye exposiciones de arte, conciertos, concursos de canto que van camino de su quinta edición –al igual que el festival de ópera–, homenajes y presentaciones literarias, subastas benéficas, conferencias y encuentros de profesionales de la fotografía.
Una de las actividades con un público más fiel y gran resonancia es el Festival Lírico de Medinaceli, que este domingo afronta su quinta edición. La Escuela Superior de Canto de Madrid acogió a primeros de mes a diecisiete jóvenes talentos de la ópera en el concurso de canto clasificatorio para el Festival Lírico de Medinaceli, en el que quedaron finalistas para la cita de hoy la mezzosoprano serbia Lidija Jovanovic, la soprano colombiana Mariana Isaza, el tenor mexicano Fabián Rodríguez Lara, el barítono venezolano John Heath y las sopranos españolas, Elena Tembrado, Elvira Padrino, Sacramentos Bleda, Laura del Rio y Estíbaliz Martín.
Otra cita cita cultural sobresaliente es el Festival de Ópera Medinaceli, que el 11 de agosto acogerá en el Palacio Ducal 'Rigoletto', puesta en escena por Producciones Telón. El festival da cabida también a público infantil con espectáculos específicos. «Estas óperas atraen a gente de toda España que se queda unos días por aquí; contamos con un público fiel que disfruta de 'Madame Butterflay' o 'Nabucco' y aprecia como un lujo escuchar a tenores y sopranos a medio metro de distancia, sentados en el patio del Palacio Ducal; eso no sucede en ningún teatro del mundo», cuenta con orgullo Miguel Tugores.
Al Arco Romano, la colegiata, el castillo, el aula arqueológica, las casonas, los soportales y la Plaza Mayor, en la que desemboca un ramal de calles estrechas flanqueadas por vetustas casonas de piedra, suma Medinaceli el atractivo de la actividad del Palacio Ducal como vertebradora de un calendario cultural insólito en un enclave rural. «La gente que nos visita se sorprende porque existe una oferta patrimonial y cultural amplia y de calidad», asegura Ángela López Castillo, mientras atiende el Centro de Visitantes de un municipio integrado en la Asociación de los Pueblos Más Bonitos de España.
Cuando en 2008 trasladó Miguel Tugores de Madrid al Palacio Ducal de Medinaceli su colección privada tras treinta años como catador de arte, intuía que aquella era la mudanza de su vida. «Estos –dice apuntando a los cuadros– son mis enamoramientos, que he ido adquiriendo mes a mes y según van llegando se ganan un sitio en la pared», cuenta mientras se adentra por varias salas en las que conviven dibujos de Picasso, con pinturas y esculturas de Joan March, Ingelore Kreienberg, Grau Garriga, Blanca Orozco, Antònia Borràs, Abel Cuerda, José Manuel Bouzas, Adelaida Murillo, Pep Roig y Justo Barboza, algunos de ellos con obra de tema erótico exhibida en un espacio específico.
Complacido de que la actividad del Palacio Ducal revierta en un mayor conocimiento del pueblo y en afluencia de turismo que surte de clientes al sector hostelero y de restauración, su alcalde, Felipe Utrilla, se enorgullece de que el nombre de Medinaceli suene hasta en los aviones: «Gracias a la ópera –presume– aparecemos en las revistas de compañías de vuelos y viene gente de lejos».
Unas quince mil personas recalan cada año en este Palacio Ducal para el que Tugores logró crear dos puestos de trabajo. Pese a que su discurso emana ánimo y energía, no oculta el galerista que el balance de todos estos años es «peor de lo que deseaba y bastante bueno por la cantidad de eventos realizados; visto en perspectiva aquí se organizan festivales de categoría en un sitio de difícil rentabilidad –porque el patio del Palacio es pequeño–, pero me llena de ánimo la gente que coge un avión para asistir a una ópera en Londres ponga en rojo en su calendario la fecha para acudir al festival de Medinaceli; el compromiso es conseguir la dinamización social, cultural y económica de este territorio». «Ante todo –asegura–, me interesa el arte de vivir, y no lo concibo sin estar ligado a la cultura».
El hacedor de este sueño numantino esboza una sonrisa cuando se le pregunta por el futuro. «Es prometedor. Cada uno tiene que tener un proyecto vital y creérselo. Por eso estoy seguro de que dentro de veinte años nos veremos aquí».
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